OFRECEMOS A CONTINUACIÓN LOS COMENTARIOS A LAS LECTURAS DEL DOMINGO 4 DE OCTUBRE, XVII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (CICLO B), PARA LA CELEBRACIÓN EN LA DIÓCESIS DE MADRID DEL DOMINGO POR LA COMUNIÓN ECLESIAL

  • Abajo ofrecemos en PDF los auxilios litúrgicos de esta celebración del Domingo por la Comunión Eclesial,
  • así como el Comentario a las lecturas para el resto de las diócesis

FIEL ES DIOS QUE OS LLAMÓ A LA COMUNIÓN:

1.- ¿Que es la Viña del Señor? Se trata de una bellísima alegoría bíblica para asignar al Pueblo de Dios, el de la Antigua Alianza, y el de la Nueva Alianza que, convocado por Jesucristo, no conoce fronteras, y que subsiste en su Iglesia.

  • La lectura del Profeta Isaías que hemos escuchado, y la del salmo 79 que hemos aclamado, nos revela que ya en la Antigua Alianza, el compromiso de Dios con su viña no tiene límites, aunque el compromiso del pueblo de Israel para con su Dios dejase mucho de desear.
  • Bien claro deja el Señor Jesús en el Evangelio de Mateo que hemos escuchado, que Dios nuestro Padre, el dueño de la viña, se la quiere arrendar, siguiendo esta analogía, a otros labradores. Es decir, la hace extensiva a todos los hombres y a todos los pueblos. Todos son convocados a la unidad de su Iglesia.
  • Y en su Carta a los Filipenses, San Pablo enumera las condiciones para que la Iglesia, la nueva viña del Señor, permanezca siempre fiel a la Nueva Alianza: estar al servicio de la verdad, de la justicia y de los valores que promueven y salvan al hombre de cada tiempo y de cada lugar. Es decir, que en la Nueva Alianza el compromiso del Pueblo de Dios para con él es inseparable del compromiso del Pueblo de Dios para con el hombre, y por tanto, con todos los hombres y todos los pueblos de la tierra.

2.- San Gregorio Magno explicaba esta parábola como relato de “la historia de la salvación”: Si las primeras horas del día, con sus diversos periodos, se corresponden con la Antigua Alianza, la hora undécima comprende el tiempo desde la venida de Cristo hasta el fin del mundo.

  • Así, el trabajador de la mañana, de la hora de tercia, de sexta y de nona, es el pueblo judío, que por sus elegidos no cesa de trabajar en la viña del Señor, desde el principio del mundo, esforzándose en honrar a Dios con la rectitud de su fe.
  • Los gentiles son los llamados a la hora undécima, sin haber hecho esfuerzo alguno en ninguna de las tan largas épocas del mundo para cultivar su viña. ¿Y qué otra cosa significa la contestación Ninguno nos ha llamado a jornal, sino el hecho de que nadie les había predicado el camino de la vida?
  • Vinieron, pues, los de la hora undécima y cobraron un denario cada uno. El mismo denario, que con tanto deseo estuvieron esperando todos, reciben tanto los que trabajaron a la hora undécima, como los que trabajaron desde la primera hora, porque igual recompensa, la de la vida eterna, consiguen los que fueron llamados desde el principio del mundo, como los que vengan a Dios hasta el fin del mundo.
  • Y al cobrarlo, murmuraban contra el propietario. ¿Cómo es posible que murmuren los que son llamados al Reino de los Cielos? Porque el que murmura, no recibe el Reino de los Cielos y el que lo recibe, no puede murmurar (…)
  • Y como nosotros recibimos la corona de la bienaventuranza por efecto de la bondad del Señor, añade: ¿Es que no puedo hacer con lo mío lo que quiero? Grande insensatez del hombre es murmurar contra la bondad de Dios. Porque podría quejarse de Dios cuando no le diera lo que le debe; pero no tiene motivo para formular sus quejas cuando El no da lo que no le debe. Por eso añade con tanta claridad: ¿O va a ser malo tu ojo porque yo soy bueno?

3.- Al celebrar este domingo la Jornada Diocesana por la Comunión de la Iglesia, podemos reconocer tres llamadas concretas de la Palabra que nos regala la Iglesia:

  • Primero: Se nos pide que seamos custodios de la comunión de la única Viña, la convocada por su único Señor, que es la piedra angular de su historia y de toda la Historia de la Salvación. Sea cual sea la “hora” a la que hayamos sido llamados, sea cual sea la vocación y la misión que en ella estemos llamados a ejercer como trabajadores de esta Viña, todo lo que hagamos, será en vano, sino forma parte de la comunión. Porque sin comunión no hay misión. Sin comunión en las parroquias, en las diversas comunidades, en todos los que formamos parte de las mismas, las diversas tareas evangelizadoras que realizamos (la acción social, la catequesis, la liturgia, etc…), se volverían ineficaces. Si no está él, el Señor, la Piedra Angular, en medio de nosotros, según su promesa: “donde dos o tres estén reunidos -unidos- en mi nombre, yo estoy en medio de ellos” (Mateo 18,20), no podremos hacer nada, porque él es el único evangelizador, el único oferente que da culto al Padre, el único que puede construir su reino de justicia, de amor y de paz entre nosotros.
  • Segundo: Que la verdadera comunión en la Iglesia es imagen de Dios, uno y trino, nace del amor mutuo, y no tiene nada que ver con los empeños humanos por la uniformidad, sino que realiza la unidad en la diversidad. Por eso, necesita de la diversidad de carismas, de estilos, de acentos, de ámbitos de presencia, de modos de ser y de actuar, mutuamente reconocidos, mutuamente apoyados, y mutuamente integrados. Pues, según nos dijo el Señor: “en esto conocerán que sois mis discípulos, si os amáis los unos a los otros” (Juan 13, 35). Y esto supone también la no discriminación de nadie en la comunión: todos somos convocados a la unidad, hasta los más alejados o lejanos de la fe, son en su corazón hijos de la Iglesia. Una comunión, como nos pide siempre nuestro obispo, que se realiza “con todos, entre todos y para todos”
  • Tercero: San Gregorio Magno advertía del mal infundido por la murmuración de los obreros de la Viña. También la comunión de la Iglesia se resiente con las murmuraciones en la comunidad cristiana, alimentadas por las disidencias, las controversias, las envidias, o las pequeñas o grandes luchas de poder. No serán, como las de aquellos labradores, murmuraciones directamente contra el dueño de la Viña, pero a la postre si lo son contra él, porque el Dueño de la Viña de la Iglesia nos quiere a todos, con nuestras diferencias y con nuestras deficiencias, y nos quiere unidos, de tal modo que entre nosotros reine el amor, que, como nos dice San Pablo, “es paciente, es benigno (…), no tiene envidia, no presume, no se engríe; no es indecoroso ni egoísta; no se irrita; no lleva cuentas del mal; no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta (1 Corintios 13, 4-7).

4.- Encomendémonos a aquellos que San Juan Pablo II llamó “los mártires de la unidad”. Tras el genocidio de Ruanda de 1994, entre hutus y tutsis, en el seminario menor de Buta había 40 adolescentes de las dos etnias. Tres supervivientes, hoy sacerdotes, lo cuentan así: “Oíamos las cosas que sucedían por todas partes, pero esto no nos desanimaba. Ayudados por nuestros educadores y por el Espíritu de Dios, tratábamos de vivir en unidad y en fraternidad. El 29 de abril de 1997 los rebeldes avanzaron hacia nuestra casa. ¿Cómo comportarnos en caso de ataque? Juntos, nos dijimos: Permaneceremos unidos. A la mañana siguiente irrumpieron en nuestro dormitorio. Empezaron a disparar sin control, gritando: ¡Los hutus a un lado, y los tutsi al otro! Rechazamos dividirnos. Permanecimos juntos”.  Porque, como decimos nosotros hoy, no puede ser de otra manera, ya que: “FIEL ES DIOS QUE OS LLAMÓ A LA COMUNIÓN”.

AUXILIOS LITÚRGICOS PARA EL DOMINGO POR LA COMUNIÓN ECLESIAL QUE CELEBRA LA DIÓCESIS DE MADRID:

Dom. comunión. Completa liturgia

Dom. comunión. Subsidio para los fieles

COMENTARIOS A LA PALABRA DEL DOMINGO XXVII DEL TIEMPO ORDINARIO, CICLO A, PARA EL RESTO DE LAS DIÓCESIS:

27 DOMINGO TIEMPO ORDINARIO (A)

VIDEO PROMOCIÓN DEL DOMINGO POR LA COMUNIÓN ECLESIAL: