DÉCIMO TERCER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (B): ¡TALITHA QUMI!

Sabiduría 1,13-15;2,23-24; 2 Corintios 8,7.9.13-15; Marcos 5,21-43

HABLA LA PALABRA: Una tabla de salvación

Toda la Palabra de Dios de este domingo susurra, aunque no la llegue a mencionar, una palabra, que no es sólo una palabra, es una tabla de salvación: Esperanza. Esperanza en Dios, esperanza en la vida que nos da, esperanza en su justicia, esperanza en su amor, esperanza en su mano que nos levanta del abismo, cualquier abismo, y nos devuelve la vida.

  • En el libro de la Sabiduría aprendemos que Dios nos hizo para la inmortalidad, porque nos hizo a su imagen y semejanza.
  • En el salmo 29 aprendemos a dar gracias a Dios, porque, si lo pensamos bien, todos podemos poner letra, con el libro de nuestra vida, a esta música: ¡Te ensalzaré Señor porque me has librado!
  • En la segunda carta de San Pablo a los Corintios, aprendemos la gran lección de Dios: de su gratuidad infinita, nos viene la esperanza. La lección de la gratuidad. Tenemos esperanza porque Dios es amor inmenso y gratuito. Damos esperanza si siendo generosos nivelamos nuestras diferencias, y así entramos en la abundancia de la justicia que es amor.
  • Y en el relato de la curación de la hija de Jairo encontramos una de las escenas más hermosas del Evangelio. En aquella niña de doce años accedemos al misterio del diálogo de Dios con el hombre, en el que sólo desde la prueba de la fe, y por tanto de la oscuridad, podemos encontrar la luz del Amor en persona, que nos dice: ¡Talitha qumi!, que significa: “¡Contigo hablo: Levántate!”

HABLA EL CORAZÓN: ¡Talitha qumi! ¡Contigo hablo: levántate!

Siempre es buen momento para escuchar esta palabra del Señor: ¡Talitha qumi! ¡Contigo hablo: levántate! Porque…

  • Si estas cansado física o psíquicamente, si cada día se te presenta como un camino cuesta arriba, respira, descansa, pero respira y descansa en el Señor, y deja que, en voz baja, como una secuencia, te diga, una y otra vez: ¡Talitha qumi! ¡Contigo hablo: levántate!
  • Si los problemas te agobian, si tiendes a preocuparte más que a ocuparte de las situaciones que vives, no dejes que las cosas te encadenen, y si ya lo han hecho, acude al único libertador capaz de romper cualquier cadena, y escucha como el Señor te dice: ¡Talitha qumi! ¡Contigo hablo: levántate!
  • Si algunos recueros te entristecen; si la nostalgia te distrae de las alegrías presentes; si al echar de menos a los que partieron quisieras echar marcha atrás en el tiempo; o si todavía te quedan pequeños o grandes resquemores que no te dejan reconciliarte contigo mismo; si te cuesta creer que Dios hace siempre nuevas todas las cosas, también en ti y también cada día, atiende su mandato: ¡Talitha qumi! ¡Contigo hablo: levántate!
  • Si estas especialmente agobiado porque has perdido el trabajo con el que te sentías socialmente útil, y temes por el bienestar de los tuyos; o si la jubilación en lugar de paz te proporciona inquietud pues te cuesta reorganizar tu tiempo, no dejes que nada de esto te paralice, escucha como tu Señor, de nuevo, te repite: ¡Talitha qumi! ¡Contigo hablo: levántate!
  • Si el dolor te cerca, si vislumbras la amenaza de la angustia o de la desesperación, si la hoz de la depresión te acecha, defiéndete de ellas. Ten seguro que puedes hacerlo, por que, aunque te sientas inmovilizado en tu postración, si confías en Jesús, el Dios que salva, el Dios que sana, él te tomará de la mano y de dirá: ¡Talitha qumi! ¡Contigo hablo: levántate!
  • Si las injusticias te acechan, a ti personalmente o en tu entorno, o si con la injuria y la difamación te desacreditan, y con la ofensa o con el desprecio los malvados se ceban contra ti, no te dejes aplastar, no dejes que te hundan, una fuerza imparable contra el mal surgirá del fondo de tus heridas. Será tu libertador, que te dice: ¡Talitha qumi! ¡Contigo hablo: levántate!

HABLA LA VIDA: Te quiere en pie, y luchando

En la Pandemia del Cobid-19 casi todos perdimos a seres queridos. Y la sombra de la muerte que acecha a nuestro lado no termina nunca. Si temes por la vida de alguien que en la plenitud de la vida te haría gritar, como a Jairo: “¡No Señor, no es justo!”, no dejes de hacerlo, no dejes de buscar a Cristo: póstrate de rodillas ante él, crucificado, abatido, abandonado. Deja que en silencio te mire, y que con su mirada te diga: “no temas, ten fe”. Es posible que hoy no diga ¡Taliha qumi! a aquel por quien lloras. O si. Todo es posible para Dios. Pero ten la certeza de que seguro, sino es a este lado del misterio de la vida será al otro lado, se lo dirá. Y ten la certeza de qué a ti, aquí y ahora, no deja de decirte, porque te quiere en pie, y luchando, y dando esperanza: ¡Talitha qumi! ¡Contigo hablo: levántate!

Manuel María Bru Alonso. Delegado Episcopal de Catequesis del Arzobispado de Madrid.