Título: Mis lecturas

Autor: Luigi Giussani

Editorial: Encuentro

Luigi Giussani (1922-2005), fundador del Movimiento Comunión y Liberación, tenía una sensibilidad y una inteligencia fuera de lo común, capaz de interpelar y de provocar con la profundidad de su mirada a todos los que encontraba en su camino, especialmente a los jóvenes. El recordaba muchas veces que, siendo muy joven, en primero de bachillerato, escuchó a un gran tenor entonar el aria de La Favorita de Donizzetti: Spirto gentil de sogni miei (gentil espíritu de mis sueños): “había en aquél timbre de entonación una tal tristeza, que se me hizo evidente que debía existir Dios: aquella voz melancólica -me dije- debía cantar a Alguien que fuera su último objeto de deseo”.

Y se decía: “¿No alude acaso a esto el Prólogo del Evangelio de Juan? Me lo repito durante toda mi vida, desde cuando un maestro que tuve en el primer curso de Liceo, don Corti, con la Biblia abierta, comenzó a leer y a comentar a toda la clase el comienzo de ese Evangelio. Utilizó estas palabras: El Verbo de Dios, es decir, aquello de lo que todo consiste, se ha hecho carne. Por eso la belleza se ha hecho carne, el amor, la vida, la verdad, se ha hecho carne: el Ser no está en un hiperuranio platónico, se ha hecho carne, es uno entre nosotros (…) Porque el Verbo se ha hecho nuestro compañero de camino, todos los detalles y las circunstancias cotidianas encuentran razón y finalidad”.

Siempre me impresionó de don Giuissani su capacidad de descubrir en el legado cultural universal (en todo el arte, pero sobre todo en la literatura, en la música y en el cine), la huella tanto de Dios Padre creador de toda belleza como de Dios Hijo, redentor del drama humano que atraviesa toda existencia, y que tantos escritores, escudriñadores del espíritu humano, no han dejado nunca de mostrar de modo portentoso.

Don Giussani fue un contemplativo de la realidad, y tenía como las gafas que aparecen en la portada de este libro, una mirada tan profunda de la misma que veía la búsqueda y el anhelo de felicidad, de amar y de ser amados infinitamente, en todas las huellas de la creatividad humana. Pero sobre todo en la literatura. Y por supuesto, tenía sus autores preferidos. Y muchos como yo tenemos que darle las gracias por habernos descubierto a esos escritores que trataban de expresar algo tan grande que apenas conseguían balbucear, pero don Giussani llegaba tocar, porque conectaba con ellos en la profundidad de una misma contemplación del misterio de la vida. En concreto a mi me descubrió al gran poeta italiano Giacomo Leopardi, y me hizo redescubrir a esos deliciosos literatos católicos franceses como Claudel o Péguy, que nos mostraron a Cristo con el más desgarrador lenguaje trágico del hombre contemporáneo.

Y como las mejores cosas de la vida vienen casi siempre sin avisar de antemano, me encuentro con una joya en mis manos, el libro que acaba de publicar la Editorial Encuentro con el título “Mis lecturas” de Luis Giussani, en la que se recoge desde una lectura de Pascoli (1855-1912), uno de los grandes poetas italianos, acerca de los destinos últimos, hasta un comentario a dos páginas del poeta francés Charles Péguy (1873-1914), pasando por la lectura de “El drama” del poeta converso milanés Clemente Robora (1855-1957), la explicación que hace de la conversión de la poetisa Ada Negrí (1870-1945), una meditación de Adviento sobre “La forma del yo” a partir de la lectura de Dante y de San Pablo, las lecturas de la obra del premio nobel de literatura Eugenio Montale (1896-1981), de “La Anunciación” de Paul Claudel (1868-1955), de “La Piedra” del dramaturgo británico Thomas Steans Eliot (1888-1965), el descubrimiento de Miguel Mañara en la lectura de la obra teatral del franco lituano Oscar Vladislas de Lubicz Milosz (1877-1939), las poesías de otro premio nobel de literatura, el sueco Pär Lagerkvist (1891-1974), y de algunas cartas del filósofo francés Emmanuel Mounier (1905-1950). Además de la “visión” de tres clásicos del cine: “Ordet” y “Dies Irae” de Carl Theodor Dreyer (1889-1968) y “Dios tiene necesidad de los hombres” de Jean Delannoy (1908-2008).