FIESTA DE LA EPIFANÍA: BUSCANDO AL REY DE REYES
Isaías 60,1-6; Efesios 3,2-3a.5-6; Mateo 2,1-12
HABLA LA PALABRA ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido?
La Palabra de Dios nos enseña que, lo que celebramos hoy, es una de las páginas más importantes de la historia de la humanidad, que es historia de salvación:
· Una página profetizada muchos siglos antes: Isaías contempla la llegada de reyes de países lejanos para que todos los pueblos, y no sólo el de Israel, puedan caminar a la luz del Señor, cuando aparezca en su Gloria.
· Una página calve de la Historia de la Salvación: En su epístola a los Efesios Pablo explica que también los gentiles (los que no son del Pueblo de Israel) son coherederos, miembros del mismo cuerpo (la Iglesia), y participes de la promesa en Jesucristo por el Evangelio.
· Que forma parte del relato navideño, la página más importante de la Historia de la humanidad, recogida en el Evangelio: los magos de oriente confirman su descubrimiento: “¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? hemos visto salir la estrella y venimos a adorarlo”
HABLA EL CORAZÓN: Hemos visto salir la estrella y venimos a adorarlo
· Eran tres sabios que no se conocían. Sus reinos eran tres países lejanos entre sí. Un día, de noche, vieron aparecer en el cielo una estrella. No se trataba de una estrella cualquiera. Era la estrella más luminosa que jamás habían visto. Su Luz era tan potente que aún hoy puede contemplarse. Quedaron impresionados por su resplandor. Su luz hacía que todo lo demás quedase apagado. Por ello, comprendieron que era necesario seguirla. Así, sin preguntar nada a nadie, se pusieron en camino para seguir a esa estrella, a donde ella quisiera llevarles.
· Sin comprender por qué, dejaron sus reinos, abandonaron lo que hacían y dejaron todo lo que tenían. Y así, sin saber la ruta que deberían seguir, y desconociendo lo que deberían buscar, iniciaron una larga marcha hacia un misterioso destino.
· Esta estrella no sólo llena de emoción, de encanto, y de fascinación el relato de los Magos de Oriente. Nos da la clave de su relación con nosotros, que como ellos pasamos la vida buscando una Luz entre todas las luces, la verdad con mayúsculas, al Rey de reyes.
HABLA LA VIDA: Los chicos de la calle
· Se estima que en el mundo hay alrededor de 120 millones de chicos viviendo en la calle (30 millones en África, 30 millones en Asia y 60 millones en América del Sur). También en Europa hay niños de la calle en los cordones de marginación de las grandes ciudades, como Madrid.
· Muchas veces crecen en vertederos públicos, estaciones de tren o bajo los puentes de grandes ciudades. Algunos son huérfanos, otros no, pero por los conflictos que tienen con sus familias, no pueden o no quieren regresar a casa.
· Con los chicos de la calle se vulneran a un tiempo varios derechos humanos inalienables: el de la alimentación (hambrientos y mal nutridos), el de la salud (escaso acceso a atención sanitario, faltos de higiene, expuestos a muchas enfermedades), el de la educación (sin escolarizar saben que no tienen esperanza en el futuro familiar y laboral de los demás niños).
· La Iglesia, junto a tantas ONGs, intentan ofrecerles una vida distinta con la restauración de todos sus derechos inculcados, pero sobre todo les muestran la acogida y el cuidado maternal que nunca han tenido.
· ¿Qué ilusión podrán tener los niños con los Reyes Magos? En realidad, ellos son los más los necesitan. No como otros niños, para traerles unos juguetes en la noche de Reyes cuando estén cómodamente dormidos en sus casas, sino que necesitan hombres y mujeres dispuestos a devolverles la ilusión, que dejen sus propias comodidades para acogerlos y cuidarlos, y para traerles los tres regalos que todos los niños del mundo necesitan, pero que los niños de la calle no tienen: un hogar donde los quieran y protejan, el pan de la vida y de la educación, y un futuro para soñar.
· Sólo entonces podrán esperar un día a los Reyes de Oriente, y lo que es más importante, sólo entonces podrán de su mano acercarse al niño Jesús que nació en Belén. Y lo querrán más que los demás niños, porque habrán pasado por sus mismas penurias y habrán descubierto el amor de Dios.
Manuel Mª Bru Alonso, delegado Episcopal de Catequesis