En el Encuentro Diocesano de Catequesis celebrado el pasado 8 de abril, el Delegado Episcopal de Catequesis, en nombre del Equipo de Expertos de la Delegación que esta elaborando una renovación de los objetivos, procesos, itinerarios y materiales para la catequesis en Madrid, presentó este decálogo de puntos sobre la Catequesis que NO queremos en Madrid (los tres primeros) y la Catequesis que SI queremos en Madrid (los siete restantes). No pocos sacerdotes y catequistas nos han pedido este decálogo para su reflexión y aplicación. Lo ofrecemos a continuación:

LA CATEQUESIS QUE QUEREMOS EN MADRID copia

¿Qué catequesis queremos en Madrid?

Podemos empezar diciendo la catequesis que no queremos en Madrid:

1.- No queremos una catequesis desmotivada:

Nos preguntamos por qué tantos padres, con nada o con muy poca fe, desvinculados de la vida de la Iglesia,  nos traen los niños a la catequesis. Y nos asustamos cuando comprobamos que estos niños jamás han oído hablar de Dios, y por tanto jamás han pensado que podían dirigirse a él, conocerle, amarle, y sobre todo dejarse amar por él. Y sin darnos cuenta podemos caer en el pesimismo, en la sensación de impotencia, en alarmarnos por todo ello. Pero en realidad todo esto debería ser motivo para animarnos aún más a responder al gran desafío de la misión evangelizadora de la catequesis. Y nosotros entonces, aún estando a poca distancia física de la parroquia o el colegio católico, podemos hacer un lago viaje misionero como los que hicieron San Pablo o San Francisco Javier, y super-motivados e ilusionados como ellos, ir a su encuentro, con el ardor de todo discípulo-misionero, que no puede ser discípulo sin ser misionero, ni misionero sin ser discípulo.

2.- No queremos una catequesis abstracta y foránea:

No queremos que los niños, lo adolescentes y los jóvenes, pasen por nuestras salas de catequesis y por nuestros oratorios sin pena ni gloria, habiendo recibido una información que por muy precisa y completa que sea en sus contenidos,  no conecte con sus inquietudes, con sus anhelos, con el mundo de sus búsquedas y sus encuentros, o de sus desencuentros y frustraciones; sino que resbale, como el aceite sobre el agua. Y, aún peor a que pueda olvidarse, pueda percibirse y a la postre retenerse como una confusa maraña de ideas ininteligibles e inútiles, al final rechazadas incluso cuando con los años pueda despuntar la inquietud religiosa, y busquen respuestas en cualquier lugar menos en aquella instrucción catequética que nunca fue por ellos valorada y asumida.

3.- Y no queremos una catequesis desencarnada:

No queremos una catequesis en la que se mire la fe como una realidad desconectada con la vida, con la vida de los catecumenos y de sus familias, con la vida de la sociedad y del mundo en el que viven, con la vida real del hombre en el aquí y el ahora de la catequesis, sino que busque en la pupila de los ojos de Dios a Aquel que “tanto amo al mundo que le entregó a su propio hijo” para salvarlo. No queremos una catequesis en la que se pase por alto aprender a ser mejores personas, mejores ciudadanos, hombres mujeres justos y solidarios, comprometidos por el Reino de Dios, reino de justicia, de amor y de paz. No queremos una catequesis en la que “aspirar a los bienes de arriba” de los que nos habla San Pablo, signifique desentenderse de lo que hay aquí abajo. No queremos una catequesis en la que los grandes principios y aplicaciones de la Doctrina Social de la Iglesia queden al margen de ese ser cristiano que se va moldeando en la iniciación cristiana de la catequesis.

Pero también y sobre todo, en positivo, podemos decir cómo es la catequesis que queremos en Madrid:

1.- En Madrid queremos una catequesis más misionera: que asuma el desafío de tener en cuenta que los niños, adolescentes, jóvenes y adultos que catequizamos no han recibido, al menos suficientemente, el primer anuncio del Evangelio, y en algunos casos ni siquiera la experiencia básica propia del despertar religioso. Para ello sabemos que, entre otras cosas, hay que hacer una catequesis más propositiva y provocativa, y no de mero mantenimiento, que hay que sustituir la mentalidad y el lenguaje de la catequesis sacramental (catequesis de primera comunión, de confirmación, etc…) por la mentalidad y el lenguaje de la catequesis de iniciación cristiana.

2.- En Madrid queremos una catequesis más inculturada, que en función del principio de la doble fidelidad de la catequesis (la fidelidad al legado de la fe y la fidelidad al destinatario), tenga en cuanta la cultura circundante de las nuevas generaciones, tanto para saber leer desde ella la manera de manifestarse la inquietud religiosa, como para saber expresarse con los nuevos lenguajes de esta nueva cultura. Para ello sabemos que necesitamos una catequesis más creativa, más arriesgada, y más elocuente. Una catequesis en la que no falté el auxilio de las nuevas tecnologías y lenguajes de la comunicación, pero sobre todo que tenga en cuenta que las nuevas generaciones comparten su mundo real con ese mundo virtual, una especie de sexto continente, y que como parte de su mundo, debemos intentar entrar el él, para estar donde ellos están.

3.- En Madrid queremos una catequesis que de más importancia y prevalencia a la Palabra de Dios. Que a través de la fuerza irresistible de la Palabra sea Dios mismo quien se comunique con los catecúmenos, para que la catequesis sea un encuentro con la Palabra de Dios hecha carne, que entra en diálogo con ellos como la samaritana o Nicodemo, como Mateo o el joven rico, como el ciego o el paralítico mirados por Cristo. Queremos una catequesis que vaya antes de la Palabra al Credo, que del Credo a la Palabra. Que sea por la Palabra primer anuncio para que la iniciación tenga un inicio. Que sea una catequesis revestida de la Palabra, acompañada por la Palabra, arropada por la Palabra, porque la Palabra es Palabra de Vida, Palabra que conecta con la vida, y Palabra llamada a ser convertida en vida.

4.- En Madrid queremos una catequesis más testimonial, más centrada en el catequista que en el catecismo (o en los materiales de la catequesis). Que sea de verdad, como dice el Papa Francisco,” la transmisión de la memoria de la fe de la Iglesia a través de la memoria de la fe del catequista”, que este basada fundamentalmente en la aportación del catequista como testigo de Cristo, que pone en juego su experiencia de fe, y también, por su entrega generosa a los catecúmenos, todas sus habilidades humanas y pastorales. Queremos desde la aportación de los catequistas una catequesis menos teórica y abstracta y en cambio más experiencial, provocativa y personalizada.

5.- En Madrid queremos una catequesis más mistagógica: Queremos acercar a los niños, a los adolescentes, a los jóvenes y a los adultos a una vivificadora experiencia de Dios, personal y comunitaria, honda y madura. Queremos para ello una catequesis en la que la oración y la celebración litúrgica, sobre todo la misa dominical, y el silencio que acoge la Palabra, tengan un mayor peso en la catequesis. Que esta no sea sólo y no tanto la transmisión de una verdad, sino también de bondad y de belleza. Que no sea sólo catequesis de lo decible, sino también y sobre todo catequesis de los indecible. Que no sea sólo una propuesta razonable de la fe, sino que ayude a un despertar también sensible y orante en el acompañamiento hacia el misterio insondable de Dios y hacia la conversión de la vida a Él.

6.- En Madrid queremos una catequesis más vinculada a la pastoral parroquial. Una catequesis que no caiga en el reduccionismo formativo (que se confunde con la formación religiosa escolar) y que promueva en cambio su dimensión comunitaria, por la que en la catequesis antes que enseñar se acoge y se integra en la comunidad cristiana: la parroquial, en su caso la escolar (cuando el colegio religioso es de verdad un ámbito comunitario de la fe), y la familiar. Queremos una catequesis integrada en la pastoral infantil, juvenil y familiar de las parroquias, en la que no sólo llamamos catequesis a las sesiones semanales que ofrezcamos, sino a todo lo que significa iniciar y acompañar en la fe: a la motivación en las celebraciones, a las convivencias y campamentos, a las relaciones personales entre los sacerdotes, los catequistas, los catecúmenos, las familias, y todos los actores de la vida parroquial.

7.- En Madrid queremos una catequesis más vinculada a la pastoral familiar. En Madrid queremos una catequesis en la que lejos de quejarnos de ellos, acojamos a los padres de los niños y adolescentes que nos encomiendan. Los padres, más allá de querer mantener la tradición social de la celebración festiva de la primera comunión o la confirmación, quieren lo mejor para sus hijos. Y por eso nos los encomiendan. Queremos involucrar a los padres, primeros catequistas, en la catequesis, por muy alejados que estén de la fe, más con la acogida, el diálogo, la cercanía y la propuesta, que con la exigencia.