Alfa y Omega – Rodrigo Quirós

Raquel López, ganadora de los XVIII premios del Foro Justicia y Discapacidad del CGPJ, coordina a un grupo de once jóvenes que se confirmarán en noviembre. Ella es abogada y madre de dos hijos con discapacidad que acaba de ganar la categoría a su trayectoria personal de los XVIII premios anuales que concede el Foro Justicia y Discapacidad del Consejo General del Poder Judicial. Desde 2023 es la coordinadora del Equipo de Catequesis Inclusiva de la Delegación de Catequesis del Arzobispado de Madrid. El jurado de estos premios ha reconocido su aportación a la sociedad porque imparte catequesis a un pequeño grupo de jóvenes con discapacidad intelectual, lo que va en línea con la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, que en su artículo 3 reconoce el respeto a la dignidad inherente, la autonomía individual y el reconocimiento del yo interior, también religioso. La entrevistamos.

¿Qué ha supuesto para usted ganar este premio?

La verdad es que lo he recibido con mucha sorpresa. Soy madre de dos niños con discapacidad y me pongo en el lugar de otros padres y madres de familia en la misma situación. Veo que estos niños y jóvenes tienen derecho a una formación en el ámbito espiritual. Manuel Bru, el delegado de Catequesis de la archidiócesis de Madrid, me ofreció la experiencia de llevar a un grupo de niños con discapacidad. Es intelectual, pero no muy acentuada, y puedes dar catequesis adaptadas con ellos. Ahí me tiré un poco a la piscina, antes había trabajado con algunos niños en mi parroquia, pero era a un nivel más pequeño.

¿Se imaginaría que podría ganarlo?

Cuando te proponen para un premio así, te imaginas que no te lo van a conceder. Competía con una persona que trabaja en la ONU o un YouTuber, pero yo soy solo una madre de familia.

A mí lo que me gusta es pensar qué podemos hacer. Que no nos limitemos a lo fácil. Que, cuando llega gente a la parroquia, salgamos a las periferias como nos pedía el Papa Francisco. Mi preferencia es la gente con discapacidad. Este premio sirve para que la gente vea lo que hacemos y sobre todo para que vean a la gente que lo necesita.

Ha habido históricamente una falsa de sensibilidad con estas personas e incluso barreras para acceder a los sacramentos.
Si no te has sensibilizado en esto, entiendo que cuando a un sacerdote le viene un niño con una discapacidad él no sabe qué hacer. En el Arzobispado, está el Equipo de Catequesis Inclusiva y podemos echarle una mano y ayudarle con la formación para abrir esa vía.

¿Por dónde empezar?

No vamos a poder llevar catequesis para grupos con discapacidad en todas las parroquias, pero sí si nos juntamos por arciprestazgos y vicarías. Tenemos que ver formas de hacerlo. Si me junto con tres parroquias y salen cuatro personas, pues ya tengo un grupo.

Es importante que los sacerdotes y la gente de las comunidades acepten que una persona con discapacidad es una persona más. Podemos aprender de ellos muchísimo.

¿Cómo se organizan en el grupo que dirige?

En mi grupo nos reunimos cada 15 días y lo llevamos haciendo dos años y medio. Vimos que es muy necesario para las personas con discapacidad intelectual.

La catequesis tiene tres partes. Una primera donde merendamos, es un rato muy divertido porque te cuentan todo lo que han hecho. Es una merienda de amigos y normal corriente, te cuentan cosas muy divertidas y te olvidas de que tienen una discapacidad intelectual. El rato de merienda me sirva pare tres cosas: para estar con los niños porque les echas de menos una semana a otra; para ver cómo está el grupo, si están agobiados con la catequesis o están tranquilos; y en tercer lugar para ver a los padres, que necesitan que les escuchen aunque no les puedas solucionar mucho. Por ejemplo, estas últimas semanas tenían mucho revuelo y necesitaban contárselo a alguien que los fuera a entender.

Luego pasamos al rato de catequesis en sí y nos cambiamos de mesa para estar estructurados. Ya no estamos en la merienda y esa distinción es importante. Los materiales que utilizamos son de la delegación de Catequesis. Los preparamos a lo largo de la semana Manuel Bru y yo. Es variable, podemos tener una catequesis bastante larga o de solo diez minutos. Tengo que tener una idea de lo que les quiero transmitir, se puede tardar más o menos, pero es importante que se vayan con una idea y se la repito al principio, al medio y al final.

Y después terminamos con una oración. Si estamos en catequesis, hay que rezar. Ellos dicen «quiere pedir por este amigo o por este familiar que está malo». Y una vez cada dos meses hacemos un oratorio. En vez de pasar a la mesa de catequesis, pasamos a una pequeña capillita.

Parece paradójico que un órgano aparentemente frío o legalista, como el Consejo General del Poder Judicial, reconozca el derecho a recibir formación espiritual.
Me parece muy importante que el premio sea del CGPJ. Es una de las instituciones más altas. Es importante que el Estado se haya preocupado, aunque sea aconfesional, de que la gente con discapacidad reciba una formación en valores. No tenemos solo derecho a llevarlos a nuestros hijos a un colegio católico, también les damos dignidad pudiendo tener esta otra formación.

¿Cuál es la próxima meta tras recibir este premio?

Nuestro siguiente paso es que en el mes de noviembre se confirman nuestros jóvenes. Confirmamos a los once, quieren seguir como grupo. Yo estoy dispuesta a seguir luego como grupo de jóvenes, pasar a la siguiente etapa de formación. Ellos me lo preguntaron y yo les dije que sí, uno de ellos no podrá seguir formando parte del grupo, pero el resto quiere seguir creciendo en la fe.