Desde la Delegación Episcopal de Catequesis recomendamos a los catequistas y agentes de pastoral que vean la última película de Terrence Malick «Una vida oculta», en la que narra la historia personal del beato Franz Jägerstätter.
Malick no defrauda a los amantes del cine, del cine como arte, y como espejo de la realidad humana en su profundidad lejos de planteamientos ideológicos y maniqueísmos morales, con esta impactante y hermosa película en la que nos propone un viaje por la historia interior del objetor de conciencia austriaco Franz Jägerstätter, asesinado por los nazis por no jurar lealtad a Hitler. Si el cine de Malick es, fundamentalmente, cine contemplativo, cine que nos permite lo máximo que el arte puede ofrecer, la posibilidad de contemplar a Dios….; si por ejemplo el «Árbol de la Vida» nos llevaba a contemplar al Dios de la vida, creador y providente que merece la confianza del hombre, creatura suya; y si por ejemplo «To The Wonder» nos lleva a contemplar al Dios del amor, a Dios fiel que propone el camino de la fidelidad como expresión máxima del amor; «Una vida oculta» nos lleva a contemplar al Dios de la libertad, que nos ha regalado este don para que podamos con él amarle y amar a los demás hasta el extremo, hasta el extremo de dar la vida por amor. Quien no descubre esto, puede asombrarse algo de la belleza del cine de Malick, pero no puede entenderlo. Cuando un periódico dice que en esta película se muestra fascinante pero excesivo, yerra en la diana: el fascinante y excesivo no es Malick, sino el Dios que Malick contempla, fascinante como sólo el misterio de Dios puede ser fascinante, y excesivo como sólo el amor de Dios pude ser excesivo.
Es más, lo que nos ofrece ahora es la experiencia de contemplación de la cruz, del Hijo de Dios obediente hasta la muerte por a amor a Dios Padre y a sus hermanos los hombres, a través de la experiencia de la libre obediencia a la propia conciencia como última certidumbre de la obediencia a Dios, a la consecución de la voluntad de Dios, que para quien se fía de Él y se sabe amado por Él, es una respuesta de amor más fuerte que la propia vida. Si me tuviera que quedar con una frase de la película, me quedaría con la respuesta de Franz a uno de sus carceleros que le dice que una firma puede ser libre, y él responde que ya es libre. Dios nos ha dotado de un refugio donde nadie puede penetrar para robarnos la dignidad: el de la conciencia, es decir, el de la libertad interior.
Malick en esta película además consigue armonizar de modo sublime el lenguaje de la creación a través de impresionantes paisajes naturales, el lenguaje de la inocencia del hombre en su estado más natural, en el duro y a la vez translucido trabajo del campo, el lenguaje del alma en su intima convulsión de pensamientos y sentimientos a través de una exquisita selección de entre las mejores muestras de la historia de la música, y el lenguaje de las caricias del amor más puro y sublime entre un hombre su mujer, un hijo con su madre, un padre con sus hijas, y sobre todo el lenguaje del diálogo más sublime y misterioso, el que se establece entre el hombre y su Creador y Redentor, el lenguaje de la oración.
Manuel María Bru Alonso. Delegado Episcopal de Catequesis.
Ofrecemos la critica del digital ALETEIA:
Presentado en el Vaticano el sorprendente nuevo film del director americano, dedicado al beato Franz Jägerstätter
Silvia Constantini. ALETEIA. Dic 09, 2019. Con ocasión de los 60 años de la Filmoteca Vaticana, ha tenido lugar la proyección de “Una Vida Oculta”, la última obra maestra del director americano Terrence Malick, dedicado a un héroe desconocido para muchos, el beato Franz Jägerstätter.
Simple campesino, Franz vive con su amada esposa, Fani, y sus tres hijas, en Radegund, pequeña aldea de montaña de la Alta Austria. Su vida serena es zarandeada con la llegada de las sombras de la segunda guerra mundial, cuando es llamado a prestar juramento al Führer y combatir por los nazis.
Pero su fe en Dios no le permite usar la violencia, ir a la guerra, matar… Por tanto, Franz opta por una resistencia pasiva, que pagará duramente: primero es arrestado, después sufre un proceso, y finalmente es condenado a muerte, en agosto de 1943.
El héroe de Malick: fidelidad a Dios y amor al prójimo
Franz encarna el antihéroe del imaginario colectivo, pero representa en su sencillez y coherencia la fuerza inconmovible de quien no se pliega ante los hombres, de quien no se vende a la corrupción del alma, sino que encuentra su más alta expresión en la fe en Dios, en el amor a la familia y al prójimo.
Es suficiente un hombre para marcar la diferencia: un hombre bueno, verdadero, pacífico, este es el verdadero hombre sin tiempo de Malick.
Naturaleza y sencillez, una vuelta a lo esencial
El film transcurre lento, recorriendo escenas de vida cotidiana e imágenes estupendas, muy bucólicas, que componen poco a poco un cuadro, llenando el alma del espectador de preguntas existenciales.
La belleza de los paisajes, el amor indestructible entre el protagonista y su mujer (fallecida en 2013), pero sobre todo la fe, transforma la película en una llamada a la conciencia de todos.
Memoria para no recaer en los errores del pasado
La ambientación histórica parece ser casi una advertencia a no volver a caer en los horrores del pasado. La película es una invitación a tomar partido: a través del ejemplo de Franz, a luchar contra el mal, a dar testimonio de la propia fe.
Y que el tema de la memoria es importante para Malick, se entiende también del título del film, tomado de un verso de la escritora inglesa George Eliot:
“Pues el bien creciente del mundo depende en parte de actos no históricos; y las cosas no son tan negativas para ti y para mi como habrían podido serlo, en parte a causa del número de personas que vivió fielmente una vida oculta, y descansa en tumbas no visitables”.
La proyección del film de Malick, el 4 de diciembre, quiso celebrar los sesenta años de vida de la Filmoteca Vaticana, instituida por el Papa Juan XXIII el 16 de noviembre de 1959, que hoy conserva más de 7.000 películas en su archivo histórico, y que se ha convertido en un lugar privilegiado de dialogo entre la Iglesia y el mundo de la gran pantalla.
Franz Jägerstätter fue declarado beato el 26 de octubre de 2007 en la catedral de Linz.
TRAILER DE LA PELÍCULA: