La vocación a ser catequista es una vocación preciosa. El discípulo de Cristo se siente instrumento en manos de la Iglesia para transmitir la fe a los más pequeños, o a los que están en la etapa compleja de la adolescencia y la juventud, o quizá con adultos que desean profundizar y ser acompañados en su vida cristiana, bien para recibir el bautismo, bien para revitalizar su fe. De ahí que queremos hacer la pregunta: “Y tú, ¿quieres ser catequista?”