Título: Infoética. El periodismo liberado de lo políticamente correcto.
Autor: Gabriel Galdón López
Editorial: CEU Ediciones
Si alguien en España -y en el mundo- que sabe de desinformación, ese es el catedrático Gabriel Galdón López, autor de este último y especialmente sugerente y arriesgado libro sobre la infoética, término que no sólo incorporó al magisterio de la Iglesia el Papa Benedicto XVI, sino que lo dotó de una profundidad de análisis y de fundamentación filosófica inalcanzable para los teóricos de la comunicación y los analistas de la información al uso. Término que, visto desde esta perspectiva del pensamiento del sabio Joseph Ratzinguer, no sólo le da título a este libro, sino que constituye la clave hermenéutica de todo su contenido.
Vislumbrar la envergadura del fenómeno de la manipulación mediática esta al alcance de toda persona honesta no ideologizada. Recuerdo como en el consejo de dirección de una importante emisora radiofónica su entonces presidente comenzó una reunión diciendo que, al oír la emisora de la competencia, había tenido la impresión de que le estaban hablando de Marte, no de este planeta. Pero cuando todos ya habíamos esbozado una sonrisa, añadió que también cuando oía nuestra emisora tenía la impresión de que se hablaba también de otro planeta. Pero si el lector interesado en estos temas busca en este libro una descripción fotográfica, al hilo de la actualidad siempre efímera, del desarrollo de la desinformación periodística, que hoy llamamos “Fake News” por su complicidad a través de sus nuevas herramientas técnicas de manipulación en las redes sociales, quedará decepcionado, porque este libro no nos cuenta solamente lo que ya todos sabemos sobre el reino de la pos-verdad y como a la postre tantas veces cualquier parecido de la realidad en su verdadero ser y su traslación mediática es mera coincidencia. A no ser que su inquietud sea lo suficientemente honda y perspicaz, en cuyo caso se dará cuenta que tanto en las causas como en las consecuencias de la manipulación comunicativa existe una cuestión pre-formativa, es decir, una manera preestablecida de entender y de mirar la realidad, la políticamente correcta, que huye como de la peste de cualquier pretensión de verdad y de bien, porque el dogma del relativismo impone que no existe distinción entre verdad y falsedad, y como consecuencia, tampoco entre el bien el mal y entre la belleza y la fealdad.
Gabriel Galdón, el profesor humanista universitario de hondura intelectual que no entiende ni la ciencia periodística ni la ética al margen de sus presupuestos filosóficos y teológicos, nos lleva de la mano en este libro para recorrer un camino de conversión de la mirada, empezando en la primera parte del libro por identificar tanto la mirada artificial e inhumana (bajo el paraguas del positivismo y las falacias de la objetividad y la neutralidad) de la realidad, como la mirada desinformativa basada en la superficialidad, la parcialidad y artificiosidad informativas, la omisión de lo esencial y la sacralización de la opinión. Desde ahí nos adentra en el complejo mundo de la mirada manipuladora, del gran engaño de la espiral del silencio, del periodismo objetivista como sustrato de la manipulación mediática, y de muchas de sus consecuencias. Continúa guiándonos en este camino sin eludir la trampa de una mirada correctora insuficiente tanto desde la epistemología como desde la teleología. Por fin en la segunda parte del libro aparece la luz cuando nos adentra la mirada luminosa, la de la infoética, que lo es antes de la sabiduría, de la verdad liberadora, y de la verdadera naturaleza ética del periodismo. Y en la tercera parte del libro nos revela el secreto de la unidad entre verdad y amor en la única mirada capaz de saber sobre la realidad, y saber compartirlo. Al final, nos propone bajo el epígrafe “Periodistas, medios y aventuras quijotescas” la mirada del periodista católico y de las comunidades creativas-informativas. Si quieres que no te engañen, y sobre todo no engañarte a ti mismo, gozarás recorriendo este camino, y entenderás el verdadero poder del periodismo.