CATEQUESIS PREPARADAS POR ÁLVARO GINEL, FUNDADOR DE LA REVISTA CATEQUISTAS, PRESIDENTE DE AECA, MIEMBRO DEL EQUIPO DE EXPERTOS DE LA DELEGACIÓN EPISCOPAL DE CATEQUESIS, SOBRE LA ORACIÓN EN TIEMPOS DE PANDEMIA:
DOCUMENTO EN PDF DE LAS CATEQUESIS: CATEQUESIS BIBLICAS. ORACIÓN
TÍTULOS DE LAS TRES CATEQUESIS:
1/ JESÚS ORANTE. Padre, te doy gracias por ser como eres. ¡Los sencillos te entienden mejor que los sabiondos!
2/ JESÚS, MAESTRO DE ORACIÓN ¡Enséñanos a orar! Hay maneras de orar que “tienen” poco de Evangelio
3/ JESÚS, INTERCESOR. Lo que pidáis en mi nombre, yo lo haré. Vuestro padre ya sabe lo que necesitáis antes de que se lo pidáis. No sabemos pedir como conviene.
EXPLICACIÓN DE LAS CATEQUESIS:
Estas catequesis están enmarcadas en un contexto muy actual de confinamiento, de miedo, de sospecha del otro, porque puede ser, “sin querer”, un portador de virus y me puedo contagiar y acabar con mi buen estado de salud. Hay mucho dolor detrás de lo que estamos viviendo y eso lleva de manera casi natural a la persona a agarrarse a algo, a muchos les lleva a rezar. Es normal. Lo que está por ver es qué tipo de oración se hace en estos momentos de “necesidad” de sanación.
En estos momentos surge la pregunta directa sobre qué es la verdadera oración cristiana. Parece instaurarse un clima generalizado oracional que imita a los movimientos sociales que se movilizan para “hacer presión” ante Dios: “Vamos a rezar mucho a ver si cambiamos a Dios”. “Hagamos una cadena de oración para salvar a tal persona”. Esta manera de pensar, posiblemente, olvida que Dios no cambia. Dios es siempre amor, en bonanza y en pandemia. Dios es el que es. Dios es siempre amor. Y este es un punto de partida que no podemos tocar, porque atentaríamos contra la identidad de Dios. No es Dios el que tiene que cambiar, sino nosotros lo que tenemos que cambiar, o, dicho de otra manera, es “el mucho rezar de verdad” lo que nos tiene que hacer cambiar y descubrir que toda nuestra existencia está envuelta en el amor de Dios, cuando hace sol y cuando truena y los relámpagos nos atemorizan. Dios siempre ama[1].
Me impresionó el comentario que escuché en una cadena radiofónica cuando comentaban la belleza, el impacto, la sobriedad de la oración del papa Francisco[2] en el “Momento extraordinario de oración en tiempos de pandemia”, 27 de marzo de 2020. El reconocido comentarista decía: “Todo muy bello, pero también una “fuente de ateísmo” porque si después de esta oración todo sigue igual, ¿qué sentido tiene la oración?”. Si Dios no responde, ¿es que nos ha abandonado o que no existe? Tomo del n. 149 de la Chistus vivit esta cita que hace el Papa de los obispos suizos: “Él está allí donde nosotros pensábamos que nos había abandonado y que no había salvación alguna. Es una paradoja, pero el sufrimiento, las tinieblas, se convirtieron, para muchos cristianos […] en lugares de encuentro con Dios”.
El espejo y modelo de nuestra oración, como cristianos, no lo podemos inventar nosotros o buscar al margen de Jesús. Por eso, estas catequesis tienen una opción bíblica, no exhaustiva ciertamente, pero sí inicial e iniciática, como corresponde a la catequesis para los catecúmenos. La catequesis quiere poner los cimientos de un edificio cristiano, en este caso, el edificio de la oración. El resto, la consolidación de la fe madura, pertenece al crecimiento de la persona cristiana en la comunidad.
Una última consideración ya más marginal. Desde el contexto occidental y español, este estado de pandemia nos está abriendo la persiana para contemplar un paisaje que no habíamos imaginado. Justo hemos celebrado la Semana Santa y el Triduo Pascual, encerrados en casa. Esto nos ha abierto los ojos para dar sentido a expresiones que pronunciábamos, pero que no siempre tenían un contenido definido: “el hogar, iglesia doméstica”. La celebración de la Semana Santa en familia nos ha ayudado a rezar en familia y a celebrar en familia. Hemos caído en la cuenta de que existen millones de católicos que celebran el misterio Pascual semanal, la reunión semanal eucarística, sin presbítero, sin obispo al lado. De pronto, acostumbrados a la presencia de presbíteros, nos encontramos que “no sabemos muy bien qué hacer sin ellos”, “que no sabemos celebrar si no hay un presidente ordenado y nosotros asistimos a la celebración”. Por “imperativos legales” hemos hecho experiencia de que es posible celebrar en familia escuchando la Palabra de Dios, orando. El chiste que circuló en las redes sociales tiene su fondo: Dice el diablo al Padre Eterno: “Con el Covid-19, viste que te cerré las iglesias…”. El Padre Eterno le responde: “Al contrario, abrí una en cada casa”. Quizá en esta línea tendremos que entender la insistencia del papa Francisco cuando habla del clericalismo[3].
[1] Será de gran utilidad leer lo que el papa Francisco escribe en Chistus vivit, 111-117.
[2] Cfr. https://www.vatican.va/content/francesco/es/homilies/2020/documents/papa-francesco_20200327_omelia-epidemia.html
[3] EG 102; DF 123, entre otros.