Soy Toño Casado, sacerdote. Soy el creador, compositor y director de “33 El Musical”.

 

¿Por qué hablar ahora?

Tras permanecer mucho tiempo en un doloroso silencio, me veo en la necesidad de hacer este escrito por respeto a todas las personas que han apoyado mi obra y mi trabajo. Por ellos y por mi propia dignidad te hago partícipe de los sentimientos contrapuestos y difíciles que me ha tocado sufrir.

¿Qué es “33 El Musical”?

33 no es solo un musical. Es mi legado espiritual. Es el mensaje que Dios me inspiró para hacérselo llegar a los demás. Es mi manera de entender el Evangelio, las palabras que predico y que canto, que incluso llevo grabadas en mi anillo. Lo escribí de un tirón, viendo en mi cabeza las escenas que más tarde dibujé y que se hicieron realidad bajo mi dirección hasta en el más mínimo detalle.

Yo creé el musical y fue un éxito

Yo elegí a los actores del musical, seleccioné al equipo creativo y les dirigí para que plasmasen lo que yo tenían en la cabeza y en el corazón.

Yo lo promocioné mediáticamente, ayudé a encontrar inversores, lo divulgué entre las autoridades e instituciones de la Iglesia e incluso contacté con empresarios para sumarse a la causa. Se estrenó y el espectáculo ha estado en cartelera dos temporadas y, recientemente, ha sido visto por más de medio millón de personas en YouTube. Muchas son las personas que se han encontrado y emocionado con la historia de Jesús.

En este tiempo tuve la satisfacción de trabajar con un elenco y unos profesionales maravillosos que supieron encarnar el espíritu de “33 El Musical”.

La historia de “33 El Musical”

En el principio “33 El Musical” se estrenó en versión concierto para 4.000 personas. Se editó un disco y se grabó el consiguiente DVD, así como un libro de materiales catequéticos.  Más tarde se representó para 7.000 personas, todo ello con el apoyo de personas e instituciones quedesinteresadamente, hicieron real lo que yo había creado. Eran la “Familia 33”. Agradezco a todos los que, desde hace muchos años, tanto de manera profesional como desde el cariño, han apoyado esta obra.

Más adelante, encontré a unos empresarios que, convencidos del éxito financiero del proyecto, decidieron crear una productora y explotar la obra.

La tragedia

Inmerso en la vorágine del trabajo creativo de un musical de gran formato, desbordado por la ilusión de mostrar mi obra al mundo, inocente de mí, no era consciente del infierno en el que estaba cayendo. Desgraciadamente, creyéndome asesorado por estos empresarios (mis socios en la productora White Kite Producciones) y sus abogados, he firmado documentos, muchos de ellos incomprensibles para mí, que me perjudicaron terriblemente como autor, como sacerdote y como persona.

Mis socios me indicaron que la mejor forma de explotar la obra era creando una productora en la que podría participar, White Kite Producciones, y yo confié en ellos.

Debido a mi inexperiencia en asuntos legales, siempre pensé que los derechos de autor eran irrenunciables y en esa creencia procuraron mantenerme mis socios al asegurarme una y otra vez que mantendría el control sobre mi obra, haciéndome pensar que me podría echar atrás en cualquier momento manteniendo mis derechos sobre “33 El Musical”.

Así, confié en mis socios, en el convencimiento de que mi aportación a la productora consistía en permitir la explotación de “33 El Musical” de forma que no se me abonaran inicialmente los derechos económicos que me correspondían para que, de esa manera, el proyecto pudiera salir adelante y fuera viable. 

Nunca pensé que por consentir que se explotase mi obra, pudiese acabar perdiéndola para siempre.

Mi situación actual

Paradójicamente, en la actualidad, únicamente soy socio minoritario de una sociedad, White Kite Producciones. Supuestamente dicha sociedad posee todos los derechos de mi obra, incluidos los derechos de autor, para siempre y para todo el mundo, incluso el derecho de transformarla según sus criterios.

Y digo supuestamente porque, según me dijeron mis socios para que mis derechos sobre “33 El Musical” estuvieran más protegidos, los derechos de explotación de mi obra los tiene ahora otra sociedad, THIRTY THREE MUSICALS, creada por mis socios y de la que yo ni siquiera formo parte…

Yo, sacerdote y artista, estoy atrapado en un entramado de sociedades manejado por empresarios con unos criterios personales y morales muy diferentes a los míos. Yo no tengo ningún poder de decisión sobre mi musical ni puedo enviar materiales a mucha gente que me los pide. No puedo seguir con mi especial misión pastoral, ni puedo cumplir el encargo del Papa Francisco sobre “33 El Musical”. No puedo hacer mi plan de “popularizar el musical” en parroquias o grupos amateurs. He perdido absolutamente el control artístico y espiritual de mi propia obra.

Por arte de magia, en pocos meses pasé de creerme productor y dueño de mi musical en mis pensamientos a empleado en una productora ajena, sin capacidad de decisión y sin reconocimiento ni respeto como autor.

La desafección

De todo lo anterior me di cuenta justo antes del estreno de “33 El Musical” y cuando hablé con mis socios únicamente recibí recriminaciones y reproches injustificados.

Lamentablemente, toda esta situación me ha llevado a que tanto yo como mi familia y mis amigos, mi entorno más cercano, somos incapaces de escuchar “33 El Musical” o de verlo por el sufrimiento que nos genera. No puedo ver “a mi propio hijo” y todo ello lo vivo con gran angustia y tristeza.  Por desgracia, para mí 33 ha sido y es un auténtico calvario.

La depresión

Padecí una grave depresión. Sentí que había perdido mi alma. Perdí mi inspiración, mi creatividad, mi alegría y, lo peor, mis ganas de vivir.  Gracias a Dios, a mi familia, a mi parroquia y a mis amigos pude salir adelante.

Mi situación económica

Económicamente “33 El Musical” sólo me ha traído desastres económicos. Yo soy un sacerdote y encima artista, y personalmente no doy importancia al dinero. No me interesa nada más que para poder ayudar al que lo necesita o financiar mis posibles proyectos de evangelización. Con “33 El Musical” no solo no he ganado, sino que el poco dinero que me pagaron me vi obligado a emplearlo en abogados, psicólogos…  No me he comprado ni una guitarra siquiera…

Como puedes imaginar, mi intención con “33 El Musical” nunca fue ganar dinero. Para mí esta obra era una herramienta de Evangelización, precisamente en cumplimiento de la recomendación del Papa Francisco quien, al enterarse de lo ocurrido con el musical, me pidió que luchase por mis derechos para poder así llevar “33 El Musical” por el mundo, sobre todo a la vieja Europa y los más alejados.

El disco de “33 El Musical”

No tengo ni un solo ejemplar del disco de mi obra, disco que actualmente se está vendiendo. Ni siquiera he escuchado la mezcla final. Quitaron mi nombre de la portada. Gracias a Dios, existe una grabación más fidedigna a lo que  compuse y ahí quedará para la posteridad.

La ocultación de mi nombre

Como puedes verificar, en la segunda temporada de “33 El Musical” mi nombre y mi persona desaparecieron de la publicidad y de cualquier medio público. Si en la primera temporada se explicitaba “Un musical de Toño Casado” en la cartelería y hacía entrevistas casi diariamente, en la segunda mi nombre desapareció, se limitó a lo estrictamente necesario y mi presencia desapareció de todos los medios de comunicación. Cuando alguien en sus comentarios me nombraba no tenían más remedio que responder con palabras aparentemente benévolas.

A pesar de lo anterior, por cuestiones que se me escapan, en las últimas semanas han subido vídeos e imágenes en redes sociales en los que aparezco (en unos videos del Making of del musical, por ejemplo), a pesar de que ni siquiera me informan de ello.

En cualquier caso, sí quiero dejar claro que no he participado ni intervenido de ninguna manera en las últimas “iniciativas publicitarias” que se han llevado en relación con “33 El Musical”, como subirlo completo y de forma gratuita a YouTube o relacionar la imagen del Papa Francisco con el musical.

Mi decisión

Defender mi obra. Yo sólo soy un sacerdote pobre y con bastantes defectos, sin dinero ni influencias, ni agencias de comunicación, ni empresas, ni estrategias comerciales.  Sólo estoy yo, con mi libreta, mi guitarra y mi perro. Y muchos buenos amigos que afortunadamente están a mi lado y me apoyan de forma incondicional.

Dios, que es el que me inspiró “33 El Musical”, encontrará el camino para que esta historia de luz se extienda por el mundo con el espíritu con la que la creé.

Dados los inciertos tiempos que vivimos y nuestra frágil permanencia en este mundo, al menos tengo la tranquilidad de que “33 El Musical” fue creado tal y como Dios un día me lo inspiró para que ese mensaje llegue en la forma que un día lo recibí. Es mi legado. 

La despedida

Gracias por escucharme.

Si eres creyente confío en tu oración. Si no, agradezco tus buenos sentimientos.

Quizá en estos años has escuchado algunas de mis obras o has participado de alguna manera de ellas. Espero haberte ayudado y, si es así, me alegro de corazón. Confío en que esta bella historia de Dios no tenga fin.

Muchas gracias.

Un abrazo

Toño Casado

Sacerdote y autor, compositor y director de “33 El Musical”.