Infomadrid.- Antes del parón navideño, la parroquia de San Juan de la Cruz ha acogido la octava sesión del X Ciclo de Conferencias para Evangelizadores, una iniciativa organizada por diversas delegaciones episcopales de la Archidiócesis de Madrid. En esta ocasión, la reflexión se centró en «El cuidado como rasgo de identidad de la pastoral con niños y jóvenes», ponencia impartida por Juana Trigo, directora del Colegio Diocesano Nuestra Señora de Fátima.
Al principio de su intervención, Juana Trigo quiso comenzar reconociendo el mérito de quienes se dedican a la evangelización y a la educación cristiana, destacando que «dar lo que se nos ha dado, regalar ayuda y enseñanza, es una de las cosas más bonitas que se pueden hacer en la vida». Desde esta convicción, propuso una reflexión que combinó un marco teórico con numerosos recursos prácticos aplicables tanto al ámbito escolar como al pastoral.
Para estructurar su exposición, la ponente invitó a trabajar el título de la sesión a partir de palabras clave, un recurso habitual en el ámbito educativo. En este caso, señaló tres conceptos esenciales: cuidado, seña de identidad y pastoral.
El cuidado, en el centro del mensaje cristiano
Trigo subrayó que el cuidado no es un elemento accesorio, sino que forma parte del ADN del mensaje cristiano. A través de ejemplos bíblicos —como el Buen Samaritano, el mandato de amar al prójimo, curar heridas o dar de comer al hambriento— recordó que «nuestro Dios es amor» y que, por tanto, el cuidado debe impregnar toda acción pastoral.
Asimismo, destacó la importancia de emplear recursos variados en el trabajo con niños y jóvenes, como la música, la interacción y la creatividad, para favorecer la atención y el aprendizaje, teniendo en cuenta que la atención sostenida es limitada y que el movimiento y la emoción juegan un papel clave.
Una seña de identidad que permanece
Al abordar la idea de seña de identidad, la ponente explicó que se trata de aquello que es esencial, inseparable y permanente. En este sentido, afirmó que la pastoral con niños y jóvenes debe caracterizarse por una coherencia profunda entre la fe que se profesa y el modo de relacionarse con los demás.
Desde la raíz etimológica de la palabra pastoral —pastor, pastorear, apacentar—, Trigo insistió en que una pastoral auténtica ha de ser reflejo del amor de Dios: «Cuando nos pongamos delante de un niño o de un joven, dejemos translucir ese amor de Dios en lo que hacemos, en lo que decimos y también en aquello que no está preparado y hay que afrontar».
Preguntarse para cuidar mejor
Una vez analizados los conceptos centrales, la ponente animó a formular preguntas que ayuden a concretar la acción pastoral: qué, por qué, cuándo, dónde, a quién, cómo y para qué. Desde esta perspectiva, invitó a ampliar la mirada del cuidado no solo a los alumnos o jóvenes, sino también a sus familias, a los catequistas, a la comunidad parroquial y a uno mismo.
En este proceso de discernimiento, presentó el recurso «veo – pienso – me pregunto», que permite detectar necesidades formativas, analizarlas en profundidad y generar planes de acción realistas y eficaces.
Una pedagogía del cuidado
En la parte final de la conferencia, Juana Trigo desarrolló el concepto de pedagogía del cuidado, basada en la persona y en el mensaje evangélico, con un enfoque abierto y flexible. Esta pedagogía se sostiene sobre tres pilares: el cuidado de la persona, del entorno y de los métodos empleados.
Cuidar implica atender todas las dimensiones de la persona —emocional, intelectual, social, física y espiritual—, así como los entornos escolar, pastoral, familiar y social. En cuanto a los métodos, destacó la importancia de escuchar, observar, acompañar, servir y reconocer al otro, favoreciendo sesiones dinámicas, variadas y participativas, con rutinas que aporten seguridad y organización.
Finalmente, puso el acento en la evaluación y valoración del proceso, subrayando que es un momento clave que no debe reducirse a un examen, sino que ha de ayudar a la persona a autoevaluarse y crecer, en coherencia con una auténtica pedagogía del cuidado. La sesión concluyó como una invitación a renovar la pastoral con niños y jóvenes desde una mirada más humana, evangélica y coherente, donde el cuidado sea verdaderamente una seña de identidad.





