Ezequiel 34,11-16; Romanos 5,5b-11; Lucas 15,3-7

HABLA LA PALABRA: El corazón del Buen Pastor

Los textos bíblicos con los que la liturgia de la Iglesia celebra esta solemnidad nos hablan del Sagrado Corazón de Jesús:

  • La profecía de Ezequiel de su amor misericordioso: “Buscaré las ovejas perdidas, recogeré a las descarriadas; vendaré a las heridas; curaré a las enfermas”.
  • La constatación de san Pablo de su amor derramado: “El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado”.
  • En el Evangelio de Lucas el mismo Jesús nos habla de la alegría de su corazón cuando el corazón del hombre vuelve a él.

HABLA EL CORAZÓN: Los defectos de Jesús, demasiado corazón

Los “defectos” de Jesús es una de las más conocidas meditaciones del Cardenal Van Thuan, el arzobispo vietnamita que paso 15 años en la cárcel:

  • Jesús no tiene memoria: “En la Cruz, durante su agonía, el ladrón le pide que se recuerde de él cuando llegara a su Reino. Si hubiera sido yo le hubiera respondido: no te olvidaré, pero tienes que expiar tus crímenes en el purgatorio. Sin embargo, Jesús, le respondió: Hoy estarás conmigo en el Paraíso. Había olvidado los pecados de aquel hombre. Lo mismo sucedió con Magdalena, y con el hijo pródigo. Jesús no tiene memoria, perdona a todo el mundo”.
  • Jesús no sabe matemáticas: “Jesús no sabe matemáticas Lo demuestra la parábola del Buen Pastor. Tenía cien ovejas, se pierde una de ellas y sin dudarlo se fue a buscarla dejando a las 99 en el redil. Para Jesús, uno vale lo mismo que 99 o incluso más”.
  • Jesús es un aventurero sin idea de economía: “Jesús es un aventurero. Quien quiere ganarse el consenso de la gente se presenta con muchas promesas, mientras que Jesús promete a quien lo sigue procesos y persecuciones, y sin embargo, desde hace dos mil años, constatamos que no sigue habiendo aventureros que siguen a Jesús. Jesús no tiene ni idea de financia ni de economía. En la parábola de los obreros de la viña, el patrón paga el mismo sueldo a quien trabaja desde primeras horas de la mañana, y a quien comienza a trabajar por la tarde. ¿Se equivocó al echar cuentas? ¿Cometió un error? No, lo hace a propósito, pues Jesús no nos ama por nuestros méritos, su amor es gratuito y los supera infinitamente. Jesús tiene defectos porque ama. El amor auténtico no razona, no calcula, no pone barreras ni condiciones, no construye fronteras y no recuerda las ofensas”.
  • Pero el mayor defecto de Jesús es que es todo corazón: Publio Virgilio, 70 años antes de Cristo, sentenció en un poema: “Omnia vincit amor” (todo lo vence el amor). Intuiría como todo hombre sabio la trascendencia de la huella del amor en el corazón humano, pero no sabía ni podía imaginar que hay un amor infinito, el de Dios, capaz de vencerlo todo. Aunque pocos creen en esta victoria: ¿cómo va a vencer algo tan débil como el amor?

HABLA LA VIDA: “Mi divino corazón”

El 27 de diciembre de 1673, día de San Juan el Apóstol, Santa Margarita María de Alaconque, que tenía solo 14 meses de profesa religiosa y 26 años de edad, estaba como de costumbre arrodillada ante el Señor en el Santísimo Sacramento expuesto en la capilla. Era el momento de la primera gran revelación del Señor. Ella lo cuenta así:
«Estando yo delante del Santísimo Sacramento me encontré toda penetrada por Su divina presencia. El Señor me hizo reposar por muy largo tiempo sobre su pecho divino, en el cual me descubrió todas las maravillas de su amor y los secretos inexplicables de su Corazón Sagrado”.
El me dijo: «Mi Divino Corazón, está tan apasionado de Amor a los hombres (…) He ahí, mi bien amada, una preciosa prenda de mi amor, que encierra en tu costado una chispa de sus mas vivas llamas, para que te sirva de corazón y te consumas hasta el último instante y cuyo ardor no se extinguirá ni enfriará»
De esta experiencia surgió la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, expresión e imagen elocuente del amor divino del Hijo Dios traspasado por su corazón humano desbordante de amor ardiente y entrañable.

Manuel María Bru Alonso, delegado Episcopal de Catequesis de la Archidiócesis de Madrid