Infomadrid.- La parroquia de San Juan de la Cruz ha retomado esta semana el X Ciclo de Conferencias para Evangelizadores, organizado por varias delegaciones episcopales de la Archidiócesis de Madrid. La séptima sesión, titulada inicialmente «El cuidado en la evangelización con niños y jóvenes», fue impartida por Jorge Sierra, delegado de Pastoral de Misión La Salle España y Portugal, quien propuso un enfoque renovado: pasar del “cuidado” al “cuidando”, resaltando así la acción, el movimiento y la concreción.
Sierra explicó que aceptó la invitación desde su experiencia pastoral con niños y jóvenes, aunque reconoció la dificultad de hablar con autoridad cuando “todo está cambiando tan rápido”. Por eso, su primera decisión fue cambiar el título: «El cuidado se demuestra cuidando. El gerundio indica movimiento y evita que la palabra se convierta en una palabra plastilina que cada uno moldea como quiere».
Sociedad marcada por el individualismo, la presión social y la confusión entre lo real y lo virtual
El delegado lasaliano subrayó que hoy el término “cuidado” se utiliza en tantos contextos que corre el riesgo de vaciarse. Para ilustrarlo, señaló cómo incluso la inteligencia artificial entra en ese terreno: «En plena epidemia de salud mental y falta de referentes, muchos jóvenes buscan cuidado en herramientas como la IA. ¿Es ahí donde encontramos el cuidado que necesitamos?».
Durante su intervención, Sierra describió el contexto actual en el que viven niños, adolescentes y jóvenes: una sociedad marcada por el individualismo, la presión social y la confusión entre lo real y lo virtual. «Muchos creen que lo que ven en redes sociales es real, pero están llenas de mentiras. Les dicen que “sean ellos mismos”, pero en realidad buscan que sean fotocopias». Ante este panorama, invitó a ofrecer a los jóvenes “buena comida”, es decir, propuestas exigentes, profundas y de calidad, evitando el error de rebajar el nivel por pensar que “no dan más”.
Construir una catedral del cuidado
Sierra articuló su conferencia en una imagen poderosa: construir una catedral del cuidado, como las grandes catedrales que se levantaron durante siglos con paciencia, visión y las mejores piedras. El primer pilar de esa catedral es la cultura vocacional, entendida como un proceso dinámico en el que acompañar al joven a descubrir:
- Lo que ama de verdad.
- Lo que el mundo necesita.
- Aquello que le hace crecer como persona.
- Lo que sabe hacer bien.
«Todos tenemos al menos una cosa que hacemos muy bien. Nuestro cuidado debe ayudarles a descubrir su misión. Encontrar la vocación da sentido a la vida: desde lo más profundo hasta saber por qué te levantas por la mañana». Este camino, insistió, se construye acompañando, invitando y ofreciendo experiencias sin obsesionarse con los resultados inmediatos.

La interioridad y la ternura
El segundo pilar de la catedral es la interioridad, entendida como la tierra sagrada del encuentro interior. Sierra alertó de una tendencia habitual: reducir a los jóvenes a su dimensión emocional. «Las dimensiones del ser humano no son compartimentos estancos. La espiritualidad —no solo la religiosidad— es la que las conecta, enriquece y empapa a todas».
Reivindicó además que muchos proyectos pastorales deben sostenerse más en la confianza en la iniciativa de Dios: «Muchas crisis pastorales son crisis de fe. Confiemos en Dios, en el corazón generoso de los jóvenes y en nuestra propia capacidad de adaptarnos».
Sobre estos pilares se elevan los nervios de la bóveda: la ternura, indispensable en la pastoral juvenil. «En el trabajo con jóvenes no puede no haber ternura. Está en la relación personal, en la escucha, en el acompañamiento. Escuchar tiernamente es dejarse tocar por la otra persona».Pidió crear más espacios de escucha y acompañamiento, tanto grupal como personal, convencido de que ahí se juega gran parte del cuidado.
La esperanza
La clave de la catedral —aquello que sostiene el conjunto— es la esperanza. Recordó unas palabras del papa Francisco: «No se puede ser verdaderamente religioso quejándose: la queja envenena». Frente a la crítica y el desánimo, Sierra animó a confiar en niños, jóvenes, catequistas y comunidades. Solo ofreciendo lo mejor se puede construir un edificio sólido y fecundo.
En el tramo final, Sierra compartió algunas miradas necesarias para edificar esta catedral del cuidado:
- Contagio vocacional: solo contagia quien está “infectado” por la esperanza del Evangelio.
- Dar el 100%: como la viuda del Evangelio, que echó todo lo que tenía.
- Evitar respuestas facilonas: ofrecer profundidad, no superficialidad.
- Trabajar juntos: proyectos intergeneracionales y compartidos.
- Caminar juntos: con valentía, aprendiendo de los errores.
- No rendirse: perseverar incluso cuando el camino se vuelve incierto.
La conferencia concluyó con una cita del poeta español León Felipe que resume la unicidad del camino de cada creyente: «Para cada hombre guarda un rayo nuevo de luz el sol y un camino virgen, Dios». Y Sierra cerró con un mensaje claro: «No hay nada nuevo: cuidar es seguir haciendo lo que mejor hemos sabido hacer, que es llevarles a lo mejor que tenemos, que es Jesús».





