ENTREVISTA AL CARDENAL ELECTO MATTEO ZUPPI

“Los muros no son la solución, sino una ilusión”

Entrevista publicada en el Semanario Alfa y Omega (19-21 Septiembre 2019)

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ENTREVISTA A MATTEO ZUPPI PRIMERA PÁGINA

ENTREVISTA A MATTEO ZUPPI PRIMERA PÁGINA

1.- El papa Francisco acaba de estar en su segundo viaje africano en Mozambique, un país que acabo en 1992 con una guerra horrible. Usted fue una persona clave en las negociaciones de paz…. ¿Cómo fue aquello?

Recuerdo que aprendí algo que el Papa Francisco repite a menudo, que la paz es siempre algo artesanal. Es mi primera convicción. La segunda convición que yo saqué de mi experiencia en Mozambique es que la paz es siempre posible. También cuando parece absurda, lejana, imposible. Tenemos que creer que la voluntad del hombre es siempre la voluntad de la paz. Tenemos por tanto siempre que encontrar esta voluntad por un lado, y por el otro tratar de encontrar los mecanismos adecuados para asegurar la paz.

2.- Tras varias firmas de paz conseguidas por la mediación de San Egidio a la Comunidad se le llamo, en los ambientes diplomáticos de todo el mundo, la “ONU del Trastevere”. Porque, ¿Todo empezó allí, en el Trastevere, hace 60 años?

Es una paradoja interesante. Para decir como algo tan local como un barrio de Roma te conecta con lo más universal. La raíz fue muy concreta: los emigrantes en Roma. Cuando se encuentra al otro, al hombre concreto, surge enseguida la mirada universal. Cada persona es la llave con la que abrir los corazones a una visión universal. El cristiano tiene que tener raíces en su hábitat y en su comunidad, pero con un corazón universal.

 

3.- Madrid ha acogido el 33º Encuentro Internacional de Oración por la Paz en el espíritu de Asís. En titulo del encuentro ha sido “Paz sin fronteras”. Las fronteras hoy, para frenar la inmigración, se han convertido en muros. En España, como en Italia, como en otros países europeos, suenan cada vez con más fuerza voces políticas que demuestran una gran insensibilidad humanitaria… ¿Qué hacer ante esto?

Dos cosas: Primero, dar seguridades. Los muros con todo su discurso responden a un miedo ante el cual se busca una solución. Los muros no son la solución. Más bien son una ilusión. Pero para frenar este discurso de los muros hay que frenar el miedo, y por tanto ofrecer seguridad, una seguridad que parte del conocimiento de la historia humana, que es una historia de movilidad. Segundo: el Evangelio. El Evangelio nos ayuda a ver que el otro es siempre nuestro hermano. Pero no desde un punto de vista meramente moral, sino real. Verdaderamente cada hombre es nuestro hermano, es mi amigo, y puede llegar a ser mi mejor amigo.

4.- Ecumenismo, diálogo interreligioso, cuidado de la casa común, acogida a los migrantes… ¿Todo tiene que ver con la paz?

Muchísimo. Porque todos estos frentes son ámbitos para el diálogo. Sino hay diálogo se prepara la guerra. Los latinos decían “Si quieres la paz, prepara la guerra”. Basta. No es verdad. Es una sentencia falsa. Tenemos que cambiarla por esta otra: “Si quieres la paz, prepárate para el diálogo”. El diálogo es el elemento fundamental. Sino hay diálogo se abren todos los caminos para la guerra. Sólo el diálogo prepara la paz, mantiene la paz y defiende la paz.

 

5.- En este encuentro todos los líderes religiosos invitados, pertenecientes a las principales confesiones cristianas y las principales religiones, están de acuerdo con el valor de la oración para conquistar la paz. ¿Por qué rezar por la paz?

Estos encuentros nacieron como encuentros de oración por la paz. Y la oración por la paz constituye el momento culmen de estos encuentros internacionales. Todo comenzó con la convocatoria de San Juan Pablo II en 1986, con aquel primer encuentro de oración por la paz en Asís. No se trata de una oración conjunta, sino que, salvando algún gesto simbólico común, nos juntamos en una misma ciudad para que cada confesión y cada tradición religiosa haga su propia oración por la paz, ya sean en las Iglesias, en las sinagogas, en las mezquitas, y en otros lugares de culto. Pero no se trata sólo de orar por la paz. Para hablar bien con Dios hay que primero hablar bien entre los hombres. Y quien habla bien con Dios habla bien también con los otros. Por eso nos unimos también para analizar juntos todas las realidades que frenan la paz (el racismo, la pobreza, etc..) y todas las posibilidades para generar la paz.

6.- Bolonia, su diócesis, es una de las principales ciudades culturales del mundo, sede de una de las más prestigiosas universidades europeas. Como arzobispo de Bolonia, ¿cree que es posible el diálogo fe/cultura? ¿cree que es posible promover en el mundo intelectual la cultura del encuentro?

Bolonia es una ciudad particular. Tiene la universidad más antigua de Europa. Ella albergó el “primer Erasmus”, y lleva siglos acogiendo a jóvenes estudiantes de toda Europa. De algún modo, en este sentido, es también una cuna de Europa. Cuenta también con una importante impronta socialista y humanista. Y en general podemos decir que desde diversas corrientes de pensamiento es una ciudad que promueve la solidaridad. Todo esto le da a Bolonia la oportunidad de conjugar las raíces cristianas de Europa con las del iluminismo y el racionalismo también europeos, y servir así a un futuro mejor para Europa.

7.- El Santo Padre ha anunciado que en el próximo consistorio lo creará cardenal. ¿Qué le paso por la mente y por el corazón cuando recibió la noticia?

Me pareció al principio que era una broma. Luego me di cuenta de la gran responsabilidad que supone. Pero sobre todo me di cuenta de que eran una gracia. Los príncipes en la Iglesia, al contrario de “los príncipes del mundo”; son los que tienen que estar detrás de todos para servir a todos. También el testimonio de un cardenal consiste en estar dispuesto a la sangre, a dar la vida. Sobre todo por el testimonio de la comunión. Los cardenales eran los párrocos de Roma (lo siguen siendo simbólicamente). La Iglesia necesita siempre “más comunión”. Y como cardenal quiero servir al Papa, que preside la comunión, como constructor de comunión.

Siempre igual: sonríe y escucha

Cuando lo conocí, en 1998, era don Matteo, un joven sacerdote romano. Fui con mi hermano Carlos, para entrevistarnos con Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de San Egidio. Yo para un libro sobre los nuevos movimientos eclesiales, que fue publicado ese mismo año; mi hermano para su tesis doctoral en Derecho Internacional, sobre las mediaciones de paz de la Comunidad de San Egidio en Argelia y Mozambique, que no pudo terminar porque murió al año siguiente. Riccardi le insistió a mi hermano en la necesidad de que, además de hablar con él, tuviese una entrevista con Matteo Zuppi, ya que él había sido la persona clave en las negociaciones de Paz en Mozambique, y podría incluso facilitarle documentación. Tras las entrevistas con Riccardi, allí mismo, en los pequeños locales de la Comunidad junto a la Iglesia de San Egidio en el Trastevere romano, tuvimos la entrevista con don Matteo. Mi hermano estaba encantado. Desde entonces nos hemos visto muchas veces en Roma, también tras ser nombrado por Benedicto XVI en 2012 obispo auxiliar de la Ciudad Eterna. Es fiel reflejo de su lema episcopal: “Que la alegría del Señor sea vuestra fortaleza”. No ha dejado nunca de tener la misma sonrisa, una sonrisa inocente, como la de un niño. Pero tras la cual hay siempre una experiencia de cruz, porque el arte de la paz lleva consigo muchos sinsabores, sobre todo el rechazo y el antagonismo de quienes no están satisfechos con las concesiones que siempre supone llegar a un acuerdo de paz. El año pasado en Bolonia (donde es arzobispo desde que en 2015 lo nombrará Francisco), volví a encontrarme con él. Ahora ha venido a Madrid, a participar en el 33º Encuentro Internacional de Oración por la Paz. Dice que le encanta esta ciudad, porque como Roma, es una ciudad abierta y universal. Han pasado los años pero sigue siendo el mismo, alto y delgado, pero no altivo ni sombrío, sino todo lo contrario. Se expresa moviendo todo su cuerpo. Siempre igual: sonríe y escucha. Nunca habla primero, porque siempre escucha primero. Nació para el diálogo.

Manuel María Bru. Delegado Episcopal de Catequesis. Colaborador con el Semanario Alfa y Omega