Permitidme que os haga unas preguntas:

  • ¿Soñáis con algo grande en la vida?
  • ¿Esperáis algo grande en la vida?
  • ¿Deseáis que ocurra algo grande en la vida?
  • Decía el Papa Francisco a los jóvenes en Cracovia en la Jornada Mundial de la Juventud: “Pero vosotros, ¿sois capaces de soñar?” Porque, “cuando el corazón es abierto y capaz de soñar, hay espacio para la misericordia, hay espacio para acariciar a los que sufren, hay espacio para ponerse junto aquellos que no tienen paz en el corazón y les falta lo necesario para vivir”.

Os provoco con estas preguntas, y me provoco a mi mismo con estas preguntas, porque la Palabra de Dios de este domingo de Adviento nos provoca a todos con estas mismas preguntas:

  • Cuando el profeta Isaías nos anuncia un mundo nuevo en el que “habitará el lobo con el cordero”, comparte con nosotros no ya el sueño de un hombre, ni siquiera el sueño de un pueblo como el de Israel, sino el sueño de Dios.
  • Cuando el salmista clama con fuerza “que en sus días florezca la justicia” es porque espera de Dios la justicia que los hombres no somos capaz de darnos a nosotros mismos.
  • Cuando San Pablo en su carta a los Romanos nos urge “acogeos mutuamente, como Cristo os acogió para gloria de Dios”, nos traslada un deseo perfectamente realizable por los cristianos, que permite ya en esta tierra que la Iglesia de Cristo, como reza una de las plegarias eucarísticas, sea “signo de unidad en medio de una humanidad dividida por las guerras y las discordias”.
  • Y cuando Juan Bautista, el precursor, nos dice en el Evangelio de San Mateo: “Convertíos porque está cerca el Reino de los Cielos”, es que cabe soñar, esperar y desear del Hijo de Dios vivo que viene al encuentro del hombre en su historia nada menos que el Reino de Dios, que reino verdadero de justicia, de amor y de paz.

Entonces, si soñamos con algo grande en la vida, si deseamos y esperamos que ocurra algo grande en la vida, debemos fiarnos del precursor: Preparemos el camino al Señor:

  • ¿Qué camino es éste? El camino que empezó a recorrer el Pueblo de Israel. Aquel camino en el que Dios providente se compromete a hacerlo más llevadero, porque aquel pueblo que tomó el camino de su liberación trazado por Dios tras la esclavitud en Egipto, estaba cansado y desorientado, pero confió en que Dios le volvería a indicar el camino.
  • ¿Qué camino es éste? El camino que Juan Bautista preparó anunciando su venida, denunciando la hipocresía y la cerrazón de los corazones que no escuchan la llamada de Dios.
  • ¿Qué camino es éste? El camino del Señor. “Yo soy el camino, la verdad y la vida”, nos dijo Jesús. El camino de quien hizo el viaje más largo de la existencia, el viaje entre el infinito y la finitud, entre la eternidad y la caducidad, entre Dios y el hombre, entre el cielo y la tierra. Es el camino que hizo por cada uno de los hombres, de Galilea a Jerusalén, del lago al calvario, de la Palabra a la Eucaristía, de la promesa de salvación a la realización de la redención. Es el camino de la vida, el camino de Dios, el camino del amor sin límites, el camino de la cruz y de la resurrección.
  • ¿Qué camino es éste? El camino que recorre con Jesús la Iglesia de Cristo, día a día, adviento tras adviento, con las luces y las sombras de su humano caminar, el único camino de vida para la vida del hombre, el único camino en el que encuentra la paz que ansía tener, la justicia que no encuentra en la historia, el amor que suspira su corazón hecho para la eternidad.
  • ¿Qué camino es éste? Es el camino de mi vida. El camino de tu vida. Hay un camino al andar, uno entre tanto otros, uno sólo que aunque este trazado lo hace nuevo cada uno que lo recorre, porque no es camino trillado y consabido, sino camino oculto que se vislumbra metro a metro, en medio de la niebla de este mundo, gracias a una luz que no es de este mundo. Aquel camino del que profeta Isaías decía, y el Evangelio de Mateo recuerda, también para la vida de cada uno de nosotros, que lo torcido se endereza, y lo escabroso se iguala.
  • ¿Qué camino es éste? El camino del amor. El amor nos lleva a allanar los caminos de nuestras relaciones, eliminar cualquier desviación que pueda haber entre nosotros, vivir la misericordia. Así, juntos, seremos la casa, la familia capaz de acoger a Dios.
  • ¿Qué camino es éste? El camino del Pueblo elegido, el camino de Jesús, el camino de la Iglesia, el camino del Evangelio, el camino del amor.

SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO (CICLO A)