En la foto, los testimonios ante el Papa de las víctimas: Juan Carlos Murcia Perdomo, Deisy Sánchez Rey, Luz Day Landazury, y Pastora Mira

 

El mensaje de la liturgia de la Palabra del próximo domingo es claro y directo, además de provocativo y exigente: el perdón de Dios y el perdón de los hombres. Con al menos tres verdades indiscutibles:

  • Que Dios esta siempre dispuesto al perdón. ¡Que hermosa la última estrofa del salmo 102 que hemos rezado!: Como se levanta el cielo sobre la tierra, se levanta su bondad sobre sus fieles; como dista el oriente del ocaso, así aleja de nosotros nuestros delitos”.
  • Que Dios nos pide que nos perdonemos en la misma medida: Pedro pregunta: Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces? Jesús le contesta: No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete”.
  • Que el Dios que perdona a los hombres exige el perdón entre los hombres: ¿Cómo es que “quien no tiene compasión de su semejante, pide a Dios perdón de sus pecados”, se pregunta el libro del Eclesiástico. Jesús responde con la parábola del deudor de los talentos: Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo pediste. ¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?» 

El Evangelio es siempre actual. ¿En cuantos lugares, ahora mismo, hombres y mujeres, jóvenes y mayores, están pensando en la venganza o están pensando en el perdón? ¿Cuántas experiencias ahora mismo están dando vida al escandaloso mensaje evangélico de la reconciliación? La semana pasada el Papa Francisco estuvo en Colombia, precisamente, para confirmar en la fe, en el amor y en la esperanza a todos los “perdonadores” por amor:

A Pastora la violencia vivida en Colombia por las guerrillas se llevo a sus dos hijos, Sandra y Jorge. Tras transmitir al Papa su testimonio, Francisco la dijo:

Pastora Mira, tú lo has dicho muy bien: Quieres poner todo tu dolor, y el de miles de víctimas, a los pies de Jesús Crucificado, para que se una al suyo y así sea transformado en bendición y capacidad de perdón para romper el ciclo de violencia que ha imperado en Colombia. Tienes razón: la violencia engendra más violencia, el odio más odio, y la muerte más muerte. Tenemos que romper esa cadena que se presenta como ineludible, y eso sólo es posible con el perdón y la reconciliación. Y tú, querida Pastora, y tantos otros como tú, nos han demostrado que es posible. Sí, con la ayuda de Cristo vivo en medio de la comunidad es posible vencer el odio, es posible vencer la muerte, es posible comenzar de nuevo.

Luz Dary también quedo física y psicológicamente herida en medio del drama vivido en Colombia, y también tras transmitir al Papa su testimonio, Francisco la dijo:

Nos conmueve también lo que ha dicho Luz Dary en su testimonio: que las heridas del corazón son más profundas y difíciles de curar que las del cuerpo. Así es. Y lo que es más importante, te has dado cuenta de que no se puede vivir del rencor, de que sólo el amor libera y construye. Y de esta manera comenzaste a sanar también las heridas de otras víctimas, a reconstruir su dignidad. Este salir de ti misma te ha enriquecido, te ha ayudado a mirar hacia delante, a encontrar paz y serenidad y un motivo para seguir caminando. Te agradezco la muleta que me ofreces. Aunque aún te quedan secuelas físicas de tus heridas, tu andar espiritual es rápido y firme, porque piensas en los demás y quieres ayudarles. Esta muleta tuya es un símbolo de esa otra muleta más importante, y que todos necesitamos, que es el amor y el perdón.

Para muchos este mensaje del Papa es desproporcionado, y no terminan de ver como casa con la verdad y la justicia. El mismo Papa, en ese mismo diálogo con las víctimas de la guerrilla, les decía:

La verdad no debe, de hecho, conducir a la venganza, sino más bien a la reconciliación y al perdón. Verdad es contar a las familias desgarradas por el dolor lo que ha ocurrido con sus parientes desaparecidos. Verdad es confesar qué pasó con los menores de edad reclutados por los actores violentos. Verdad es reconocer el dolor de las mujeres víctimas de violencia y de abusos (…) No temas a la verdad ni a la justicia. Queridos colombianos: No tengan temor a pedir y a ofrecer el perdón. No se resistan a la reconciliación.

Que este sea el legado para todos los cristianos del Evangelio que hoy hemos escuchado, y del testimonio que el Papa Francisco nos propone: “No nos resistamos a la reconciliación”.

HOMILÍA DOMINGO XXIV DEL TIEMPO ORDINARIO CICLO C (17-09-2017)