Por su interés para la catequesis con niños, os mandamos este artículo de José Luis Pinilla S.J., responsable de pastoral de los emigrantes en la Conferencia Episcopal Española:
“Por lo que hago no sé si perderé a los ángeles del Cielo, pero he ganado a los niños de la Tierra”. En un par de meses la autora de estos versos, Gloria Fuertes cumpliría sus cien primeros años. O mejor dicho “cumple sus primeros cien años”. Mujer que nació en Lavapiés “a los dos días de edad pues fue muy laborioso el parto de mi madre” como ella misma dice en su deliciosa Nota bibliográfica, contagiada quizás por su amigo Gila.
Estos días en Madrid, previos a la Feria del Libro, donde el Retiro, se convierte en un paréntesis literario gozoso, se ha clausurado una exposición en su honor en el Centro Cultural de la Villa de Madrid con poemas inéditos, fotografías históricas y objetos cotidianos de la escritora. Acudí a ella en días pasados, huyendo de la realidad insoportable que salpica todos los días en los medios de comunicación sobre niños sufriendo. O sobre niños emigrantes muertos y… muertos. Como -cuando escribo esto- los varios bebés hallados muertos entre un grupo de 44 migrantes fallecidos en el desierto de Níger.
Porque yo también era de los que, de más joven que ahora, identificaba a Gloria Fuertes con el limbo de los niños. Y quería de nuevo, intentar evocar su aire fresco para poder respirar ante noticias infantiles tan terribles y tan actuales como estas:
– “Al menos 200 niños, es decir, más de uno al día, han perdido la vida en lo que va de año tratando de cruzar el Mediterráneo desde el norte de África con el fin de llegar hasta Italia, según ha denunciado este jueves el Fondo de la ONU para la Infancia según un informe de UNICEF”.
– “Tras más de 6 años de guerra, 3 millones de niños en Siria han sido desplazados de sus hogares. Porque antes su interrogante mirada los destrozan o ven morir a sus seres queridos”. Y es que los niños de Siria y de todos los lugares de la tierra sigue pagando el precio más alto de la odiosas guerras que ellos no han creado en esta “Tierra que es muy anciana” como escribe Gloria.
Tan anciana que: sufre ataques al corazón/en sus entrañas/. Sus volcanes,/laten demasiado por exceso de odio y de lava./La Tierra no está para muchos trotes/está cansada. Cuando entierran en ella/niños con metralla/le dan arcadas.
Cerca de 75.000 refugiados e inmigrantes indocumentados, de los que unos 24.600 son niños, están atrapados en los limbos de Grecia, Bulgaria, Hungría y los Balcanes occidentales.
– En Yemen , además de epidemia del cólera, hay casi 2,2 millones de personas desplazadas internas, de los cuales, casi la mitad son niños. Y cada vez más niños están siendo reclutados como niños soldados, más jovencitas resultan embarazadas a edad más temprana, y el trabajo se nutre cada vez más de manos infantiles.
Y le rezo -como hacia Gloria- al “Padre nuestro que estás en la tierra, donde tienes tu gloria y tu infierno”, intentado descubrirlo en su vida cotidiana que tendría perfiles insistentes y parecidos a la machacona realidad de hoy: Hay 28 millones de niños obligados a desplazarse por conflictos y violencia y otros 20 millones por otras razones. 50 millones de niños y niñas con infancias truncada hoy
El recorrido por la exposición me confirmaba lo que de adulto ya saboreé de esta gran mujer : “Su poesía social que es” como decía recientemente Paloma Porpetta, directora de la Fundación Gloria Fuertes “esa poesía desarraigada, que se humaniza y se fija en el hombre. En ese momento, en la postguerra española y habiendo nacido y vivido en Lavapiés, su reivindicación la realiza desde el interior. Ella vive la pobreza, el hambre, el que el jornal no te llegue ni a medio mes, la guerra en Madrid, el tener que ponerse a trabajar muy pronto por necesidad. Se solidariza con sus vecinos, con los que sufren y lo grita a través de la poesía, su arma”. Un arma cargada de futuro como diría Gabriel Celaya. Que vale para aquí y para allá. Y que siempre atravesará el tiempo
Pues eso : Gloria Fuertes no escribía sólo para niños ni era tan solo una escritora infantil, dado que, como ella decía, su poesía era “para gente de 0 a 99 años”. Su poesía infantil trascendió del tal modo que acabó por engullir sus versos adultos, la voz grave que “recitaba también a esos mayores perdidos como críos en el laberinto de las emociones” como escribió Rosa Montero, la gran periodista (y muchas mas cosas).
La recogí de mis citas archivadas sobre Gloria Fuertes, porque también yo me sentía así : “Una persona mayor perdida como un crío en el laberinto de las emociones” en una mezcla imposible de digerir y sintetizar si no fuera a través de la poesía de los sabios: la mezcla de la crueldad de los sufrimientos infantiles en las noticias diarias y la necesidad de gritarlos a los mil vientos (sobre todo del Norte) como se dispara un arma o como restalla un látigo.
El poema que recojo para terminar no estaba inspirado en las noticias a las que he hecho referencia, pero no es difícil trasplantarlo a dicha realidad. Gloria habla de los niños no nacidos que, ayer y hoy, podrían también ser los niños muertos en vida. Porque no solo hay que defender aquellos sino también a estos. Al menos tanto como aquellos.
Nanas para niños que no nacieron. Pero sí quisieron hacerlo.
Para los de ayer y los de hoy
“Nana al niño que nació niño muerto”
“Original persona pequeñita, que al contrario de todos, no ha nacido.
Vívete niño vívete
que viene el Coco
y se lleva a los niños
que viven poco.
Late un momento rey
-La madre dice-
deja que me dé tiempo
a que te bautice.
Te iba a poner Tomás,
y ya te vas
¿Para que habrás venido
sin más ni más?
¡Que frio tienes hijo
sin un temblor,
creo que dentro estabas
mucho mejor!
– en el lago del llanto
de tu madre
jugabas en la orilla…-
¡Que el demonio te lleve
tu canastilla!
-Tiene ojos de listo,
es un pequeño sabio,
– y otra vecina dijo:
de buena se ha librado.
Pequeño criminal
dulce adversario
-sin nacer ni morir
a tu madre has matado-,
mientras tú,
mi niño diferente
ni blanco ni negro
mientras tú
échate un sueño largo
mi niño azul.”
Duerme en el mar. No viste el cielo desde la tierra porque el vientre embarazado de tu madre, como el de muchas otras mujeres migrantes que cruzan el mar, no se pudo abrir para darles leche y luz. Murieron ahogadas.
Os dejo este impactante vídeo de UNICEF, tomado de Religión digital de sus videos con alma: