Infomadrid.- Santiago Tedeschi

La parroquia de San Juan de la Cruz continúa acogiendo las sesiones del X Ciclo de Conferencias para Evangelizadores, organizado por varias delegaciones episcopales de la Archidiócesis de Madrid. Este jueves ha tenido lugar la quinta sesión, titulada «¿Está aquí? La presencia de “Jesús en medio”, prioridad en la evangelización», impartida por José Juan Quesada, misionero focolarino.

La propuesta de Quesada ha comenzado de la pregunta que abre el título de la charla: «¿Está aquí?». «Es la pregunta por excelencia, lo que más importa», afirmó. La segunda parte del título —la presencia de “Jesús en medio”, prioridad en la evangelización— remarca, según ha explicado, que en la misión pastoral «lo primero es lo primero».

Durante su intervención, José Juan Quesada también compartió una experiencia personal conmovedora: recordó a su amigo Alessandro Mammucari, fallecido el 2 de noviembre del 1990, a causa de la ELA con 33 años. Este testimonio sirvió para subrayar la importancia del cuidado mutuo entre evangelizadores y cómo la presencia de Jesús se hace tangible en la cercanía y el acompañamiento fraterno, incluso en situaciones de sufrimiento y enfermedad.

El ponente ha recordado que la motivación general del ciclo, dedicado este año al tema “El cuidado en la evangelización”, subraya que este cuidado «comienza por el cuidado mutuo entre los mismos evangelizadores». Precisamente sobre este aspecto ha centrado su intervención. «No se trata —ha aclarado— de mirarnos a nosotros mismos o caer en la autorreferencialidad, ni de cerrar nuestras comunidades. La evangelización exige salir. Pero, al mismo tiempo, la presencia de “Jesús en medio” es la verdadera prioridad».

Quesada ha insistido en que el anuncio de Jesús Resucitado y de la cercanía del Reino de Dios, transmitido a través de la Palabra, se vuelve realmente eficaz en comunidades donde se vive «profundamente el amor recíproco».

«La clave está en el cómo —ha subrayado—. ¿Cómo nos amó Jesús? Hasta dar la vida. No se nos pide literalmente darla en cada momento, pero sí hacerlo en las pequeñas cosas». En esa vida cotidiana de entrega mutua, ha explicado, se hace presente y visible el Resucitado, cumpliendo la promesa: «Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Mt 18, 20). «Y estar “en su nombre” significa estar “en su amor”», ha añadido.

Para el misionero focolarino, la pregunta «¿Está aquí?» debería acompañar siempre el trabajo pastoral, unida inseparablemente a otra: ¿cuánto amor recíproco vivimos entre nosotros? Solo así, ha concluido, puede aparecer al verdadero protagonista de la evangelización: Jesús en medio de la comunidad.

Siguiendo con su intervención, Quesada ha profundizado en la dimensión comunitaria de la vida cristiana. «Toda la espiritualidad de Jesús es comunitaria —ha señalado—. Incluso cuando se retira a rezar al Padre, su familia y su comunidad, no está solo: está en comunión». Este debería ser también, afirmó, el modo en que los cristianos viven su fe: «De manera comunitaria, porque ahí está el alma de la evangelización».

Por ello, el gran desafío no consiste en «teorizar nuestra fe», sino en renovar y vivir la experiencia pascual de los primeros discípulos, que no eran teólogos ni especialistas, sino personas que transmitían con sencillez la experiencia del encuentro con Él, tanto durante su vida terrena como después, en la fuerza del Resucitado. «Esa experiencia —ha recordado— tuvo la capacidad de expandirse rápidamente por todo el mundo entonces conocido».

Quesada ha evocado la vida de las primeras comunidades cristianas, descrita en los Hechos de los Apóstoles, «marcadas por el amor y la unidad», y ha subrayado que también hoy el objetivo principal debe ser crear las condiciones para vivir esa misma experiencia pascual en nuestras parroquias y grupos.

Desde esta perspectiva, ha planteado a los asistentes una serie de preguntas que deberían resonar en la vida diaria de todo evangelizador: «¿Sentimos hoy algo de esa luz? ¿Se ha encendido un pequeño fuego en nuestro corazón mientras estamos juntos? ¿Está aquí?». Si así fuera, ha concluido, «evangelizados nosotros mismos, podremos volver a nuestras casas y seguir anunciando con la vida y con las palabras, porque la presencia de Jesús Resucitado brillará en todo su esplendor».