QUINTO DOMINGO DE PASCUA (Ciclo A): EL ULTRASENTIDO DE LA VIDA

 Hechos 6,1-7; Pedro 2,4-9; Juan 14,1-12

HABLA LA PALABRA: La piedra angular

La Palabra de Dios nos ha revelado cuál puede ser el centro neurálgico, la piedra angular, y el sentido (el ultra-sentido, como lo llamaba Victor Frankl) de nuestra vida:

  • En los Hechos de los Apóstoles se nos dice porqué en Jerusalén, día a día, “iba creciendo el número de los discípulos de Cristo”. La respuesta es que “la Palabra de Dios iba cundiendo” en la primitiva comunidad cristiana. Es decir, iba respondiendo a los verdaderos anhelos del ser humano, los mismos allí y entonces que aquí y ahora: la fe en Cristo desarrollaba, cumplía, y realizaba, la búsqueda del Sentido de la vida.
  • Con el salmo 32 hemos reconocido que creer en el amor de Dios significa encontrar una respuesta a las preguntas existenciales de la vida: “Que tu misericordia Señor venga sobre nosotros como lo esperamos de ti”.
  • Pedro, en su primera carta, recurre a una vieja expresión bíblica para mostrarnos que Cristo es la “piedra angular”: con la que “tropiezan” y “se estrellan” quienes no creen en Él. Pero que en cambio, quien se apoya en ella, “no queda defraudado”.
  • Y en el Evangelio el mismo Señor nos revela tres cosas sobre si mismo:
  • Qué Él es el único camino para llegar a Dios Padre: “Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocéis a mi, conoceréis también a mi Padre”.
  • Qué Él es el único camino para vivir en la paz, para vivir en la templanza, para vivir en la entereza, para realizarnos humanamente, y para alcanzar la vida eterna: “Que no tiemble vuestro corazón: creed en Dios, y creed también en mí”.
  • Que Él es, en definitiva, “el camino, la verdad y la vida”: el único camino, la única verdad, la única vida.

HABLA EL CORAZÓN: Camino, verdad y vida

Jesús nos dice: “Yo soy la verdad, el camino, y la vida”. Explica el Papa Francisco:

  • “La verdad es aquello sobre lo que uno se puede apoyar para no caer. En este sentido relacional, el único verdaderamente fiable y digno de confianza, sobre el que se puede contar siempre, es decir, verdadero, es el Dios vivo. He aquí la afirmación de Jesús: Yo soy la verdad. El hombre, por tanto, descubre y redescubre la verdad cuando la experimenta en sí mismo como fidelidad y fiabilidad de quien lo ama. Sólo esto libera al hombre: La verdad os hará libres».
  • Jesús “nos llevará por el camino de las bienaventuranzas, un camino nada fácil pero apasionante, un camino que no se puede recorrer solo, hay que recorrerlo en equipo, donde cada uno puede colaborar con lo mejor de sí. Jesús cuenta contigo”.
  • “Jesús no es un personaje del pasado, es una persona que vive hoy; no se le conoce en los libros de historia, se le encuentra en la vida (…) Quejándonos de la vida, hacemos que la vida acabe siendo esclava de las quejas y espiritualmente enferma. Se va abriendo paso así una especie de psicología del sepulcro: todo termina allí, sin esperanza de salir con vida (…) ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? El Señor no vive en la resignación. Ha resucitado, no está allí; no lo busquéis donde nunca lo encontraréis: no es Dios de muertos, sino de vivos (cf. Mt 22,32). ¡No enterréis la esperanza!”

HABLA LA VIDA: Sólo Dios basta

Santa Teresa de Jesús nace en Ávila, eh 1515. Con menos de nueve años lee las vidas de algunos mártires y descubre que “todo lo que pertenece al mundo de aquí, pasa”; y que “solo Dios es para siempre, siempre, siempre”. Con veinte años entra en el monasterio carmelita de la Encarnación de Ávila. Reformó la Orden carmelita y fundó hasta diecisiete nuevos conventos. En 1582 muere en Alba de Tormes repitiendo humildemente dos expresiones: “Al final, muero como hija de la Iglesia” y “Ya es hora, Esposo mío, de que nos veamos”. Gran escritora, su obra más famosa es Castillo interior, un castillo con siete moradas, como imagen de la interioridad de la persona, y dibuja el camino que conduce la vida cristiana hacia su plenitud, la santidad, bajo la acción del Espíritu Santo. Al lector de sus obras le enseña a orar, rezando ella misma con él. Rezar, dice, significa “tratar de amistad, estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama”.

Santa Teresa nos sitúa en lo más necesario para encontrarnos con Dios: “Vuestra soy, para Vos nací ¿Qué mandáis hacer de mí? Soberana Majestad Eterna sabiduría, Vuestra soy, pues me criaste, Vuestra, pues me redimiste, Vuestra, pues me llamaste, Vuestra, porque me esperaste, Vuestra, pues no me perdí. ¿Qué mandáis hacer de mí?” El legado espiritual de Santa Teresa de Jesús, por haberle tenido como su única verdad, su único camino y su única vida, es este: “Nada te turbe, nada te espante, quien a Dios tiene, nada le falta. Sólo Dios basta”.

Manuel María Bru Alonso. Delegado Episcopal de Catequesis de la Archidiócesis de Madrid.