Comparto un articulo sobre el Viaje Apostólico del Papa a Colombia:
¿Viaje político o pastoral?
A veces resulta interesante comparar los titulares de diversos periódicos para conocer las distintas maneras de enfocar una misma noticia. Lo mismo que oír los boletines informativos de las radios (complicado si se quiere comparar el mismo boletín horario) ó los mismos telediarios. Recuerdo oír al presidente de una importante cadena de radio decir en el Consejo de Dirección de la misma: “hoy he estado oyendo… (la radio de la competencia), y me he preguntado si estamos en el mismo planeta que ellos. Luego, al oír la nuestra, me he preguntado si alguna de las dos radios esta en el planeta tierra”.
Cuento esto porque aunque la noticia del viaje del Papa a Colombia es seguramente la noticia importante del momento que menos interpretaciones distintas suscita en los medios de comunicación, aún así podemos observar un pequeño detalle en los titulares, al menos sugerente. Coinciden varios periódicos en titular con el “para qué” del viaje del Papa. Así, en el mismo día (jueves 7 de septiembre), el País dice que “El Papa Francisco viaja a Colombia para apoyar el proceso de reconciliación”. La Vanguardia dice que “El Papa llega a Colombia para sanar las heridas tras el acuerdo de paz”. Y ABC dice que el “El Papa llega a Colombia para estrechar la reconciliación nacional”. El caso es que el mismo Papa Francisco ha dicho “para qué” va a Colombia, y La Razón lo cuenta en su titular: “El Papa afirma que su viaje quiere ayudar a Colombia a salir adelante”. ABC lo cuenta también en otro titular completando la frase del Papa: “El Papa a su llegada a Colombia: Sigan adelante. No dejen de robar la alegría ni la esperanza”. ¿Podríamos observar un proceso de menor a mayor precisión entre “para apoyar un proceso”, “para sanar las heridas”, “para estrechar la reconciliación”, hasta el “para salir adelante” sin perder la alegría y la esperanza?
Justo esta última palabra, esperanza, es la palabra clave de esta visita. Es la palabra más repetida por las autoridades eclesiásticas del país, y es además una de las tres palabras clave de todos los viajes apostólicos de los papas, pues reiteradamente la Santa Sede ha dicho, desde Juan Pablo II, que cuando el Papa sale de Roma para visitar una Iglesia particular, la de un país, varios países o una región, lo hace para “confirmar en la fe, alentar en la esperanza, y fomentar la caridad”. Claro que esta expresión tan pastoral, tan religiosa, es poco atractiva para los medios de comunicación social, sobre todo si el Papa va a un país en medio de un proceso de negociación/reconciliación entre el Estado y la guerrilla de las FARC, y tras el anuncio del alto el fuego por parte de Ejercito de Liberación Nacional. Por eso, ni yo mismo utilizaría las virtudes teologales en este caso para un titular. Pero eso no quita que la perspectiva del viaje del Papa sea ésta, y sólo ésta. Y que si consigue apaciguar las tensiones, o simplemente confirmar a los apaciguadores, lo hará porque lleva un mensaje de fe, de esperanza y de caridad.
Dice El País que “desde el Vaticano y también desde Colombia, en boca de su vicepresidente Óscar Naranjo, se insiste en que el viaje tiene una vocación pastoral. Pero el país es hoy un cruce de caminos de la política latinoamericana que obligará a realizar abundantes referencias más o menos claras al conflicto con las FARC y a la crisis política y social de Venezuela”.
La cuestión es que la misión del Papa no consiste en un equilibrio, como se podría entender por estas declaraciones, entre su labor evangelizadora y pastoral, y su labor política, por la autoridad moral internacional que tiene, y que realiza en uno de los países más católicos, del continente más católico del mundo. Da la impresión, como siempre, de que los políticos y los periodistas siguen sin entender del todo, o al menos no consiguen hilar fino, sobre la misión del Santo Padre en particular, y de la Iglesia católica en general, para las que no hay ninguna diferencia entre misión pastoral (y por tanto todo lo que representa el confirmar en la fe, alentar en la esperanza y fomentar la caridad) y misión política, si por esta entendemos la de iluminar, desde la Doctrina Social y la experiencia pastoral de la Iglesia, las situaciones políticas y sociales concretas, ya sean las de Colombia, las de Venezuela, las de Siria o la de cualquier parte del mundo.
No hay ningún equilibrio, porque no hay partes que equilibrar. Hay una única misión, que no es política, sino pastoral, o que si es política, porque la pastoral también siempre es política, en tanto en cuanto la evangelización consiste en anunciar y promover el Reino de Dios en el mundo, reino de justicia, de amor y de paz, no sólo entre unos pocos, y menos aún sólo entre los creyentes, sino entre todos, en el mundo entero, en todas las “polis” o ciudades (regiones, naciones, continentes…), porque la perspectiva es el “ut omnes sint”, el “que todos sean uno” de la oración de Jesús en Getsemaní.
Manuel María Bru Alonso