Compartimos con vosotros esta crónica, y lectura a la vez, de la presentación del 23 de noviembre del catecismo de adultos desde la perspectiva del sacerdote venezolano, Hugo Armando Delgado.
El pasado jueves 23 de noviembre en Madrid se presentó, por parte de la Comisión de Evangelización, Catequesis y Catecumenado de la CEE, un texto que completa los procesos de iniciación cristiana que se llevan a cabo en favor del pueblo que peregrina en España. Contando con itinerarios para niños, niñas, adolescentes y jóvenes, hacía falta un instrumento que sirviera realmente a la evangelización y que posibilitara la reevangelización de las comunidades cristianas, reincorporando al mismo tiempo, a hombres y mujeres adultos bautizados que requieran dar el paso a convertirse en discípulos de Cristo.
La presentación
En palabras de uno de los miembros de la comisión, el texto en cuestión, que lleva por título “Buscad al Señor”, es un itinerario de vida cristiana no solo para sus destinatarios sino también para los agentes de la evangelización que llevarán adelante, desde su testimonio de vida y fe, estos caminos de conversión e inserción en la comunidad cristiana. Se presenta como un itinerario “para toda la vida” que guarda cada familia y cada bautizado con la misma importancia de la Biblia, el Catecismo de la Iglesia Católica y otros tantos documentos magisteriales que la Iglesia como madre y maestra ofrece para la educación y madurez en la fe de sus hijos.
El Sacerdote Rodolfo Londoño, colombiano, abogado y con estudios realizados en el área de Evangelización y Catequesis de la UESD, compartió una presentación del texto catequético desde un estudio de la realidad a través del ver, juzgar y actuar. Estamos ante un cambio de época, que no es lo mismo que una “época de cambios”. Esta nueva época pone a la Iglesia en una situación que le exige (como cada época lo ha hecho a lo largo de la historia) dar respuestas a las nuevas interrogantes del hombre y la mujer actuales. Ante la advertencia de los papas de los últimos 15 años, es real que en el ámbito de la evangelización ya no puede darse la fe cristiana por sentada. La realidad es que no podemos suponer la fe de nadie: de hombres y mujeres que llegan al despacho parroquial a solicitar servicios de la Iglesia, de padres y madres de interlocutores de catequesis y ni siquiera, de muchos consagrados. La concepción de la fe y la religión del hombre y la mujer de hoy -incluso su idea de Dios, de Cristo, de la Iglesia- han dado un vuelco vertiginoso que dista de manera escandalosa con lo que se podía profesar en cuestiones de fe y moral al menos hace 20 años atrás. Pero ante la realidad, que no puede juzgarse como mejor o peor, prevalece la actitud de la Iglesia que discierne los signos de los tiempos con esperanza y alegría a fin de dar respuestas oportunas y dejar de dar así, respuestas a preguntas que ya nadie se hace.
El modo de evangelizar hoy, reclama una forma catequética que supere los antiguos paradigmas que atendían a una humanidad cristianizada. De allí que estamos ante un cambio de paradigma en la tarea evangelizadora, y esto tiene importantes implicaciones y desafíos que han de asumirse con determinación, valentía y creatividad, puesto que el mundo postmoderno cuestiona a fondo la manera de cómo estamos educando en la fe y cómo estamos alimentando la vivencia cristiana. Se requiere una catequesis que responda al alto porcentaje de católicos sin conciencia de su misión bautismal, ser sal y fermento en el mundo, y con una identidad cristiana débil y vulnerable. Es por ello, que todas las iniciativas que se hacen en la Iglesia en el tema de la catequesis y la evangelización buscan cada vez con mayor deseo poner a los hombres y mujeres no solo en contacto con Cristo sino en intimidad, para poder así cumplir auténticamente la misión evangelizadora. (Cf. Aparecida, 287)
Este es el reto que cada conferencia episcopal desde las delegaciones de evangelización y catequesis e iniciación cristiana se están planteando cada vez con mayor esmero. Dar un giro a la catequesis, que sea verdaderamente evangelizadora y que tenga como centro la Palabra, el kerigma y la iniciación cristiana. Esto la convierte en una catequesis de inspiración catecumenal, dirigida no solamente a aquellos que no han sido bautizados (siguiendo el modelo primitivo), sino para todos los que hoy en día, por las realidades diversas marcadas por el contexto actual, aún habiendo recibido todos o algunos sacramentos de iniciación cristiana, piden y necesitan completar, reiniciar, revitalizar y madurar su experiencia de fe aun cuando en principio no sean conscientes de ello.
El itinerario “Buscad al Señor” es entonces, el fruto de esta tarea irrenunciable de ofrecer una modalidad operativa de iniciación cristiana que marque el qué, ofrezca los elementos para el quién, el cómo y el dónde de un proceso de encuentro con Jesucristo. Asumiendo de esta manera, la catequesis de adultos como forma principal de la catequesis y desde allí, orientar el resto de los itinerarios. Es el adulto quien puede ser capaz de una adhesión plenamente responsable (Cf. DGC 59, CT 43) y al que lo desea, sirviéndose de una petición de sacramentos pero especialmente porque viéndose alejados desean volver a la fe, se le ofrece un itinerario que responda a sus interrogantes, ponga los cimientos de la vida cristiana y le permita profundizar en la fe.
La catequesis de adultos en el contexto del cambio de paradigma es una catequesis con a diferencia de los modelos conocidos por todos que responden a una catequesis para, de allí que el Directorio de Catequesis (2020) ya no hable de destinatarios sino de interlocutores. En este sentido, el itinerario que se presenta quiere orientar al simpatizante, catequizando o elegido, sea cual sea su condición, a que encuentre en Cristo la respuesta a todas sus inquietudes existenciales y espirituales. Este proceso, contenido en un texto preparado con detalle que sirve como guía, tiene como fuente la Palabra y la Tradición de la Iglesia, con un especial acento en el Catecismo de la Iglesia Católica y el RICA y sus celebraciones propias.
El itinerario de fe está inspirado en el proceso de iniciación cristiana del cual dan testimonios las comunidades primitivas cristianas, pues volver a las fuentes, tiene hoy, más que nunca un gran sentido y de ello dan testimonio muchas comunidades locales alrededor del mundo. De allí que no se está haciendo nada nuevo, sino lo que ordinariamente hacía la Iglesia, que por razones históricas cayó en desuso y que el Espíritu Santo desde la preparación del Concilio Vaticano II viene suscitando. Se contemplan pues, en este instrumento ofrecido por la CEE, las etapas del precatecumenado, catecumenado, iluminación y purificación y mistagogía, muy bien explicadas por el RICA. Cada una de estas etapas contenidas en textos identificados con colores estudiados previamente y que responden a la situación del interlocutor en cada uno de estos momentos.
A los adultos que se acercan a la parroquia a vivir una experiencia renovadora de fe se les anuncia la buena noticia, asumen un despertar y una llamada, responden libremente a ella dando un paso a la profundización de los contenidos de la fe, se adhieren progresivamente a la persona de Jesús, a su mensaje y su proyecto optando por él, recibiendo o renovando la vida sacramental y finalmente, descubriendo y saboreando los misterios que se esconden tras la recepción de los sacramentos que les han insertado en la comunidad cristiana, lugar en el que como fruto de todo este proceso responden desde la cotidianidad de su vida y a través de un servicio específico. Es un proceso en el que la Palabra de Dios que se hace vida y la experiencia kerigmática, que se renueva constantemente, sirven como médula.
Los textos cuentan con una metodología propia por medio de la cual se busca alcanzar los objetivos ya señalados en la vida del interlocutor, pero no se puede olvidar que la meta es hacer un discípulo y además misionero que responda a este llamado del papa Francisco de pasar de una Iglesia de la cristiandad a una Iglesia en salida misionera. Lo que se quiere es un discípulo de Cristo, un testigo que pase de ser evangelizado a ser un evangelizador, no solamente una persona que se contente con recibir sacramentos – ya sea por cumplimiento, capricho o requisito – que luego no fructificarán en su vida cotidiana ni en la sociedad. Un discípulo que además, se sienta parte de una comunidad, que dentro de ella viva y celebre la fe, y que en ella encuentre su lugar específico conforme a la vocación que durante el proceso haya tenido la oportunidad de descubrir.
Hay un elemento que se le ha dado importancia y tiene que ver con el vínculo fe y cultura, respondiendo al drama que desde Evangeli Nuntiandi se venía exponiendo por Pablo VI: el divorcio entre ambas realidades. El itinerario tiene como objetivo que el interlocutor se convierta, desde su misión, en un transmisor y defensor de estos valores, a través de imágenes, comentarios, citas de documentos patrísticos y magisteriales, textos bíblicos y otros elementos, incluidos en las guías del itinerario a lo largo de los 49 temas que se presentan.
Centralidad en la Palabra, lenguaje accesible, riquezas artísticas y doctrinales de la Iglesia, preguntas orientadoras, celebraciones, reflexiones, pistas para la vida ordinaria de los interlocutores, compromisos, comentarios de especialistas, recursos digitales,… son algunos de los elementos contenidos en este “kit”-itinerario de vida cristiana que se plantea contribuir y ayudar a la tarea evangelizadora de la Iglesia en España en este cambio de época y que ha sido presentado por los delegados de la Conferencia Episcopal Española en el área de la Evangelización, Catequesis e Iniciación Cristiana.
La acogida
Personalmente, y como estudiante del bienio de Evangelización y Catequesis de la UESD, considero una oportuna experiencia el haber estado presente entre los fieles, catequistas, religiosos, religiosas y sacerdotes que se encontraban el día jueves 23 de noviembre en la presentación de este “catecismo para adultos”. He sido testigo de los frutos que en las comunidades cristianas pueden darse a partir de un correcto itinerario para adultos con los objetivos que se han planteado y ante la realidad que se ha descrito anteriormente.
En mi país de origen, Venezuela, desde hace casi 20 años, como fruto de las orientaciones del Concilio Vaticano II, los documentos del CELAM (especialmente Aparecida) y el Concilio Plenario de Venezuela (Documento 4: La Catequesis), y después de un arduo trabajo de evaluación de la realidad, poner en común las experiencias de las iglesias particulares, testimonios y experiencias de catequistas y sacerdotes, la ayuda de especialistas en pastoral, teología, sociología y otras ciencias positivas que sirven de apoyo a la evangelización, se dio a conocer el itinerario “Serán mis Testigos” por parte del entonces Departamento de Catequesis de la Conferencia Episcopal Venezolana.
No fui testigo de lo que en aquellos años se presentaba y logré conocer el modelo operativo oficial para la catequesis de adultos muchos años después gracias a las clases de Catequética en el seminario y el Secretariado de Catequesis de mi Diócesis. Sin embargo, el haber estado presente en esta exposición tan importante para la Iglesia en España del catecismo de adultos “Buscad al Señor” me supone la confirmación de un valioso compromiso en la tarea evangelizadora y catequética, no solo en mi país, sino también en el servicio que ofrezco en la parroquia donde he sido asignado en esta arquidiócesis.
Al mismo tiempo, me llena de expectativas toda esta propuesta para España. Valoro mucho, por la experiencia de mi país, todo el esfuerzo realizado al preparar y presentar este instrumento. Es un recurso que no está del todo hecho sino que con el tiempo será oportunamente actualizado conforme a las experiencias de cada diócesis y cada comunidad particular. La aplicación de este modelo que se ofrece, su aceptación, la correcta comprensión de sus etapas y métodos, todo ello implica desafíos para los cuales debemos estar preparados. Una cosa es lo que se presenta hoy y otra muy distinta, la que se termina ejecutando en las parroquias, y en esto influyen muchas circunstancias. Pero no cabe duda de que este es el camino: la catequesis de inspiración catecumenal, con sus etapas, tiempos y celebraciones, y desde luego, con los frutos de los cuales muchos serán testigos. Me sigue interesando, al recibir esta presentación del nuevo itinerario español, la importancia de un estudio detallado y paciente que dé como resultado una aproximada traslación de las etapas para personas que han recibido ya los sacramentos, que en su mayoría son los que se acercan a nuestras parroquias a emprender caminos de madurez en la fe.
En la presentación de este instrumento echo en falta o advierto algunas realidades de las cuales tomo nota, especialmente para revisarlas en las experiencias de adultos que llevamos en nuestra parroquia Nuestra Señora de los Desamparados y San Lucas de Madrid, pero también en los procesos que de esta misma naturaleza, se llevan a cabo en las diócesis de Venezuela y con los cuales sigo cooperando en la distancia con mucha esperanza y alegría. Lo que advierto me ayuda a acoger de la mejor manera esta propuesta catequética como catequista y acompañante en los procesos de fe:[1]
- El proceso de iniciación cristiana que se ofrece a los adultos en nuestras comunidades ha de tener como centro insustituible la Palabra de Dios, no es un añadido entre todos los elementos que se intentan incluir en una guía catequética. No puede quedar casi diluido entre todos los recursos que se quieran poner al servicio del interlocutor en nuestro afán de ofrecer todo cuando quisiéramos que fuera útil. No estar consciente de esta importancia, sería caer en el mismo error del antiguo paradigma catequético y de los catecismos elaborados para la recepción de sacramentos que abundan en nuestras librerías católicas.
- El cambio de paradigma comienza por cosas muy sencillas, que parecen insignificantes pero no carecen de fuerza, y entre ellas está el cambio de lenguaje. Para mí es importante hablar de un itinerario y no de un “catecismo”, pareciera que caemos sin darnos cuenta, y movidos por una inercia común a quienes pertenecemos a una generación de manuales, en la incitación de seguir bajando aunque de manera accesible (y nuevamente) el Catecismo de la Iglesia Católica a los fieles como ya lo han hecho con el YOUCAT en todas sus presentaciones, pero no estoy seguro de si es esto lo que verdaderamente necesiten los destinatarios de los que hablamos anteriormente.
- Aunque pareciera, por la avidez de conocimiento que muchos tienen (avidez de la Palabra, avidez de doctrina, deseos de saber más para defender su fe, entre otras motivaciones), el camino de iniciación cristiana de acuerdo a cada una de sus etapas, debe partir y responder progresivamente a las cuestiones más sencillas y al mismo tiempo, profundas y existenciales del hombre y la mujer de hoy: su identidad, su felicidad, sus éxitos y fracasos, su deseo de infinito… es una tarea primera la de abrirles a la trascendencia y ese despertar de la fe que tenemos claro que es fundamental, pero desde las experiencias más ordinarias, a la luz netamente de la Palabra de Dios, sin excesos de contenidos doctrinales, sin complementos que tienen su lugar en la catequesis permanente, exigencias didácticas innecesarias y sin tantas guías a los cuales se terminan sometiendo los catequistas de manera inconsciente a modo de una camisa de fuerza. Me suena al respecto la afirmación de Montesori, tomada como base para las catequesis de niños del “Buen Pastor”: el misterio está dentro del hombre, sólo hay que develarlo y esta es la tarea principal del catequista-testigo. Tengo que seguir luchando con la “tendencia catedrática” de transmitir contenidos sin más, dejando como acción secundaria la escucha del interlocutor que se hace preguntas que siguen sin respuestas.
- Las guías, que sabemos que orientan no deben ir más allá de aquello para lo que han sido creadas. En alguna etapa de la evangelización de la Iglesia, la guía del discípulo habrá de ser la Palabra contenida en la Sagrada Escritura y cristalizada en su testimonio de vida. Con algunos textos muy bien elaborados por nuestras conferencias episcopales o congregaciones religiosas, debo cuidar no someter nuevamente a un simpatizante o alejado que se acerca a vivir una experiencia distinta y renovadora de la fe, que huye a toda costa a los paradigmas que conoce, a los modos que le terminan desinteresando, a no tenerlo en un encuentro sino en una clase de catecismo en la cual se sienta, guiado por un catequista (cuyo perfil para este itinerario ha de estar definido) o facilitador, a leer paso a paso el hilo metodológico de cada uno de los “temas”. Debo recordar los testimonios de tantos adultos que aceptando la invitación de emprender este camino de conversión o revitalización se han encontrado con una comunidad y con una experiencia “sorpresiva e inesperada” nada invasiva o inquisitiva entre iguales; adultos que progresivamente etapa tras etapa y sirviéndonos de métodos más interesados en la persona (marcados por el diálogo, la escucha, la experiencia, los signos y la paciencia), descubren la fe, renuevan su vida y se insertan a una comunidad para vivir conforme a lo que Jesús les propone.
- “Menos es más”, es un criterio que nunca está de más considerar. Es la Palabra de Dios la que va a convertir al interlocutor y no solo los contenidos del catecismo, comentarios patrísticos y otros elementos que se ponen a disposición del lector (todo lo demás es complementario, recursos y mediaciones útiles y que pueden impactar o afianzar los contenidos ofrecidos en cada encuentro pero complementarios). Es en definitiva, la experiencia de un adulto en medio de una comunidad, que tiene oportunidad para escuchar, contar, evocar, compartir sentimientos. Una comunidad en la que va dejando de ver vecinos, extraños o compañeros para llamarlos hermanos al final del itinerario. Los hombres y mujeres de hoy, piden a la Iglesia, experiencias de fe, acogida, ámbitos de confianza y solidaridad, espacios de escucha y de acompañamiento y desde allí, mucho se puede construir. Desde sus propias experiencias, el Evangelio se verá finalmente encarnado.
- De allí que al estar ante este instrumento muy bien elaborado y completo para los fines deseados, el catequista debe contar con las herramientas necesarias y aptitudes para no ofrecer una clase, sino una catequesis, un encuentro con una Persona y una comunidad.
- Todo el proceso, como bien lo han presentado ha de estar atravesado por la experiencia de la Palabra, el anuncio constante de un Acontecimiento y la experiencia celebrativa que les inicia a la vida litúrgica. De allí que la inspiración de esta catequesis en el RICA sea fundamental.
- He notado, compartiendo con diversas comunidades de fe, en el marco de la tarea catequética, que la Iniciación Cristiana es una catequesis que tiene un comienzo y un final, y que es una tendencia muy frecuente en los agentes de evangelización el querer contemplar en ella toda la doctrina de la Iglesia y todo aquello que creemos que deben saber como si no hubiera un mañana, dejando a la catequesis permanente sin una tarea bien clarificada o debidamente posicionada en la misión de la Iglesia. De hecho, me parece que poco tenemos claro no pocos sacerdotes y catequistas: qué es lo que corresponde a la catequesis de iniciación cristiana, qué es lo que corresponde a las catequesis de colaboración y profundización y qué es lo que corresponde a la catequesis permanente del discípulo misionero una vez iniciado y descubierta su vocación y lugar en la Iglesia.
- Se trata de iniciar, de asentar bases, de hacer discípulos y no especialistas en biblia, teología, liturgia, religión o incluso, arte cristiano. Todo tiene su momento en la vida del discípulo y seguidor de Cristo.
[1] Los puntos a continuación son “advertencias”, es decir, afirmaciones que no puedo olvidar de manera personal en la tarea de la catequesis que desempeño. No son críticas a los textos o al trabajo realizado por la comisión que presenta el itinerario para adultos. No obstante, espero que de ellas pueda comunicar algo verdaderamente objetivo y que sea útil para la implementación de este camino de fe..