Os propongo detenernos en tres freses del Evangelio de hoy:
1ª/ “Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para manteneros en pie ante el Hijo del hombre”.
- Cuentan que a Santo Domingo el Sabio, uno de los más conocidos “niños santos” del santoral, le pregunto a otro niño, jugando en el patio del colegio, que haría si supiese que, en poco tiempo, sería el fin del mundo. El contestó: “seguir jugando”. ¿Por qué?, le pregunto su amigo. “Porque esta es la voluntad de Dios para mí , ahora, jugar en el patio”.
- Vivir el momento presente de la vida, haciendo la voluntad de Dios, es una de esas conquistas de la libertad humana que el cristiano está llamado a descubrir, y a disfrutar….
- Si la viviésemos, como ellos, como los santos, nos llevaría
- a la paz de una liberación de todo tipo de heridas del pasado y de temores del futuro porque, quien vive el momento presente, hace aquello que una gran mística del siglo XX decía: Deja el pasado en la misericordia de Dios, que es sólo suyo; deja el futuro en la Providencia de Dios, que es sólo suyo, y en cambio, ocúpate del presente, vive el momento presente, el único momento que Dios te regala para amar.
- Vivir el momento presente es profundamente cristiano. No tiene nada que ver con la consigna pagana de nombre similar del carpe diem, del vivir el presente y disfrutar de él, sin responsabilidad alguna, porque nada en la vida tuviera sentido. Es más bien todo lo contrario: vivir el presente con responsabilidad en el reconocimiento de Dios como origen, sentido y destino de la vida y de todo en la vida.
- ¿Y cómo saber cómo vivir el momento presente?
2ª/ “El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán”.
- Con la sabiduría que nos da la Palabra de Dios:
- una palabra de Dios que a fuerza de leerla y meditarla la conocemos,
- una Palabra de Dios que además de leída y meditada, hemos probado ponerla en práctica en tantas ocasiones.
- Porque la Palabra es Palabra de Vida, para la vida, y para la vida eterna.
- Es el único equipaje que podemos llevarnos al juicio final es la Palabra vivida. Nada más, y nada menos…..
- Con la sabiduría de la Palabra y con el discernimiento de espíritu:
- Ante la duda, en decisiones importantes en la vida, en las que se quiere hacer la voluntad de Dios, y es necesario interpretar la Palabra en el momento presente,
- está el discernimiento, el de la oración, pero sobre todo, el de la comunión eclesial (la Iglesia doméstica, el acompañamiento espiritual, la comunidad cristiana)
3ª/ “El día y la hora, nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, sólo el Padre”. Siempre vendrán
- agoreros de calamidades (en el terreno de la cultura pagana)
- y profetas de los novísimos (de la Parusía: juicio final, venida de Cristo en gloria y majestad, y llegada de los “cielos nuevos y la tierra nueva”), en el ámbito de la fe.
- Serán siempre profecías falsas, porque “no sabemos ni el día ni la hora”, pero en todo caso, nuestra respuesta habrá de ser la de Santo Domingo el Sabio, “seguir jugando”, es decir, “seguir haciendo la voluntad de Dios en el momento presente”.
- Luego, eso sí, lo que si que sabremos, antes o en el mismo instante, es que el día del adiós a este mundo llega para cada uno de nosotros… ¡Y debemos estar preparados!
- Cuentan que cuando un obrero fue a visitar a un obispo muy anciano (los dos contemporáneos nuestros), el obispo le contó tantos proyectos… Y el obrero le dijo: “Pero Usted no tiene que pensar en esas cosas, sino en prepararse para el encuentro definitivo con el Padre”. “Tienes razón”, le contestó el obispo.
El obispo era el Cardenal Ángel Herrera Oria. Y el obrero era Julián Gómez del Castillo, y los dos están hoy en proceso de beatificación.
Pidamos al Señor que nos encuentre ya hoy mismo libres de preocupaciones y apegos, porque no sabemos ni el día ni la hora.