Título: Charlas a padres con hijos en Primera Comunión.
Autor: Álvaro Ginel.
Editorial: CCS.
En la Iglesia, como en todo en la vida, si queremos que cambie algo para mejorarlo debemos empezar por cambiar el lenguaje. Si queremos que la catequesis sea lo que la Iglesia quiere que sea, proceso de iniciación cristiana (el camino para hacerse cristiano, decía Tertuliano) entonces no hablamos de catequesis de primera comunión ni de catequesis de confirmación, sino de catequesis de iniciación cristiana de niños, adolescentes, jóvenes y adultos, en cuyo proceso se van acercando a los sacramentos de iniciación cristiana: el bautismo, la eucaristía y la confirmación (los tres para los catecúmenos, o sólo los dos últimos para los catequizandos). Pero eso no significa que debamos hacer de la palabra “Primera Comunión” un tabú, sino utilizarla en su verdadero contexto: el de una pastoral de la primera comunión, de la que es responsable toda la comunidad cristiana (principalmente parroquia o colegio católico), y en la que se inscribe la catequesis de iniciación cristiana, pero no se limita a ésta. Desde esta perspectiva, uno de los más reconocidos expertos en catequesis en todo el mundo, el salesiano Álvaro Ginel, presidente de la Asociación de Catequetas Españoles, ha publicado un interesantísimo libro en el que recoge la experiencia de muchos años de “Charlas a padres con hijos en Primera Comunión”, un libro que el Cardenal Carlos Osoro, arzobispo de Madrid, ha elogiado públicamente en varias ocasiones.
En él se nos acerca no sólo unos contenidos (las charlas y las cartas a los padres, la organización de las sesiones con ellos, las oraciones, los textos bíblicos de referencia, etc…), sino sobre todo una nueva mentalidad, un nuevo criterio, provocativo y atrevido, para poder entablar un diálogo entre la comunidad que los acoge, y muchos padres que, unos más y otros menos, mayoritariamente están lejos de la fe cristiana y de la Iglesia, pero que siguen trayendo a sus hijos a la parroquia con motivo de la primera comunión de sus hijos, entre los que cada vez hay más no bautizados.
Primer anuncio (de padres y de hijos), catequesis, pastoral familiar de acogida y de continuidad, se unen en una atención que requiere muchas dosis de adaptación, de “hacerse uno” con ellos, en definitiva de auténtica evangelización que no es posible sin la dinámica de la Encarnación, en la que el mismo Cristo en el sacerdote y en el catequista, acoge con cariño en los padres y en el diálogo con ellos es capaz de despertar al buscador de plenitud que hay en cada uno de ellos, como hizo con todos sus interlocutores en el Evangelio. Cita al comienzo del libro Álvaro Ginel la explicación que el Directorio General de la Catequesis da de dicha acomodación a la realidad concreta familiar y social: “Tal acomodación se entiende como acción exquisitamente maternal de la Iglesia, que ve a las personas como campo de Dios (1 Co 3,9), no para condenarlas, sino para cultivarlas en la esperanza. Va al encuentro de cada una de ellas, tiene en cuenta seriamente la variedad de situaciones y culturas y mantiene la comunión de tantas personas en la única Palabra que salva. De este modo el Evangelio se transmite de modo auténtico y significativo, como alimento saludable y a la vez adecuado. Este criterio ha de inspirar todas las iniciativas particulares, y a su servicio han de ponerse la creatividad y originalidad del catequista”.
En una de las maravillosas cartas del autor a los padres, les dice: “La vida esta plagada de estrellas que nos llegan al corazón y nos hacen más buscadores. Es posible que el hijo o la hija que te hace estar aquí hoy sea una estrella que Dios pone junto a ti para que adviertas que tu corazón no está muerto, sino que vibra y tiene ganas de encontrar y de aproximarse más a Dios para adorarlo, para acogerlo, para besarlo, para sentir que en la vida tienes por compañero a Dios y hacerte compañero de Dios en la travesía de tu vida”.