La CEE ha actualizado la identidad y el marco de referencia de la pastoral con personas migradas. Y ofrece, desde la diversidad aportada por las migraciones, algunas claves para afrontar los desafíos del futuro.
El futuro de la sociedad y de la Iglesia en España pasa por la plena incorporación de las personas migradas. En consecuencia, o somos una Iglesia acogedora y misionera, o no seremos. La exhortación propone una pastoral transversal con personas migradas, en una Iglesia «en salida» donde “cabemos todos”. La integración, que no asimilación, de las personas migradas en la Iglesia es uno de los signos de los tiempos eclesiales más claros. Actualizar la identidad y el marco de referencia de la pastoral con personas migradas. Y ofrecer, desde la diversidad aportada por las migraciones, algunas claves para afrontar los desafíos del futuro. Con este objetivo, la Conferencia Episcopal Española (CEE) ofrece la Exhortación pastoral “Comunidades acogedoras y misioneras. Identidad y marco de la pastoral con migrantes”, que fue aprobada por la Asamblea Plenaria del pasado mes de marzo.
Este documento se ha hecho público en rueda de prensa el lunes 6 de mayo. Intervinieron el arzobispo de Madrid y vicepresidente de la CEE, cardenal José Cobo, el director del departamento de Migraciones, Xabier Gómez; y Melania Flores, peruana, de la parroquia San Millán y San Cayetano de Madrid.
Este documento ha sido redactado, después de un proceso de escucha y reflexión, por el departamento de Migraciones de la Subcomisión Episcopal para las Migraciones y la Movilidad humana, y fue presentado en la Plenaria por la Comisión Episcopal para la Pastoral Social y Promoción humana.
La Exhortación se divide en 5 capítulos. El primero, para poner en contexto la migración y sus causas y analizar cuál es el grado de integración de las personas migradas en la sociedad. “Vivir la catolicidad” es el título que encabeza el segundo capítulo, que comienza con un reconocimiento de la aportación de los migrantes a la sociedad y en el que también se señalan unos criterios de acción. En el tercero, se perfilan unas orientaciones para la conversión personal y pastoral. El cuarto plantea las claves de transformación para avanzar de una pastoral para a una pastoral con. Y en el último se presentan un conjunto de propuestas y buenas prácticas. Las primeras páginas son un preámbulo en el que se sintetiza el contenido del documento, que se cierra con un apartado de agradecimientos.
Continuidad y evolución
Como se explica en las primeras páginas, este nuevo documento actualiza “La Iglesia en España y los migrantes”, de 2007, pero sin prescindir de su reflexión teológico-pastoral que “continúa siendo un referente válido” por “la calidad y profundidad de sus planteamientos”. Sin embargo, “desde el 2007 se han sucedido muchos cambios en la sociedad y en la propia Iglesia que aconsejan una puesta al día que aglutina continuidad y evolución”.
De hecho, se recuerda, que los datos actuales “confirman lo que han ido mostrando los pronunciamientos de los obispos desde 1994 hasta la actualidad: que el futuro de la sociedad y de la Iglesia en España pasa por la plena incorporación de las personas migradas”. En consecuencia, “o somos una Iglesia acogedora y misionera, o no seremos”.
“La integración, que no asimilación, de las personas migradas en la Iglesia es uno de los signos de los tiempos eclesiales más claros”. Partiendo de esta premisa, esta Exhortación se publica con la esperanza de suscitar “un cambio en la conciencia y el enfoque de quienes conformamos el santo pueblo de Dios. Que nos ayude a configurar las comunidades del futuro, caminando con lo que funciona o replanteando donde sea necesario el modelo de parroquia y de misión; promoviendo con quienes ya viven entre nosotros y los nuevos vecinos o hermanos comunidades acogedoras y misioneras. Conversión personal y pastoral para vivir en armonía, testimoniar y anunciar juntos la alegría del Evangelio”.
Una nueva propuesta pastoral
Para ello, se formula una pastoral transversal con personas migradas, en una Iglesia «en salida» donde “cabemos todos”. La base de esta pastoral son los dos grandes retos que planteó el papa Francisco en su mensaje para la Jornada Mundial del Migrante y Refugiado de 2021.
“El reto ad intra” que “tiene que ver con la manera de vivir la catolicidad de nuestra fe” y que propone, como primer paso, “ensanchar el espacio de la tienda para que se pueda incluir a todos” y “donde todos puedan preservar las diferencias que enriquecen a la comunidad”.
Y “el reto ad extra” que “se refiere a la manera de ser una Iglesia verdaderamente misionera” que sale “al encuentro de los necesitados, los descartados, los marginados, los oprimidos… que estamos llamados a reconocer y a cuidar”.
Exhortación pastoral
“Comunidades acogedoras y misioneras.
Identidad y marco de la pastoral con migrantes”
(Resumen)
Se propone una pastoral transversal con personas migradas, en una Iglesia «en salida» donde cabemos todos.
La población de origen inmigrante está fuertemente arraigada en España. Este arraigo en nuestra sociedad no se corresponde con una equiparación socioeconómica con la población autóctona.
Una mirada creyente permite acoger la valiosa aportación de las personas migradas a nuestra sociedad y nuestra Iglesia: aportan su trabajo, nos permiten crecer como personas en la acogida, nos acercan a Dios y hacen crecer la comunidad cristiana.
Una mirada completa incluye: el derecho a no tener que migrar; el derecho a migrar y a la ciudadanía mundial; la necesidad de una autoridad mundial; el horizonte de la cultura del encuentro y la catolicidad de la Iglesia que se muestra mediante la fraternidad.
Se debe iniciar procesos de escucha activa, adecuación y transformación de las comunidades a la nueva realidad para que ese futuro común sea un «hogar» para todos.
Acoger no es solo dar la bienvenida, sino extraer consecuencias del enriquecimiento mutuo y recíproco entre quienes acogen y son acogidos.
Crecer en coordinación, misión compartida y trabajo en red, caminar juntos en la diversidad sin la confusión de roles y servicios; y crecer juntos en la fe, la formación, la caridad y el sentido de identidad.
Cuidar la participación activa de las personas migradas involucrándolos en la vida de la comunidad cristiana y en cualquier organismo o responsabilidad pastoral para que sean sujetos activos de la evangelización.
Construir comunidades acogedoras y hospitalidad, discernir y concretar en cada comunidad cómo encarnar una Iglesia que vive y se muestra como familia que acoge a todos.
Ofrecer narraciones positivas y el servicio a la verdad en relación a las personas migradas, en todos los ámbitos: educación, medios de comunicación, formación, predicación.
Preámbulo
Objetivo: actualizar la identidad y el marco de referencia de la pastoral con personas migradas. Y ofrecer desde la diversidad aportada por las migraciones algunas claves que contribuyan a afrontar los desafíos del futuro desde un enfoque transversal y sinodal al servicio de cualquier proyecto, tanto de evangelización como de reestructuración pastoral.
Esta nueva exhortación ya no habla de pastoral de migraciones o para los migrantes, sino que propone una pastoral transversal con personas migradas, en una Iglesia «en salida» donde cabemos todos, trabajamos por proyectos y aprendemos que la diversidad cultural nos hace vivir mejor la catolicidad y fraternidad.
1. El contexto
La realidad a la que nos referimos en este documento es la realidad de una de cada cinco personas que vivimos en España, y que ha transformado la sociedad española, y con ella, nuestras diócesis, parroquias, y comunidades eclesiales.
No todas las situaciones migratorias son iguales. El contexto migratorio viene marcado en unos casos por una dinámica socioeconómica en la que participan tanto los países de emisión como nuestro propio país. Los migrantes no solo no son una amenaza laboral para la ciudadanía española, sino que son un recurso valioso y necesario del que dependemos, sobre todo cuando están laboralmente cualificados. Nuestra economía demanda, porque necesita, una gran cantidad de mano de obra migrante, sin la cual el exitoso desempeño de esta no habría tenido lugar.
La población de origen inmigrante está fuertemente arraigada en España. La gran mayoría de las personas migradas llevan más de diez años en nuestro país, con una edad media de 37 años frente a los 45 de los nacionales y una tasa de natalidad de 1,35 %, frente al 0,6 % de los nacionales; han formado sus familias aquí y han elegido nuestro país para desarrollar su proyecto vital. Los migrantes han contribuido así a paliar el invierno demográfico.
Este arraigo en nuestra sociedad no se corresponde con una equiparación socioeconómica con la población autóctona. Las personas migradas sufren mayores índices de desempleo o subempleo, acceden con menor intensidad a las políticas sociales, y sufren mayor vulnerabilidad social.
2. Vivir la catolicidad
Una mirada creyente permite acoger la valiosa aportación de las personas migradas a nuestra sociedad y nuestra Iglesia:
Trabajo: aportan su trabajo para el desarrollo del país de acogida e incluso del país de origen.
Crecimiento personal. Su presencia nos ofrece también una oportunidad de crecer como personas: Ellos demuestran el valor de realidades como la perseverancia, la austeridad, la alegría, el sacrificio la laboriosidad.
Acercamiento a Dios. Los migrantes nos pueden acercar a Dios y hacer que términos como liberación, éxodo, pobres, viudas, etc. cobren nueva actualidad y fuerza, y nos orientan a reencontrarlo, hacen resurgir el profetismo, la llamada de Dios a la renovación y a la conversión.
Crecimiento de la comunidad. En el encuentro con ellos se nos da la oportunidad de crecer como Iglesia, de enriquecernos mutuamente.
La migración supone para la Iglesia un desafío particular por las dimensiones y por la situación de dolor que encierra. Ante las migraciones, tenemos una tarea y un gran reto: ser fieles al deseo y al mandato del Señor Jesús de reunir en una sola familia a todos los pueblos, siendo una fraternidad que ilumine a todos sobre cómo llegar a conseguir la unidad de los pueblos diversos.
Este es nuestro punto de partida: A cada ser humano que se ve obligado a dejar su patria en busca de un futuro mejor, el Señor lo confía al amor maternal de la Iglesia. Es una gran responsabilidad que la Iglesia quiere compartir con todos los creyentes y con todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Abrazar la «cultura de la vida» en todas las circunstancias que componen una biografía nos lleva a decir que no es tolerable que se siga dejando morir a las personas en las fronteras o en su intento de cruzarlas.
De este punto surgen unos criterios para la acción:
El derecho a no tener que migrar: la posibilidad de tener una vida en paz y con futuro en el propio país es una medida muy eficaz para evitar las tragedias que contemplamos.
El derecho a migrar y a la ciudadanía mundial. Las naciones más prósperas tienen el deber de acoger al extranjero que busca seguridad y medios de vida. Deben velar para que se respete el derecho natural que coloca al huésped bajo la protección de quienes lo reciben.
La necesidad de una autoridad mundial. Una gobernanza global para las migraciones menos ideológica y centrada en la dignidad de la persona y el bien común.
El horizonte de la cultura del encuentro y la catolicidad de la Iglesia que se muestra viviendo la universalidad del género humano mediante la fraternidad.
Hacer una pastoral donde la diversidad en armonía sea el modo de caminar juntos.
3. Orientaciones para la conversión personal y pastoral
Volver a Jesucristo Toda actividad pastoral adquiere sentido en la medida en que nos hace vivir más enraizados en el Señor y la vida de gracia, así como crecer en la amistad con Jesús, la alegría de la fe. El Evangelio es una escuela para aprender a ver, a mirar con el corazón.
El valor de la hospitalidad. Nuestras sociedades necesitan abrirse con urgencia al valor de la hospitalidad como principio de humanización y puente entre las culturas y las personas.
Actitudes con futuro:
Maternidad de la Iglesia de puertas abiertas que acoge.
Mirada contemplativa sobre lo que sucede en la vida de las personas.
Creatividad para imaginar espacios de encuentro y oración
Salir de las zonas de comodidad para ir a los foros donde se protege la cultura de la vida.
Funciones de las delegaciones y secretariados: Tienen la misión de promover en cada su diócesis la acogida, acompañamiento e integración de las personas migradas en la vida pastoral y social. También deben ofrecer los cauces para integrar las diversas entidades eclesiales que cuenten con proyectos de misión para personas migradas en las diócesis.
Una pastoral diocesana de conjunto: trabajar en procesos y por proyectos.
4. Claves de transformación: de una pastoral para a una pastoral con
Se trata de iniciar procesos de escucha activa, adecuación y transformación de las comunidades a la nueva realidad para que ese futuro común sea un «hogar» para todos.
En comunidades significativas, acogedoras y misioneras. Acoger no es solo dar la bienvenida, sino extraer consecuencias del enriquecimiento mutuo y recíproco entre quienes acogen y son acogidos.
El diálogo ecuménico y el diálogo interreligioso. La pastoral con migrantes está habituada y promueve tanto la sensibilidad ecuménica como el diálogo interreligioso desde la vecindad, la cultura del encuentro y la caridad. En nuestro caso desde la artesanía de hacer cada día posible el entendimiento, la convivencia, la ayuda mutua, el respeto y el caminar juntos.
5. Propuestas y buenas prácticas
Esta pastoral quiere contribuir a la revitalización de la Iglesia presente en medio de cada barrio, ciudad o pueblo. Se nos propone afrontar un cambio de enfoque: pasar de entender la acción pastoral para los migrantes a concretar una acción pastoral con los migrantes, tratando de centrar la misión no tanto en «ellos», sino en «un nosotros cada vez más grande». Algunas de las áreas en las que se pueden crecer y propuestas para su desarrollo son:
Crecer en coordinación, misión compartida y trabajo en red, caminar juntos en la diversidad sin la confusión de roles y servicios; a crecer juntos en la fe, la formación, la caridad y el sentido de identidad
Contribuir a la formación de todos: seminaristas, presbíteros y laicos: contribuyan a capacitar a seminaristas y presbíteros en su servicio a las comunidades de una Iglesia cada vez más sinodal y culturalmente diversa.
Cuidar la participación activa de las personas migradas involucrándolos especialmente en los consejos pastorales parroquiales, y en cualquier organismo o responsabilidad pastoral donde no suelen estar, para que sean sujetos activos y no solo destinatarios de la evangelización.
Construir comunidades acogedoras y hospitalidad, discernir y concretar en cada comunidad cómo encarnar una Iglesia que vive y se muestra como familia que acoge a todos,
En coherencia con la cultura de la vida, cuidar la maternidad en situaciones vulnerables y desarrollar programas eficaces para la integración de los niños y niñas migrantes
Trabajar juntos por la «plena ciudadanía» de todos
Ser parte de las narraciones positivas y el servicio a la verdad en relación a las personas migradas, en todos los ámbitos: educación, medios de comunicación, formación, predicación.
Agradecimientos
Agradecemos a las personas y familias migradas su valiosa aportación a la revitalización de nuestra sociedad y en el caso de los católicos también su contribución a revitalizar nuestra Iglesia.
También agradecemos a todos los miembros de la pastoral con migrantes y a quienes desde dentro o fuera de nuestras comunidades cristianas, caminan junto a ellos.
Nuestro reconocimiento a Cáritas, a la vida consagrada y a todas las realidades eclesiales cuyos fines y actividades contribuyen a hacernos ver a Cristo en cada uno de ellos.