¿Ofrecen los Nuevos Movimientos Eclesiales procesos alternativos de catequesis de iniciación cristiana a los que se realizan en las parroquias? ¿Ofrecen por otro lado planes y recursos catequéticos propios?

RESPUESTA:

Los Nuevos Movimientos Eclesiales no ofrecen sus itinerarios evangelizadores desde una perspectiva catequética, sino desde el primer anuncio (o segundo primer anuncio) para los lejanos y los alejados, y desde particulares y carismáticos acompañamientos pastorales para los creyentes que se acercan y terminan participando de sus comunidades y actividades.

Tampoco, a partir de este encuadre, suelen los nuevos movimientos presentar itinerarios alternativos a los procesos catequéticos parroquiales, en primer lugar a la hora de la integración de sus familias en las parroquias y los colegios, pues las familias que participan en los Nuevos Movimientos inscriben a sus hijos en sus parroquias, y no piden ni promueven que estos, los Movimientos, aún constituyendo realmente (tanto vivencialmente como legítimamente) comunidades cristianas, establezcan itinerarios alternativos a las parroquias de iniciación cristiana.

Tampoco, en general, podemos atribuir a los Nuevos Movimientos iniciativas de elaboración de recursos catequéticos alternativos a los diocesanos. No correspondería aquí entender como excepción a la Acción Católica, que si lo hace como propuesta para las diócesis y las parroquias, dada su específica configuración diocesana, pero no estamos hablando de una institución eclesial que podamos enmarcar entre los Nuevos Movimientos Eclesiales.

ARGUMENTACIÓN DE LA RESPUESTA:

La iniciación cristiana (proceso iniciático y recepción de sacramentos) depende exclusivamente de la iniciativa del obispo, primer catequista de la diócesis, y son las parroquias las únicas instituciones que pueden organizar, planificar y desarrollar procesos de iniciación cristiana, bajo de la orientación de la delegación de catequesis que determina los itinerarios y recursos para ello.

Ya expresaba el Directorio general de la Catequesis (DGC), de 1997, que los movimientos y las asociaciones, por lo que se refiere a la catequesis, no son una alternativa ordinaria a la parroquia” (DGC, nº 262c), y el Directorio para la Catequesis (DC), de 2020, dice que “la catequesis es invariablemente tarea de la Iglesia y, por ello, el principio de eclesialidad de la catequesis debe ser siempre evidente. En consecuencia, las asociaciones, movimientos y grupos particulares estarán en sintonía con los planes pastorales diocesanos” (Dc, nº 308). Para ello se les pide a los movimientos que “no pierdan el contacto con esa realidad tan rica de la parroquia del lugar, y que se integren gustosamente en la pastoral orgánica de la iglesia particular” (DC, nº 305, citando Evangelii Gaudium, 29). Esta integración, en la práctica, y en relación con los procesos de iniciación cristiana, sólo se da cuando se siguen las indicaciones del obispo, lo que en primera instancia significa seguir las pautas de la delegación episcopal de catequesis de la diócesis, pues “en la curia diocesana, el cuidado y la promoción de la catequesis se confían a la delegación diocesana de catequesis” (DC, nº 417), responsable, entre otras cosas, de “elaborar el proyecto de catequesis y su programa operativo” (DC, nº 417), guía de todos y cada uno de los procesos de iniciación cristiana de la diócesis.

En la tradición de la Iglesia, además de que siempre se ha afirmado que el obispo es el primer catequista, y que cualquier ministerio catequético emana directamente de él, el único lugar tanto de los procesos catequéticos de la iniciación cristiana, como de la recepción de los sacramentos de la iniciación cristiana es el lugar donde está “la pila bautismal”, es decir, la parroquia. Es más, “el lugar propio de la Iniciación Cristiana es la Iglesia catedral y la iglesia parroquial, que siempre han de tener la pila bautismal” (Conferencia Episcopal Española. La Iniciación cristiana. Reflexiones y orientaciones. Documento aprobado en la LXX Asamblea Plenaria de la CEE, el 27 de noviembre de 1998).

Las asociaciones y movimientos tienen su específico ámbito de evangelización tanto en sus iniciativas de primer anuncio como en la formación en la fe de los que ya han recibido los sacramentos de la iniciación cristiana, según sus propios carismas, pero el lugar propio de los procesos de iniciación cristiana, salvo excepciones que pueda en su caso permitir el obispo, es la parroquia. E incluso el primer anuncio y la formación en la fe de los jóvenes y de los adultos, debe responder al principio según el cual “las dos acciones, el anuncio misionero y la catequesis de iniciación, se conciban coordinadamente y se ofrezcan, en la Iglesia particular, mediante un proyecto evangelizador misionero y catecumenal unitario” (Conferencia Episcopal Española. La Iniciación cristiana. Reflexiones y orientaciones. Doc. Cit.).