Siguiendo la propuesta mini-reflexiones sobre la catequesis para este verano, esta semana ofrecemos estas notas sobre el «profesiograma» o listado de habilidades de un catequista:
PROFESIOGRAMA CATEQUÍSTICO
Se necesitan todos los rasgos posibles para cumplir con la misión. Pero algunos pueden darnos la pista para un correcto profesiograma catequístico.
Los personales son los que desarrollan y consolidad la conciencia de la propia dignidad. Términos como dominio, serenidad, sensibilidad, austeridad, libertad, optimismo, sensibilidad espiritual y sobre todo fe, esperanza y caridad resultan necesarios.
Los sociales hacen fáciles las relaciones con los demás: las verticales de dependencia misional, las horizontales de solidaridad y convivencia Términos como amabilidad, comprensión, respeto, ejemplaridad, pluralismo, ciencia, sobre todo sencillez, capacidad de diálogo y cordialidad abren el espíritu a la comunicación.
– Los eclesiales son los que hacen al catequista miembro activo y generoso de la comunidad de los creyentes. Sus cualidades de disponibilidad, responsabilidad, piedad, ortodoxia, fidelidad, obediencia, sentido de sacrificio, entrega y dedicación, apertura y sobre todo celo, sinceridad y abnegación hacen posible su labor santificadora.
– Como educador de la fe y animador, los pedagógicos son las cualidades que aprecian quienes con él se relacionan: autoridad, prudencia, confianza, fortaleza, interés, competencia, previsión, sobre todo amabilidad, adaptación y paciencia.
– Y puesto que trata con sujetos que le necesitan y a los cuales les debe animar e iluminar, las «habilidades psicológicas» al estilo de la agilidad mental, el optimismo, la comprensión, la cercanía, la apertura, la sencillez, el altruismo, el equilibrio y la ejemplaridad, sobre todo la paz, le darán lo que precisa para que su acción sea permanentemente beneficiosa.
– Algunos catequistas pueden desanimarse al pensar que tantas cualidades son inalcanzables a la vez. Lo curioso y lo misterioso de las cualidades profesionales es que, cuando se cultiva una cualquiera, todas las demás se acrecientan. Y cuando alguna falla en lo esencial, todas las demás se resienten. Esa simbiosis de rasgos profesionales aparentemente es desconcertante; pero, a la larga, se vuelve consoladora.