DÉCIMO SEXTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (A): LA SEMILLA DEL REINO
Sabiduría 12, 13.16-19; Romanos 8, 26-27; Mateo 13, 24-43
HABLA LA PALABRA: ¿Es de este mundo el Reino de Dios?
- Hoy se nos habla del Reino de Dios. ¿Qué sabemos, que esperamos, que hacemos por el Reino de Dios? ¿Es o no es de este mundo?
- No es de este mundo, pero empieza a edificarse en este mundo, por la acción providencial de Dios y la colaboración de sus hijos. Por eso ya en el Antiguo Testamento el libro de la Sabiduría confiesa: “Tú demuestras tu fuerza a los que dudan de tu poder total, y reprimes la audacia de los que no lo conocen”. Y en el Nuevo Testamento Pablo confirma en su Carta a los Romanos: “El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad”
- Jesús intentó de muchos modos acercarnos al misterio del Reino de los cielos. Lo hizo, sobre todo, recurriendo a las parábolas:
HABLA EL CORAZÓN: Las parábolas del Reino
Jesús con las parábolas nos explicó que el Reino de Dios es una realidad que viene sin dejarse sentir (Lc 17,20), es algo que está dentro de nosotros (Lc 17,21):
- En principio, el Reino parece una cosa pequeña e insignificante, pero que por su gran potencialidad es capaz de crecer y de desarrollarse mucho más de lo que cabría esperar si solo nos dejáramos llevar por las apariencias.
- Por eso, Jesús comparó el Reino con la semilla o con el grano que siembra el sembrador y que crece por sí solo (Mc 4,26‑29), es capaz de producir treinta, sesenta y hasta el ciento por uno (Mt 13,8.23).
- Lo comparó también con el grano de mostaza y con la levadura, capaces, respectivamente, de convertirse en un árbol frondoso o de hacer fermentar toda la masa (Mt 13,31‑33; Mc 4,30‑32; Lc 13,18‑21).
- El Reino es una realidad que está enterrada y oculta, como un tesoro, pero que algunos encuentran; y, al encontrarla, venden todo lo que tienen con tal de adquirirlo (Mt 13,44).
- Es una realidad que algunos buscan, como busca un mercader de perlas finas una de gran valor, dispuesto a vender todo cuanto posee cuando la encuentre con tal de adquirirla (Mt 13,45‑46).
- Es una realidad donde crecen juntos el trigo y la cizaña, sin que el amo del terreno quiera separarlos hasta el momento de la cosecha (Mt 13,24‑30.37‑43), o como esa red en la que entran toda clase de peces (Mt 13,47).
- Se trata de una realidad que hay que aguardar estando en vela, con el aceite suficiente en las alcuzas, no vaya a ser que, cuando llegue el esposo, los que no tengan el aceite suficiente, se queden fuera (Mt 25,1‑13).
- Es la herencia que Dios ha preparado para los que den de comer al hambriento, de beber al sediento, a los que vistan al desnudo, a los que visiten a los enfermos y a los que están en la cárcel, a los que dieron posada al peregrino, porque cuanto hicieron es como si se lo hubieran hecho al propio Jesús (Mt 25,31‑48).
- En ese reino hay un propietario que llama a sus siervos a rendir cuentas (Mt 18,23) y también sale a contratar gente a cualquier hora del día (Mt 20,1 y ss) para, luego, al finalizar la jornada, pagar por igual a los que han soportado el peso del día como a los que tan solo estuvieron una hora (Mt 20,8‑15).
- En ese reino hay un rey que celebra las bodas de su hijo y está dispuesto, a toda costa, a que la sala del banquete se llene de invitados (Mt 22,8‑9).
- La lógica de este reino es muy diferente a la de los reinos de este mundo:
- El mayor es el más pequeño (Mt 18,4).
- Solo los que se hagan como niños podrán tomar posesión de él (Mt 19,14).
- No valdrán para el Reino quienes echen la mano en el arado y luego vuelvan la mirada a atrás (Lc 9,62).
- Los ricos difícilmente entrarán en él (Mt 19,23). Jesús dijo que el Reino es de los pobres (Mt 5,3) y de los perseguidos por causa de la justicia (Mt 5,10).
HABLA LA VIDA: No hay parábola del recolector
¿Y nuestra tarea, cual es? Muy sencillo: sembrar, no recoger. Lo propio del cristiano que intenta extender el Reino de Dios en el mundo, es pensar: “ya se que lo nuestro es sembrar, no recoger. Sembrar, sembrar, sembrar… Con mucha paciencia”. José Luis Segovia, vicario de pastoral social de Madrid, pegunta siempre a los voluntarios: “¿Os habéis preguntado porque Jesús nos dejo la parábola del sembrador, y sin embargo no nos contó ninguna parábola del recolector? Aunque era una pregunta retórica alguien le contestó una vez: “Porque no iba a contar una parábola sobre algo que le toca hacer a él, no a nosotros”.
Manuel María Bru Alonso. Delegado Episcopal de Catequesis de la Archidiócesis de Madrid