La presidenta del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), Isabel Perelló, presidió el acto de entrega de los XVIII Premios del Foro Justicia y Discapacidad, que en esta edición han distinguido, en sus distintas categorías, la labor de la Asociación Cepri, el diario digital Cermi.es, el Colegio de Educación Especial Cisen y, en el apartado de trayectoria personal, a Raquel López Lorenzo, abogada y coordinadora del equipo de catequesis inclusiva de la Delegación Episcopal de Catequesis.
Los galardones, concedidos por el Foro Justicia y Discapacidad —presidido por la vocal del CGPJ Isabel Revuelta—, tienen como finalidad «reconocer la contribución de los premiados a la mejora de la vida de las personas con discapacidad, al ejercicio pleno de sus derechos y a la eliminación de cualquier tipo de discriminación y barreras», según ha señalado el propio Consejo en un comunicado.
En el caso de Raquel López Lorenzo, el jurado ha querido destacar su dedicación al desarrollo de la inteligencia espiritual de las personas con discapacidad, una vocación que nació de su propia experiencia familiar, como madre de dos hijos con discapacidad, y que hoy se concreta en su servicio como coordinadora del Equipo de Catequesis Inclusiva y de catequesis de jóvenes con discapacidad en la archidiócesis de Madrid.
En declaraciones tras conocer el premio, Raquel confesaba haberlo recibido «con mucha sorpresa» y subrayaba el trasfondo profundamente familiar y eclesial de su trabajo: «Soy madre de dos niños con discapacidad y me pongo en el lugar de otros padres y madres. Veo que estos niños y jóvenes tienen derecho a una formación en el ámbito espiritual». Recordaba también cómo el delegado episcopal de Catequesis, Manuel Bru, le animó a dar un paso adelante: «Me ofreció la experiencia de llevar un grupo de niños con discapacidad. Ahí me tiré un poco a la piscina».
Lejos de considerarse merecedora de un reconocimiento público, Raquel insistía en la sencillez de su misión: «Yo soy solo una madre de familia». Sin embargo, veía en el premio una oportunidad para visibilizar una realidad muchas veces olvidada: «Sirve para que la gente vea lo que hacemos y, sobre todo, para que vean a la gente que lo necesita».
Preguntada por las dificultades históricas de acceso de las personas con discapacidad a la catequesis y a los sacramentos, señalaba la importancia de la formación y del acompañamiento a las comunidades parroquiales: «Si un sacerdote no se ha sensibilizado, es normal que no sepa qué hacer. Para eso está el Equipo de Catequesis Inclusiva, para echar una mano y abrir esa vía».
La experiencia que coordina en la archidiócesis de Madrid es concreta y cercana. «Nos reunimos cada quince días desde hace dos años y medio», explica. Los encuentros combinan la convivencia, la catequesis adaptada y la oración: «Es importante que se vayan con una idea clara, repetida al principio, a la mitad y al final. Y si estamos en catequesis, hay que rezar». Una vivencia de Iglesia en la que, como ella misma subraya, «aprendemos muchísimo de ellos».
Raquel valora especialmente que el reconocimiento proceda del CGPJ: «Es muy importante que una de las instituciones más altas del Estado se haya preocupado de que las personas con discapacidad reciban una formación en valores. Esto también es dar dignidad».
Tras recibir el premio, la mirada está puesta en el futuro inmediato: «El pasado noviembre se confirmarán nuestros jóvenes. Quieren seguir como grupo y crecer en la fe». Un camino que continúa, fiel al deseo de una Iglesia que sale al encuentro de todos, especialmente de quienes más lo necesitan.





