- En el libro de Samuel la promesa de que en uno de los descendientes de David edificaría una casa para el Señor, en alusión a José, descendiente de David.
- En la carta de san Pablo a los Romanos la referencia a Abraham, el padre y modelo universal de la fe, del que José sería el más preciado emulador.
- El Evangelio de Mateo narra como José al darse cuenta de que María estaba esperando un hijo sin haber vivido juntos, y no entendiendo aquel misterio, en vez de denunciarla, dispuso abandonarla en secreto. Y dice el evangelio que su determinación se debió a que «José era un hombre justo». En la Biblia, «ser justo» es lo mejor que un hombre puede ser. Pero en un sueño fue advertido de que a Quien esperaba María era el Hijo del Altísimo.
- Hay otro sueño apócrifo, es decir, transmitido fuera de la Sagrada Escritura y de la Tradición, por lo que no tiene confirmación histórica ni forma parte de la fe. Pero es interesante conocerlo porque esta presente en la iconográfica del Santo: En el sueño veía que doce jóvenes pretendían casarse con María, y que cada uno llevaba en su mano un bastón de madera muy seca. Y que en el momento en que María debía escoger entre los doce, el bastón que José llevaba milagrosamente floreció. Por eso pintan a este santo con un bastón florecido en su mano.
- Dice el Papa Francisco que San José era un hombre concreto, pero con el corazón abierto, “el hombre de los sueños”, no “un soñador”: «El sueño es un puesto privilegiado para buscar la verdad, porque allí no nos defendemos de la verdad. Vienen y… Y Dios también habla en los sueños. No siempre, porque generalmente es nuestro inconsciente que viene, pero Dios tantas veces eligió hablar en los sueños. Lo hizo tantas veces, en la Biblia se ve, ¿no? José era el hombre de los sueños, pero no era un soñador ¿eh? No era fantasioso. Un soñador es otra cosa: es aquel que cree…va… está en el aire, y no tiene los pies plantados en la tierra».
- Finalmente, el Papa Francisco pide que no se pierda la capacidad de soñar, la capacidad de abrirse al mañana con confianza, no obstante, las dificultades que pueden surgir: «No perder la capacidad de soñar el futuro: cada uno de nosotros. Cada uno de nosotros: soñar sobre nuestra familia, sobre nuestros hijos, sobre nuestros padres. Mirar como yo quisiera que anduviera su vida. También los sacerdotes: soñar sobre nuestros fieles, qué queremos para ellos. Soñar como sueñan los jóvenes, que son descarados en el soñar, y allí encuentran un camino.
No perder la capacidad de soñar, porque soñar es abrir las puertas al futuro. Ser fecundos en el futuro».
- San José es el patrono de la Iglesia. Razón por la cual, el Papa Francisco, que le tiene una gran devoción, quiso incluirle de modo explícito junto a la Virgen María en las intercesiones de todas las plegarías litúrgicas (“Por intercesión de la bienaventurada Virgen María, y de San José su esposo”).
- Es el patrono de la Iglesia porque es el que, ya en este mundo, cuido y velo por la proto-Iglesia, la Iglesia antes de que Jesús la constituyese con los apóstoles y Pedro a la cabeza, la Iglesia de la familia de Nazaret. La Iglesia es fruto de la encarnación del Verbo de Dios. Y la primera comunidad humana que tuvo el Verbo de Dios hecho carne fue su familia: María, José y Jesús. Todo el misterio de la Iglesia esta ahí: la suscita el Espíritu Santo, Cristo Jesús está presente, y el hombre nuevo regenerado por su presencia también, en María y en José.
- Si es patrono de la Iglesia, lo es de la Iglesia en su profundo misterio, la Iglesia comunión (sacramento de la comunión trinitaria), y de su misión (la Iglesia no vive para si misma, sino para su misión).
- Fijémonos en la Iglesia misterio de comunión. La primera y determinante Iglesia doméstica fue la familia de Nazaret, en la que cada uno de los tres miembros veía en los otros dos el punto de apoyo de la comunión en la relación entre ellos.
- San José es así el principal intercesor para pedir sin descanso que no caigamos en la tentación de la división, para que procuremos la unidad en la diversidad, para que no vuelvan los fantasmas de los cismas, porque sin comunión no hay misión. Este es hoy el gran sueño de José: que la unidad de la Familia de Nazaret sea la unidad de la familia de la Iglesia.