Génesis 3,9-15.20; Efesios 1,3-6.11-12; Lucas 1,26-38
HABLA LA PALABRA: Del pecado a la libertad
La Palabra de Dios nos muestra en esta fiesta la realidad del pecado, posible por el misterio de la libertad, borrable por el misterio de la libertad.
- “La serpiente me engañó y comí”: es la respuesta de Eva a su Hacedor. Desde el primero de los pecados no ha cambiado nada: el maligno (la serpiente), la mentira (me engañó), y la fragilidad (y comí).
- Pero la Historia de la Salvación no termina aquí, en el pecado del hombre, sino en la victoria del bien sobre el mal, por la misericordia y la fidelidad de Dios con su pueblo, como hemos cantado con el salmo 97.
- Además, como nos dice san Pablo en su himno cristológico de la Carta a los Efesios: “Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de creación el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor”.
- Frente al pecado de Adán y Eva, esta la obediencia a Dios de su Hijo eterno y de María, a la que contemplamos en el Evangelio diciendo: “Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra”
HABLA EL CORAZÓN: Sin pecado original
- Lo que nos cuenta el relato del libro del Génesis del árbol es que hubo una primera vez en la que el hombre quiso burlar la diferencia entre el bien y el mal, que llamamos pecado original. Es como un bote cerrado al vacío: en cuanto se abre, ya entra el aire, y aunque se vuelva a cerrar, ya la conservación de su interior no es la misma. Cuando nuestros primeros padres optaron por primera vez en la historia dar la espalda a Dios, abrieron el corazón del hombre al pecado.
- Siempre hay una primera vez para todo. También en la vida de cada uno hubo un primer bien, y un primer mal. Pero los cristianos creemos que, por la misericordia de Dios, él ha restaurado en nosotros la primacía del bien. En el bautismo hemos fuimos liberados del pecado original, pero siempre que damos la espalda a Dios resuena en nosotros la herida de ese primer pecado… ¿No ves como en todos nosotros aparece alguna vez está herida?
- La Inmaculada Concepción es un dogma de fe que explica que María es la única persona en la historia de la humanidad que nació sin pecado original.
- Dios pensó en María para ser su madre incluso antes de nacer. Por eso decide prepararla de forma especial y le concede la gracia de nacer sin ningún tipo de mancha. Todos los demás nacemos con esa tendencia al pecado, que nos limpia el bautismo. Pero la madre de Jesús no fue víctima de ese pecado original.
HABLA LA VIDA: El milagro de la Batalla de Empel
Como nos explica la periodista María Martín Álvarez, España se viste de gala cada 8 de diciembre para celebrar a su querida patrona ¡La Virgen de la Inmaculada! ¿Sabes por qué se escogió este día y qué es lo que celebramos?
- Pues porque en la Batalla de Empel, el ejército español derrotó al bando enemigo gracias a un milagro de la Virgen. Fue durante la Guerra de los Ochenta Años en Flandes, en 1585. Un tercio de la armada española combatían en la isla de Bommel, concretamente en el monte de Empel.
- Pero… ¿Qué sucedió aquella noche? Uno de los soldados del ejército español, mientras cavaba una trinchera, se encontró con una imagen de la Virgen. Una tabla flamenca que reflejaba la Inmaculada Concepción de María.
- Así que improvisaron un altar a la Virgen y se pusieron a rezar toda la noche. A la mañana siguiente, el agua se había congelado y el ejército pudo huir. Los españoles vencieron en Flandes una batalla que parecía perdida. Desde ese año, la Inmaculada Concepción fue proclamada patrona de los Tercios de Flandes e Italia.
- La Iglesia declaró el dogma de la Inmaculada Concepción en el año 1854. Fue bajo el pontificado de Pío IX qué firmó la bula Ineffabilis Deus. Años más tarde, en 1708, por orden del Papa Clemente XI se declaró “fiesta de guardar”.
- Bien es cierto, que desde la Edad Media ya se había defendido la figura de la Virgen. Por ejemplo, el monarca visigodo Wamba, fue reconocido en el XI Concilio de Toledo (año 675) con el título de “Defensor de la Purísima Concepción de María”.
- Además, el rey Carlos III creó una orden religiosa dedicada a esta Virgen. Tal era su devoción que la declaró patrona de todos los territorios españoles y de todas sus posesiones.
Manuel María Bru Alonso, delegado Episcopal de Catequesis