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Vivencia: Se refiere a los hechos que ocurren en la vida y que se incorporan a la personalidad de uno, ya sea de manera consciente o inconsciente. En el contexto de la espiritualidad católica, la vivencia se relaciona con la práctica de la fe y cómo esta se manifiesta en la vida diaria del creyente. La Espiritualidad de la Iglesia Católica trata de ser equilibrada entre doctrina y vivencia, entre teoría y práctica, entre contemplación y apostolado.
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Experiencia: Se refiere al conocimiento que se obtiene a través de la práctica. En términos de espiritualidad católica, la experiencia puede referirse a la comprensión personal y única de la fe que cada individuo desarrolla a lo largo de su vida. La verdadera espiritualidad cristiana debe integrar doctrina y vida, principios y experiencia.
Carta de Óscar González, coordinador de catequesis de la Vicaría III a los catequistas, con motivo de la reunión conjunta de los equipos de trabajo de la delegación Episcopal de Catequesis para reflexionar sobre el Acto Catequético:En la Delegación Episcopal de Catequesis, buscamos promover que cada catequesis sea verdaderamente un acto de fe y encuentro con Dios. En la reflexión hemos visto la importancia de distinguir entre lo que es una vivencia y lo que es una experiencia.»
Es importante destacar que estos términos pueden tener diferentes interpretaciones y matices dependiendo del contexto y de la perspectiva individual de cada persona. En la espiritualidad católica, tanto la vivencia como la experiencia son aspectos fundamentales para el crecimiento y desarrollo de la fe.
En el contexto de la espiritualidad católica, la diferencia entre vivencia y experiencia puede entenderse de la siguiente manera:
El relato de la vocación de Samuel (1 Sam 3, 1-18) ilustra cómo la vivencia inicial de la voz de Dios se transforma en una experiencia de fe transformadora con la orientación y el apoyo de una figura espiritualmente madura, como Eli. Esta transformación no solo afecta la vida de Samuel, sino que también tiene un impacto positivo en la comunidad a la que sirve, demostrando el poder transformador de un encuentro personal con Dios.
La catequesis es un camino de fe, un viaje que realizamos juntos en la búsqueda de un encuentro más profundo con Dios. En este camino, las vivencias de fe son fundamentales. Son los momentos en los que nuestra fe se hace viva y palpable, en la oración, en nuestras reuniones de catequesis, en el ejercicio de la comunión y de la misericordia.
Favorecer estas vivencias de fe es abrir la puerta a experiencias de fe. Es a través de estas vivencias que podemos tener un encuentro real y personal con Dios. Un encuentro que se da en el amor a Dios y al prójimo. Un encuentro que nos transforma y nos ayuda a crecer en la comprensión de nuestra fe y en nuestra vida cristiana.
Cada vivencia de fe es una oportunidad para experimentar el amor de Dios de una manera nueva y fresca (Jr 29,13). Cada oración, cada acto de comunión, cada gesto de misericordia, es una invitación a experimentar la presencia de Dios en nuestras vidas.
Somos conscientes de que cada acontecimiento en nuestra vida representa un encuentro con Dios. Jesús está siempre con nosotros (Cf. Mt 28,20; Rm 8,28), aunque a veces nos resulta difícil reconocerlo y entenderlo. Las vivencias, que son la base de la experiencia y lo que percibimos a nivel sentimental y emocional, necesitan ser razonadas e interpretadas a la luz de la fe de la Iglesia. Estos sentimientos y emociones son la respuesta personal a la vivencia y, al mismo tiempo, representan un encuentro verdadero con Dios. Sin embargo, para que esta vivencia sea fructífera, necesita madurar y convertirse en una experiencia de fe.
Samuel, al principio, experimenta la voz de Dios como algo desconocido y confuso. No comprende de inmediato lo que está sucediendo y asume que es el sacerdote Eli quien lo llama. Sin embargo, la persistencia de la voz y la ayuda de Eli lo llevan a reconocer que es el Señor quien está hablando con él.
Con la guía de Eli, Samuel aprende a escuchar atentamente la voz de Dios y a responder con disponibilidad y obediencia. A medida que continúa escuchando y obedeciendo, la voz de Dios se vuelve más clara y discernible para él, y Samuel comienza a comprender la voluntad de Dios para su vida y para el pueblo de Israel. Esto destaca la importancia del acompañamiento espiritual y el discernimiento comunitario en el camino de la fe.
Como catequistas, nuestra tarea es favorecer estas vivencias religiosas. También tenemos la misión de aportar los conocimientos y el lenguaje necesarios para ayudar a entender y madurar estas vivencias (1 Tes 5,11). Además, debemos ayudar a discernir estas vivencias para que se conviertan en una verdadera experiencia de fe (Ef 4,11-13).
Es tarea de los catequistas favorecer estas vivencias religiosas (St 1,22-25), pero también aportar los conocimientos y el lenguaje para ayudar a entenderlas y madurarlas, como también ayudar a discernirlas para se sean una verdadera experiencia de fe.
La catequesis no es la escuela, no busca impartir conocimientos sino un acompañamiento que busca ayudar a profundizar estas experiencias de fe. Sin embargo, es importante transmitir la integridad de la fe para que sea verdaderamente la fe de la Iglesia y no meras creencias u opiniones (Pr 11,14). Profundizar en las tres etapas de la Historia de Salvación, en las enseñanzas del Padre Nuestro, de los Mandamientos, de los Sacramentos y del Credo nos permite ir entendiendo la forma y el lenguaje con el que Dios se manifiesta y viene a nuestro encuentro (2 Tim 3,16-17).
A través de este encuentro, Samuel llega a comprender la voluntad de Dios para él y para el pueblo de Israel, lo que refleja la importancia de buscar y encontrar a Dios en lo ordinario de la vida.
Esta experiencia transformadora de escuchar y responder a la voz de Dios en la noche se convierte en un punto de inflexión en la vida de Samuel. Le lleva a reconocer su vocación como profeta y a comprometerse más profundamente con el servicio a Dios y al pueblo de Israel. A través de esta experiencia de fe, Samuel encuentra su misión, su naturaleza y el sentido profundo de su vida. Así se convierte en guía para su pueblo.
Por lo tanto, os animo a que favorezcáis estas vivencias de fe. Que vuestra catequesis sea un espacio donde se pueda experimentar el amor de Dios. Que nuestras catequesis sean un lugar donde cada uno pueda tener un encuentro personal con Dios. Porque es a través de estas vivencias surgen las experiencias de fe. Que podamos crecer en nuestra comprensión de la fe y en nuestra vida cristiana.
Que Dios os bendiga en vuestra labor como catequistas. Que Él os guíe y os fortalezca en vuestro camino de fe.