Por su interés para los catequistas, reproducimos (omitiendo los nombres personales) un mensaje recibido en esta web de la madre de una niña, y la respuesta del Delegado de Catequesis:

MENSAJE DE LA MADRE:

Buenas tardes:

Mi hija se está preparando para recibir la Primera Comunión este año y estoy preocupada por no saber a ciencia cierta qué conocimientos básicos debe tener para recibir el Sacramento.
Aunque acude a catequesis desde hace más de tres años, tengo mis dudas de que esté bien preparada para recibirlo en condiciones.
A estar de que pregunto, las respuestas son ambigüas y me gustaría poder hacer algo desde casa para que pueda recibirla en la mejor situación posible.
Yo intento hacerle entender conceptos que creo importantes, a su nivel, aunque soy consciente de que ella no llegua a comprenderlos en su totalidad, y le enseño a rezar las oraciones básicas.
Lamento importunarles con esto y más no sabiendo si esto es competencia suya, pero agradecería un poco de información. Ya no sé dónde preguntar.

RESPUESTA DE LA DELEGACIÓN:
Estimada madre:
Hemos recibido su correo en el que comparte con nosotros la preocupación por la preparación de su hija para recibir la primera comunión.
Efectivamente la responsabilidad de esta preparación es compartida entre los padres y la parroquia (o colegio) donde se imparta la catequesis de iniciación cristiana de su hija. No nos cuenta en su correo de que parroquia se trata. En Madrid hay 450 parroquias y puede haber 5000 grupos de catequesis.
Desde la Delegación Episcopal de Catequesis la proponemos que hable con el sacerdote responsable de la catequesis en su parroquia y con el o la catequista. Ellos son los que, con toda seguridad, estarán procurando la mejor catequesis para su hija. Pero no sólo ellos, sino también a usted (y a los padres y de los padrinos del bautismo) corresponde «iniciar» en la fe a sus hijos, en su infancia, adolescencia y juventud, independientemente de la recepción de los sacramentos, como el de la eucaristía o la confirmación.
En todo caso, por si le sirve como criterio, le recuerdo algunas claves de la catequesis de iniciación cristiana que seguro le ayudaran a valorar la catequesis que recibe su hija:
1.- La catequesis de iniciación cristiana no es un curso de formación para la recepción de la primera comunión o de la confirmación. No es la clase de religión del colegio, o la instrucción religiosa, en la que se aprenden conocimientos históricos y teológicos al nivel de la comprensión de las diversas edades. La catequesis no es «aprender la fe», sino «aprender a vivir la fe». Se trata de una iniciación vital en la experiencia de Dios y en el crecimiento como cristianos de los bautizados. Evidentemente este «aprender a vivir la fe» no excluye sino que incluye ayudar a la comprensión intelectual inseparable de la implicación personal de la fe, pero no es una clase de religión.
2.- La catequesis de iniciación cristiana no termina con la recepción del sacramento. Este se recibe en un momento determinado en el proceso de iniciación, pero ni condiciona el proceso, ni por su puesto es el final. Ciertamente si todos los niños interrumpiesen el proceso en el momento de recibir la primera comunión, su iniciación cristiana (que es mucho más amplia que la preparación) sería insuficiente. Y esto se da ampliamente por la irresponsabilidad de aquellos padres (no es su caso) que la entienden sólo como un «master» para el sacramento. La iniciación catequética no tiene ni el ritmo ni el método de un curso, sino que acompaña el proceso completo de maduración personal de una persona, desde su más tierna infancia hasta su juventud. Como comprenderá dos o tres años son una parte muy pequeña este largo proceso.
3.- En la catequesis de iniciación cristiana es muy valioso que los niños aprendan las oraciones básicas, pero siempre acompañado no ya sólo de una comprensión de las mismas, sino lo que es aún más importante, de una experiencia personal profundamente religiosa, fruto de un despertar y de un crecer en la experiencia personal de encuentro con Dios. Este iniciación es muy difícil si sólo se procura en un ámbito de la vida del niño, ya sea el de la parroquia o ya sea el del hogar. Requiere de los dos, y si se da en la escuela también, tanto mejor. Se trata de rezar con ellos, y de que ellos vean en el catequista y en sus padres a personas que cuando rezan de verdad hacen una ruptura de nivel y los introducen en el ámbito de lo sagrado.
4.- Con respecto a los diversos conocimientos del credo o de los mandamientos, ocurre lo mismo. No se trata de que el niño o la niña los aprendan de memoria sin más. Ni siquiera es lo más importante (el credo si luego se acostumbran a la misa dominical lo aprenderán sin ningún esfuerzo, junto a las diversas respuestas rituales de la celebración). Lo importante es que lleguen a admirarse, a conmocionarse, a descubrir lo fascinante que es que Dios haya creado todo, y que Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo, unidad en la diversidad, y que nos envié a su hijo, y que haga la experiencia del Evangelio como buena noticia para su vida, que se siente interpelado personalmente a ser un discípulo de Cristo y seguirle, y en este seguirle vivir según su voluntad, según su ley del amor. Esto es lo importante de la catequesis. A su hija seguramente en la catequesis la están proponiendo, a su nivel, descubrir todas estas cosas, desde su capacidad de asombro, su capacidad de descubrir que Dios la ama, y desde su capacidad de responder a ese amor con el amor a Dios y a sus hijos, los hombres. Esta iniciación, como podrá entender, no es una «mera preparación» para recibir un sacramento, es una aventura personal, una aventura divina y humana a la vez, que la llevará a ser consciente de lo que hace cuando reciba la primera comunión, pero también a establecer un diálogo personal todos los días con Aquel con el que entrará en comunión, y que no querrá dejar de tener nunca. Si los catequistas de su hija buscan esto, no se preocupe de la «preparación», sino acompañe a su hija en su «iniciación», para lo cual es necesario, como lo harán sus catequistas, renovar con más ahínco la propia iniciación que usted misma tuvo. Será su testimonio de vida, como el de su catequista, lo que preparará a su hija, no ya para la primera comunión, sino para la Vida.
Gracias, Manuel María Bru. Delegado Episcopal de Catequesis.