San Juan Pablo II, la primera autoridad moral de la Globalización
Celebramos esta semana el 100 Aniversario del nacimiento de San Juan Pablo II. Karol nació el 18 de Mayo de 1920 en Wadowice, sur de Polonia. Su familia estaba conformada por su padre, Karol Wojtyla, un militar del ejército austro-húngaro, su madre, Emilia Kaczorowsky, una joven sileciana de origen lituano, y un hermano adolescente de nombre Edmund. Los padres de Karol Wojtyla lo bautizaron a los pocos días de nacer en la Iglesia de Santa María de Wadowice (20 de junio).
Dice Andrea Riccardi (historiador y fundador de la Comunidad de San Egidio), que San juan Pablo II, habiendo “intervenido en tantos problemas concretos del mundo, que bien podemos decir que es el primer Papa de la globalización”.
Fueron muchos los que durante su vida respondieron a la pregunta, no ya de quien fue, sino de quién es Juan Pablo II. Entre ellos aquellos que por su atalaya política podían confirmar o desmentir la autoridad moral globalizada del Sucesor de Pedro que, precisamente por no necesitar ejércitos, fue respetado y hasta en no pocas veces temido por los poderosos de la tierra. Con ocasión del último viaje de Juan Pablo II a España, José Antonio Martínez Puche OP, recogió lo que de él decían algunos de los hombres más influyentes de su tiempo:
Kofi Annan, secretario General de las Naciones Unidas: “Es para mí un honor rendir homenaje a uno de los grandes hombres de paz de nuestra época. Su Santidad el Papa Juan Pablo II, mediante sus gestos y sus palabras, ha unido indisolublemente los valores de la paz y de la justicia social, que constituyen los ideales centrales de las Naciones Unidas. Ha sido una voz de tolerancia en una época de intolerancia y un símbolo de paz en una era de conflicto. En el desierto del mundo, su voz parece ser la única que importa. Mientras todo lo que dicen los grandes de la tierra tiene una duración condicionada por el momento histórico y político, lo que dice el Papa tiene una resonancia diferente, que es la de la conciencia ética y espiritual. En sus discursos, incluso en los ocasionales o improvisados, se advierte aguda y profunda la verdad inmutable, la referencia constante a los valores trascedentes, la referencia continua a Dios. No importa si quien escucha pondrá en práctica o no la enseñanza pontificia, pero nadie podrá desmentirlo. ¡Es en verdad conciencia ética y moral de la humanidad!”.
Juan Carlos I, Rey de España: “Su Santidad es portador de un mensaje de paz universal y de esperanza, mensaje que han llevado incansablemente por todas las sendas del mundo. Una paz de la que todos nosotros seguimos teniendo necesidad. Porque antiguos focos siguen reavivando la llama de las discordias y de las luchas fraticidas en muchos países del mundo, e incluso con especial crueldad dentro de los confines de Europa. Eso sucede en momentos como el actual, en el que nos esforzamos por reconstruir la unidad de este viejo continente, en la libertad, en la justicia y en el respeto de los derechos humanos. Miramos y apoyamos sus nobles esfuerzos y sus renovados llamamientos, como el formulado en Asís, para la consecución de una convivencia pacífica entre los pueblos, con el diálogo y con la solidaridad como únicos caminos que conducen a la superación de los conflictos que afligen a la humanidad. Por nuestra parte, nosotros los españoles, en base a los principios esenciales que hemos asumido en nuestra Constitución, tratamos de contribuir al espíritu de diálogo y de armonía en el contexto de un Estado de derecho pluralista y democrático, que deseamos que siga siendo el instrumento mediante el cual conseguir nuestros objetivos futuros”.
Mijaíl Gorvachov, presidente de la URSS. Premio Nobel de la Paz: “Su Santidad Juan Pablo II ha merecido el reconocimiento y el profundo respeto de miles y miles de personas, cosa que no me sorprende. A partir del año 1989, en que lo conocí por primera vez, nos hemos visto en muchas ocasiones. Y en cada encuentro se reforzaba la convicción de que el Papa era un hombre de una gran inteligencia, con la conciencia pura y dotado de nobles propósitos. A Juan Pablo II lo han llamado a menudo el Gran Papa. No formo parte de la Iglesia, pero estoy plenamente de acuerdo…A Juan Pablo II se le ha visto a menudo como un gran político, y no podemos dejar de estar de acuerdo. Es más, probablemente él es el político más grande de la época contemporánea. La suya es una dirección política basada en la negación de la lógica de la violencia, en la lucha continua por las ideas de paz y de un nuevo orden mundial, verdaderamente pacífico y justo. Quisiera añadir una consideración muy importante: Juan Pablo II es sobre todo un Hombre, un Hombre con mayúscula. Y él es el defensor del hombre, de toda la humanidad. El defensor de los derechos humanos sin hipocresía, un defensor sincero y perseverante…Él es un verdadero apóstol de humanismo”.
Hassan II (+1998), Rey de Marruecos: “El Papa Juan Pablo II es un hombre de una personalidad «que marca»…, ya que deja realmente una señal, da impresión de ser «terreno» y de estar, al mismo tiempo, entre el cielo y la tierra. Es un hombre de espiritualidad y de concreción. Ha encontrado en Su Santidad el interlocutor, el hombre y el jefe espiritual que esperaba. Él exalta la defensa de la libertad, de la dignidad humana, y el apoyo a la causa de los pueblos y de los oprimidos, de los deportados…Es un hombre noble. Noble por sus sentimientos y por su sensibilidad, cristiano humilde y verdaderamente responsable. Su Santidad está a la altura de sus responsabilidades. Constituye la mejor síntesis posible de todos los Papas que lo han precedido. Su Santidad vino a Casablanca porque esa era su voluntad, que coincidía con la nuestra Uno y otro convergíamos en el mismo orden con el mismo objetivo: tejer y reforzar los lazos del amor, de la amistad y de la concordia entre las naciones y las religiones. Nuestra esperanza en este encuentro se ha realizado. Así, entre el mundo, resuena esta verdad que, cuando la buena voluntad alcanza la buena fe en el deseo intenso de paz, nada puede dividir a los pueblos y a las religiones reveladas”.
Federico Mayor Zaragoza, secretario General de la UNESCO: “Junio de 1980. El Papa visita la sede de la UNESCO en París, y pronuncia un discurso memorable, que impresiona en igual medida a los presentes de toda cultura y de todo credo… Al final de su discurso, el Papa espolea a todos los Estados miembros de la UNESCO a no fracasar en su misión principal de construir la paz en la mente de los hombres. Enero de 1997. Publiqué, como director general de la UNESCO, una declaración sobre El derecho humano a la paz… El Papa, a su modo, se ha hecho portador de este mismo valor y la misma determinación con la que condena los excesos del consumismo y la tiranía de lo superfluo. Expreso mi complacencia por el gran ejemplo ofrecido por el Papa Juan Pablo II, el Papa viajero, el Papa de las grandes masas de fieles, el Papa de los jóvenes, el Papa peregrino, que pide perdón por el uso de la fuerza y de la violencia por parte de la Iglesia… El Papa Wojtyla, el Pontífice constructor de puentes venido del Este, ciertamente ha dado un apoyo y una contribución extraordinaria a la cultura de la paz”.
Lech Walesa, presidente de la República de Polonia: “Estoy seguro de que, entre todos los líderes de la historia, Su Santidad Juan Pablo II ocupa un lugar especial. No sólo porque es el jefe espiritual de muchos de miles de católicos, sino también porque es Vicario de Cristo. En su primer viaje a Polonia, el Santo Padre nos dio tres sencillas indicaciones: Vivid en la verdad, No tengáis miedo, Cambiad el rostro de esta tierra… Aquella semilla plantada en la tierra polaca dio como fruto el nacimiento de los primeros sindicatos libres en un país comunista, y contribuyó, sucesivamente, a la libertad de Polonia, así como a la de toda la Europa del Este, con la caída más general del comunismo. Alguien ha dicho que ésta ha sido la respuesta justa a la pregunta de Stalin, que había preguntado riéndose: ¿Cuántas divisiones militares tiene el Papa?. En efecto, no tenía ni una, pero la palabra que se convierte en sustancia ha sido capaz de cambiar el destino de países e imperios… Así, pues, si preguntáis quién es el autor de la independencia polaca y de la caída del Muro de Berlín y del imperio soviético, la respuesta es una sola: Juan Pablo II. Sin él todo esto no habría sucedido nunca. Él ha activado la reacción en cadena de la que somos testigos”.
Cory Aquino, presidente de la República de Filipinas: “Entre las muchas bendiciones que he recibido, los encuentros con Su Santidad Juan Pablo II han sido realmente especiales… Al observarlo, he sabido que estaba en presencia de un hombre realmente santo, que podía enseñarnos con su ejemplo qué es la oración. Después de mi presidencia, otras dos Eucaristías en su capilla privada no han hecho sino reforzar mi impresión inicial de un hombre que se da completamente a la oración y todavía está entregado a la actividad de cambiar el mundo… (El Papa) Había venido a Filipinas para celebra la Jornada Mundial de la Juventud. Parecía débil, y tenía dificultad para bajar del avión. Me pregunté cómo podría realizar todas las actividades programadas. A pesar de eso, cuando veía esa multitud de jóvenes, se percibía la energía que lo invadía nuevamente. El número de personas que participó en la Misa final se estimó en cuatro millones. Era una multitud que ningún Pontífice moderno había visto jamás. Después de la Misa, lo vi volverse y saludar repetidamente, como si no pudiera separarse de ellos. Me alegré de que lo hubiéramos hecho feliz. Ahora comprendo por qué ha puesto en peligro su salud para visitar tantos países…Sus visitas son como una Misa, y celebran una comunión de la cual tanto los fieles como el Pontífice sacan fuerza recíproca, y renuevan su fe y devoción”.
Gerhard Schröeder, Canciller de la República Alemana: “El Pontificado de Juan Pablo II, para mí, está unido indisolublemente al proceso de cambio político en Europa central, oriental y meridional. Hay que agradecer sobre todo el impacto de sus viajes a Polonia, que han permitido a la Iglesia Católica de este país desempeñar un papel fundamental en el proceso de cambio pacífico del sistema social. La influencia en los hechos políticos de estos años no dejó sin consecuencias a Alemania. Juan Pablo II sostuvo activamente la unificación de los dos estados alemanes. Con el objetivo declarado de contribuir a la reunificación de Europa en el siglo XX, el Pontífice se ganó un gran reconocimiento y respeto como constructor de puentes en el sentido propio y político de la palabra. Estoy muy impresionado por su incansable intervención en favor de la paz y de la justicia. Mediante sus encíclicas sociales, con las que llama a la responsabilidad social, al respeto de los derechos humanos y a un orden económico más justo que permita su justa distribución de los bienes materiales, la figura del Papa Juan Pablo II se ha convertido en una instancia moral que va más allá de la Iglesia Católica”.
Abdullah II Bin Hussein, Rey de Jordania: “Recibimos a Su Santidad Juan Pablo II como hombre de paz, cuyo mensaje de reconciliación y de armonía sigue resonando en el mundo. Le dimos la bienvenida como símbolo de todo lo que es puro y noble en esta vida: la fe y la oración a Dios Omnipotente y el perdón recíproco; como creyente en Dios, compasivo y lleno de misericordia. Él nos recuerda de un modo auténtico que el poder del amor es mucho más difícil de obtener que el del odio y del conflicto. La presencia del Santo Padre nos ha recordado… la virtud de la fe y la necesidad de perdonar a los enemigos. Su presencia testimonia su compromiso y su deseo de justicia, que ha demostrado en todas partes donde ha ido. Es una verdadera exhortación a consolidar nuestra determinación a perseguir la paz allí donde predomina la guerra, y la armonía donde hay discordias y aflicción. Es una exhortación, a cuantos creen en la paz, a no perder la esperanza. La peregrinación realizada por este hombre santo a una encrucijada de la historia y de la geografía, donde la religión dio sus primeros pasos y la cultura arrancó, nos ha dado momentos únicos y plenos de emoción que nos han acercado al significado de la tolerancia y de la constancia en la paz”.