Números 21,4b-9; Filipenses 2,6-11; Juan 3,13-17
HABLA LA PALABRA: El monte de las cruces
En el Monte de las Cruces en Lituania se encuentran multitud de cruces de todas las formas y tamaños. De las más grandes cuelgan más chicas, y así sucesivamente. Cada cruz responde a una vida desde la Edad Media hasta hoy. En el siglo XX las cruces se multiplicaron, como se multiplicaron en Europa las víctimas del odio racial, de las guerras, de las persecuciones religiosas. San Juan Pablo II y Benedicto XVI rezaron y lloraron en este monte, el monte de los estandartes de Dios.
• En la Antigua Alianza Dios todopoderoso le pidió a Moisés que elevará un estandarte donde colgase una serpiente: bastaría con mirarla para quedar sanado de las mordeduras de las serpientes que atemorizaban el camino de la libertad del pueblo elegido.
• En la Nueva Alianza, será Jesús el exaltado en una cruz porque, como le dijo a Nicodemo: “Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre”.
• Y san Pablo en el himno cristológico de su carta a los Filipenses lo confirmó de un modo solemne y contundente: “Dios lo levanto sobre todo, y le concedió el nombre sobre todo nombre, de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble”.
HABLA EL CORAZÓN: Las verdaderas cruces
• La verdadera cruz no esta en las cruces de oro o de marfil, ni siquiera en las de madera de moda entre los jóvenes. Las cruces visibles tienen un único valor: sirven para recordarnos Quien es el que ésta crucificado en las cruces invisibles, que son las cruces de la vida de cada día, porque cada día tiene su afán, y su cruz. Están tras las puertas de cada uno de tus vecinos, en los nombres de tu agenda, o en la lista que cada mañana se lee en el aula de tu escuela, o en el fichero de tus compañeros de trabajo, porque la cruz está en los ojos de cada hombre, espejos de todas las heridas de su alma y de su cuerpo.
• La cruz está en todos tus recuerdos y en todos los rincones de tu casa. La cruz es siempre una suplica expresada en grito o en llanto, o en lenta y confiada oración: porque la cruz es todo vacío que sólo puede ser llenado por Jesús, toda soledad que sólo puede ser acompañada por Jesús, toda dolor que sólo puede ser curado por Jesús, todo pecado que sólo puede ser perdonado por Jesús.
• La cruz es la vida del hombre cuando este la descubre como una barca a la deriva sin Jesús, como un resplandor de claridad con Jesús.
HABLA LA VIDA: La cruz de Van Thuan
Si tuviera que quedarme con una “cruz visible” de entre tantas que he tenido en mis manos, sin duda sería la cruz pectoral del Cardenal Van Thuan. Tuve la suerte de poder presentar a Van Thuan en Madrid a los periodistas en su único viaje a España, en febrero del año 2002.
Tras haber pasado 15 años de reclusión por la tremenda persecución religiosa de su país, Vietnam, el Cardenal Van Thuan, tomando en sus manos la cruz pectoral nos la enseño diciendo: «esta cruz hecha con la madera que me dejaron cortar los carceleros, y esta cadena, hecha con el alambre que rodeaba la prisión, es el signo de que un amor como el de Cristo en la Cruz conquista los corazones, y vence al mal, como conquistó mi amor el corazón de aquellos guardias que se jugaban la vida ayudándome a labrar esta cruz».
De hecho, constantemente tenían que cambiarle a sus guardias porque “los contaminaba” con su testimonio evangélico. En una ocasión ellos le preguntaron: “¿Usted nos ama a pesar de que le hemos hecho daño?”. Él les respondió: “Sí, claro que los amo, aunque me maten, porque Jesús me ha enseñado a amar a todos, también a los enemigos. Y si no lo hago, no soy digno de llevar el nombre de cristiano”.
Se quitó el pectoral, y lo puso en mis manos delante de todas aquellas cámaras. Pestañeaba cada vez que se disparaba un flas. Miraba sus pequeños ojos al darme ese pectoral. Yo preferí mirarlo a él y escucharle, que bajar la mirada para ver esa cruz que, por un instante pensé, sería sin duda la reliquia de un santo, pero sobre todo el signo de la vida que vence a la muerte.
Manuel María Bru, delegado Episcopal de Catequesis de la Archidiócesis de Madrid