Título: Mi maestro fue un preso
Autor: Cardenal Carlos Osoro
Editorial: Sal Terrae
La vinculación del arzobispo de Madrid, cardenal Carlos Osoro, con el mundo de la cárcel viene de lejos. En su libro Mi maestro fue un preso (Sal Terrae), en el que intercambia cartas con internos de Soto del Real, recuerda que de pequeño, una vez que pasó por Santoña con sus padres y ante el perfil de la cárcel de El Dueso, les preguntó qué era aquello. Desde entonces, en sus distintos destinos, ha intentado cuidar una pastoral que siempre le ofrece «un momento entrañable».
En un coloquio con José María Rodríguez Olaizola, SJ para presentar la obra, celebrado este lunes, 12 de abril, el purpurado ha valorado los encuentros «de persona a persona» y «de grupo», «con gente muy diversa», «con historias personales que a mí me enternecen». «¿Cómo ha llegado a estar ahí?», ha reconocido que se pregunta muchas veces.
El arzobispo ha explicado que cuando acude a la cárcel pasa por los distintos módulos, en los que es testigo de cómo ayudan los funcionarios, a los que considera «gente con vocación», y los voluntarios, «gente que va permanentemente y trae un oxígeno distinto». Él, por su parte, intenta dar de lo que ha recibido, de «lo mejor de uno mismo». «Lo que uno tiene lo contagia. Si tienes esperanza, das esperanza. Si tienes alegría, lo mismo. Y si tienes amor, el amor de Dios, lo contagias», ha asegurado, antes de incidir en que Jesús acogía y acompañaba a las personas, en la situación en la que estaban, y en que «el que tiene una experiencia profunda de Jesús, sabe acercarse a las personas».
Durante el acto se han podido escuchar distintos testimonios como el del capellán de Soto del Real, padre Paulino Alonso, o el de la delegada de Pastoral Penitenciaria de la diócesis, María Yela, que ha subrayado que su tarea pasa por acompañar «antes, durante y después», con orientación en los juzgados, acompañamiento en el tiempo de prisión «a través de talleres y Eucaristías» y luego, en unión con otras delegaciones, porque «la libertad no es fácil». «Intentemos no olvidarnos nunca de nuestros hermanos que están presos porque así nos lo enseñó Jesús», ha pedido.
«No deje de visitar a los presos nunca»
También se ha podido ver un vídeo de Paco, un exinterno que ha recordado las visitas del purpurado. Tras los muros de la cárcel, ha explicado, uno pierde «toda esperanza», «te haces pequeñito», «te invade la tristeza y se apodera de ti», y «cuando aparece una persona que no te juzga», «valoras ese abrazo y ese mensaje: no sois distintos, no estáis olvidados». Y para ilustrarlo ha mostrado a cámara un dibujo que les regaló el propio cardenal el Jueves Santo de 2018 con el mensaje «Nos une una Persona», que «llama a hacer un mundo de hermanos». «No deje de visitar a los presos nunca», ha interpelado Paco.
En esta línea, el purpurado ha señalado que en las celebraciones en la cárcel se respira «un ambiente especial» y ha rememorado otro Jueves Santo en el que les explicó que «Jesús se pone a lavar lo más sucio». «Algo habéis hecho, […] pero Jesús os perdona y os besa lo más sucio de vuestra vida, y lo reconstruye», ha abundado, poco antes de remarcar que «o un cristiano si identifica con Jesús en entrar por todos los caminos de la vida… o no es cristiano».
«Muchas gracias por hacerse voz de tantas otras voces que muchas veces no se pueden escuchar», ha concluido José María Rodríguez Olaizola, SJ, a quien el cardenal Carlos Osoro ha agradecido su «sensibilidad» y la ayuda en la edición del libro, antes de valorar también el apoyo permanente del anterior director de Soto del Real, José Luis Argenta, y de Instituciones Penitenciarias.