VIGÉSIMO NOVENO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO Ciclo C: EL PODER DE LA ORACIÓN

Éxodo 17,8-13; Timoteo 3,14-4,2; Lucas 18, 1-8

HABLA LA PALABRA: Confianza perseverante

La Palabra de Dios nos desvela la fuerza de la perseverancia:

  • De la perseverancia en la lucha, simbolizada en Moisés, que el texto del libro del Éxodo nos lo muestra infatigable e invencible: “mientras tenía en alto la mano, vencía Israel”. En las luchas de la vida, la fe nos ayuda a mantenernos de pie, sin desfallecer.
  • La perseverancia en la mirada, que nos canta el salmo 120: “levanto mis ojos a los montes: ¡de dónde me vendrá el auxilio? El auxilio me viene del Señor”.
  • La perseverancia en el bien, a la que nos invita san Pablo: “el hombre de Dios estará perfectamente equipado para toda obra buena” si se deja instruir por la Palabra de Dios.
  • Y por último, la perseverancia en la fe, en la confianza plena en Dios, de la que nos habla Jesús con la parábola de la mujer insistente y del juez injusto que terminará escuchándola.

HABLA EL CORAZÓN: Siete tipos de oración

El espacio más idóneo para ejercitar la confianza perseverante, como la mujer de la parábola del Evangelio, esta en la oración. Pero, ¿Cuántos tipos de oración existen?:

  1. La oración de bendición: Es la respuesta agradecida del hombre a los dones de Dios. Nosotros bendecimos al Todopoderoso, quien primeramente nos bendice y colma con sus dones.
  2. La oración de adoración: Es la oración de aquel que se reconoce criatura y así lo expresa delante de su Creador, máxime si lo hace contemplando la creación.
  3. La oración de petición: Por medio de ella, pedimos perdón a Dios o le pedimos humilde y confiadamente por todas nuestras necesidades espirituales y materiales.
  4. La oración de intercesión: Consiste en pedir un favor para otra persona. Esta oración nos une a la oración de Jesús, que intercede ante el Padre por todos los hombres, en particular por los pecadores e incluso por los enemigos.
  5. La oración de acción de gracias: Todo acontecimiento se convierte para el cristiano en motivo de acción de gracias. Y cuando celebramos la Eucaristía, Cristo nos hace partícipe a la Iglesia de su acción de gracias al Padre.
  6. La oración de alabanza: Es la forma de oración que, de manera más directa, reconoce que Dios es Dios y le da gloria no tanto por lo que realiza a favor nuestro, sino por ser quién es.
  7. Y la oración litúrgica: que, sobre todo en la Eucaristía, contiene y expresa todas las formas de oración.

HABLA LA VIDA: El milagro de la piscina

Jamás habría pensado Luis que ese día rezaría, y las consecuencias de su oración: “Aquel día no debía ir a entrenar, ya que me habían dicho que la piscina estaría cerrada. Pero yo soy muy terco, la competición estaba ya muy cercana y no quería perder ni un solo momento para practicar. Así que fui, y me llevé una gran alegría cuando vi que la puerta del recinto estaba abierta. Eso sí, apenas había luz, por lo que casi a tientas me cambié como pude en el vestuario y subí casi a ciegas al trampolín, dónde un pequeño foco iluminaba de abajo hacia arriba débilmente el pabellón. 

Tengo que practicar muchos saltos hoy, seguro que gano la medalla de oro si me esfuerzo… Pensé mientras adoptaba la postura inicial. Me puse completamente erguido, extendí mis brazos en cruz y… 

Entonces, como un flash, quedé impactado con mi propia imagen que se reflejaba en el techo. Me vi y recordé a Cristo crucificado. Hacía años que no rezaba, y mucho más tiempo aún que no entraba en una Iglesia. Sin embargo, aquella imagen llegó hasta lo más profundo de mi corazón. Recordé aquellas imágenes que había visto de pequeño de Cristo crucificado, y lo que me habían contado mis catequistas y los sacerdotes acerca del gran sacrificio que  Cristo había hecho en la cruz muriendo por nosotros. 

Bueno, un poco de oración no me vendrá mal… pensé… Así es que en lugar de lanzarme a la piscina, me arrodillé en el trampolín y comencé a rezar… Quizás, volví a reflexionar,  hasta Jesús me ayudaría a que mi salto el día de la competición fuera perfecto… No recuerdo cuanto tiempo estuve arrodillado rezando, ya que me detuve un rato a recitar las oraciones que todavía lograba recordar, pero sólo recuerdo que de pronto, todo se iluminó y empecé a oír voces… 

Me incorporé en el trampolín y asomé la cabeza hacia abajo… Unos hombres vestidos con unos monos azules me vieron con cara de sorpresa y me dijeron: ¡Pero chico, que te pasa, baja de ahí…! ¿No sabías que la piscina está hoy vacía y venimos a limpiarla?”.

Manuel María Bru Alonso. Delegado Episcopal de Catequesis del Arzobispado de Madrid