SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA: LA VERIFICACIÓN DE LA FE
Hechos 5,12-16; Apocalipsis 1,9-11ª.12-13.17-19; Juan 20,19-31
HABLA LA PALABRA: La verificación de una presencia
La Palabra nos muestra tres constantes de la fe en el Resucitado:
- Los Hechos de los Apóstoles nos describen estas constantes:
- La constancia de las obras: en los “signos y prodigios” en medio del pueblo…
- La constante del rechazo: “los demás no se atrevían a juntárseles”.
- Pero también que “la gente se hacía lenguas de ello y crecía el número de los creyentes”. Atención: la Iglesia sigue creciendo… en todos los sentidos: en calidad del seguimiento y en cantidad de seguidores.
- La constancia en la alegría y el gozo de la fe que hemos proclamado en el salmo 117: “Este es el día en que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo”.
- La constancia en la esperanza puesta en el Resucitado, como la que nos transmite san Juan al inicio del Apocalipsis: “No temas, soy yo. Estaba muerto y ya ves, vivo por los siglos de los siglos y tengo las llaves de la muerte y del abismo”.
- Y la constancia de la verificación de la fe: como Tomás tenemos dudas, nos cuesta creer, pero el Resucitado tiene para cada uno de nosotros reservado infinitos caminos para que queremos vencidos por la verificación de la fe.
HABLA EL CORAZÓN: La resistencia a creer
Jesús se apareció primeramente a algunas mujeres (Mt 28,9-10), después se apareció a dos discípulos que iban a la aldea de Emaús (Lc 24,13-33), se le apareció también a Pedro (Lc 24,34) y a los Once reunidos en el cenáculo (Lc 24,36-49; Jn 20,19-22). San Pablo nos dice que, además de a Pedro y a los Doce, Jesús se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, luego a Santiago y a todos los apóstoles; por último, se le apareció también a él [a Pablo] en el camino de Damasco (1 Co 15,5-8). Los evangelios no tienen ningún reparo, en su fidelidad a los hechos, en mostrarnos como los apóstoles se resistieron a creer que Jesús había resucitado:
- Los Once se resistieron a creer, y Jesús les tuvo que enseñar las marcas de los clavos (cfr. Lc 24,40; Jn 20,20).
- Tomás, uno de los Apóstoles, incluso pidió meter los dedos y la mano en los agujeros de los clavos y la lanza respectivamente; si no, no creería que era realmente Jesús quien había resucitado y estaba vivo (cfr. Jn 20,24-29), como se ve en el cuadro de la Iglesia de los Santos Apóstoles de Venecia que acompaña este texto.
- Los Apóstoles no quisieron dar fe a las Escrituras ni tampoco a las palabras que Jesús les había dicho mientras estaba con ellos (cfr. Mc 8,31; Mc 9,9-32; 10,32-34). Por tanto, sólo cabe pensar que fueron las pruebas que Cristo mismo les dio de que estaba vivo, lo que les llevó al convencimiento de que realmente había resucitado. ¡Que suerte tuvieron los apóstoles que vieron a Jesús Resucitado! Pero ellos también tuvieron que creer.
HABLA LA VIDA: La valentía de creer
San Juan Pablo II nos enseñó la valentía de creer:
- Karol Wojtyla (1920-2005) nació en Wadowice (Polonia). Descubrió en un primer momento su vocación como literato y dramaturgo, pero pronto entendió que Dios lo llamaba al sacerdocio. Poco antes de decidir su ingreso al seminario trabajó arduamente como obrero en una cantera. El mismo decía que esta experiencia le ayudó a conocer de cerca el cansancio físico, así como la sencillez, sensatez y fervor de los trabajadores.
- Durante los años de la II Guerra Mundial tuvo que vivir oculto, junto con otros seminaristas. Con 26 años fue ordenado sacerdote. Con 38 años se convirtió en el obispo más joven de Polonia. Promovió el apostolado juvenil, construyó templos a pesar de la fuerte oposición del régimen comunista, y se volcó a la promoción humana y religiosa de los obreros.
- Al morir en 1978 Pablo VI, y 15 días después Juan Pablo I, fue elegido sucesor de Pedro, rompiendo con la tradición de más de 400 años de Papas italianos. Sus primeras palabras se convirtieron en su divisa: “No tengáis miedo”.
- Cambió la historia del mundo al propiciar la caída del muro de Berlín que dividía el mundo en tres, y aunque le intentaron matar varias veces por ello.
- Su magisterio pontificio es el más prolijo y el que más temas ha afrontado; se convirtió en el hombre que más personas ha congregado de la historia con sus jornadas mundiales de la juventud. Constituyo el segundo domingo de pascua como el Domingo de la Divina Misericordia.