DÉCIMO OCTAVO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (B): PAN DE VIDA I

Éxodo 16,2-4.12-15 Efésios 4,17.20-24; Juan 6,24-35

HABLA LA PALABRA: Señor, danos siempre de este pan

Del antiguo maná del desierto al pan de vida de Jesús: del signo-memoria como milagro al signo-memoria como presencia. De esto nos habla la Palabra de Dios de este Domingo:

  • El libro del Éxodo nos da la clave para entender el diálogo de Jesús con sus seguidores indecisos, pues no muestra que significa para los hijos de Abraham los signos de Dios: “Hacía el crepúsculo comeréis carne, por la mañana os saciaréis de pan; para que sepáis que yo soy el Señor, vuestro Dios”.
  • Pablo en su carta a los Eféios nos invita a pasar del hombre viejo al hombre nuevo, “vestido de la nueva condición humana creada a imagen de Dios: justicia y santidad verdaderas”. Para esta nueva condición nos sostiene el Pan de Vida.
  • Jesús en el Evangelio nos hace una promesa que para aquellos dubitativos seguidores suyos resultó sorprendente: “Yo soy el Pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed”.

HABLA EL CORAZÓN: Cada Eucaristía es un encuentro con el Señor

Como nos enseña el Catecismo de la Conferencia Episcopal Española “Jesús es el Señor”, cada Eucaristía es un encuentro con el Señor. Toda la celebración es como un camino que recorremos con Jesús. La meta es permanecer unidos a Él y entre nosotros, y anticipar, aquí y ahora, el encuentro definitivo en su gloria. Estos son los distintos momentos:

1º/ Somos convocados por el amor de Dios Padre:

  • Formamos parte de un Pueblo, de una familia que es la Iglesia.
  • Nos reunimos en el nombre del Señor, que sale a nuestro encuentro, para celebrar el Misterio de la fe.
  • La comunidad cristiana prepara su corazón y su mente para vivir la Eucaristía en plenitud.

2º/ Escuchamos la Palabra:

  • Estamos atentos al mensaje que vamos a recibir.
  • Conocemos lo que el Señor quiere de nosotros.
  • Nos disponemos a hacer crecer nuestra fe con la Palabra de Dios.

3º/ Damos gracias y alabamos:

  • Nos ofrecemos al Padre, por y con Jesús, en el Espíritu Santo.
  • En la Eucaristía reconocemos la presencia de Jesús y su entrega por nosotros.
  • Alabamos y adoramos al Padre.

4º/ Recibimos el Pan de Vida:

  • En gracia de Dios recibimos el pan que nos alimenta.
  • Crecemos a imagen de Cristo Jesús.
  • Nos unimos más a Dios y entre nosotros.

5º/ Somos enviados a una misión:

  • Comunicamos el Evangelio de la Vida a todos los hombres.
  • Vivimos como hermanos en el nombre del Señor.
  • Somos colaboradores en la extensión del Reino de Dios.

HABLA LA VIDA: San Tarsicio

  • Roma, siglo III. El emperador romano Valeriano ordenó una cruel persecución contra los cristianos, que tenían que esconderse en las catacumbas para poder celebrar sus cultos.
  • Un día, el Papa Sixto, durante la celebración de la Eucaristía en las catacumbas de San Calixto, preguntó quién estaría dispuesto a llevar la Comunión a otros cristianos que estaban encarcelados. Tarsicio se ofreció enseguida.
  • El Papa aceptó ante la determinación del niño, puso las Sagradas Formas en un relicario y se lo entregó.
  • Al salir de las catacumbas, Tarsicio se encontró con unos niños que le invitaba a jugar con ellos, y les contestó que no podía detenerse. Uno de los niños le increpa para que le enseñe lo que lleva escondido en el pecho.
  • Tarsicio se negó y le golpearon hasta sangrar. Pero no consiguieron robarle el Cuerpo de Cristo.
  • Los cristianos lo recogieron y lo trasladaron hasta las catacumbas. Sin embargo, antes de llegar, ya había muerto. Tenía sólo 11 años. Era el 15 de agosto del año 257. Desde el cielo cuida especialmente de todos los monaguillos, siendo su patrono.
  • Para San Tarsicio el Pan de Vida era su más preciado tesoro, y su viático para el cielo. ¿Qué es para ti, que es para mi, el Pan de Vida?

Manuel María Bru Alonso. Delegado Episcopal de Catequesis del Arzobispado de Madrid.