CURSO ANUAL DE CATEQUESIS (2018-2019)

Mujer, ahí tienes a tu hijo (Jn. 19, 25)

MARÍA Y LA MUJER EN LA FE Y LA VIDA DE LA IGLESIA

El Curso Anual de Catequistas en formato ciclo de ponencias con temas y ponentes distintos, bajo el titulo “Mujer, ahí tienes a tu hijo (Jn. 19, 25): María y la mujer en la vida de la Iglesia”, tema vinculado al Año Mariano con el objetivo de contemplar la figura de la Virgen María como paradigma de “discípulo misionero”. Constará de 18 ponencias, de las que 10 serían impartidas por ponentes mujeres, que podrá seguirse presencialmente en el Arzobispado de Madrid, o también on line a través del streaming interactivo del Canal de Youtube de la Delegación de Catequesis.

QUINTO BLOQUE: MARÍA, LA MUJER, Y LA CATEQUESIS

15.- La pedagogía mariana y la catequesis (4 de abril de 2019)

María Eugenia Gómez Sierra

Doctora en Filosofía y Ciencias de la Educación en la Universidad Complutense de Madrid y licenciada en Ciencias Religiosas en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas a Distancia «San Agustín». Desde 2001 es profesora del área de Didáctica en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas «San Dámaso», y desde 2007 profesora de Didáctica y contenidos teológicos y morales de la enseñanza en la Universidad Complutense de Madrid. Es autora del libro de texto Enseñanza Religiosa Escolar, del Instituto   Superior de Ciencias Religiosas a Distancia «San Agustín», así como de numerosos artículos de temática educativa en revistas especializadas.

VIDEO DE LA PONENCIA:

ESQUEMA DE LA PONENCIA:

La pedagogía mariana y la catequesis

I           Introducción

La ternura de Dios con los hombres se manifiesta con grandeza en el hecho de entregarles a María por madre, una mujer sencilla y humilde, en la que resplandece la gracia.

II         Llevados de la mano

Dios crea al hombre como un ser vocacionado que tiende hacia la plenitud. Su indigencia le hace necesitado de personas que le ayudan a crecer. En el camino somos llevados de la mano por otros que actúan como pedagogos con nosotros, entre los cuales Dios ocupa el lugar principal.

Pedagogo es aquel que tiende la mano y comparte la vida con otro para servirle de modelo en su proceso hacia la madurez.

Pedagogía es la acción de llevar al otro al ser soñado por Dios para él, para que desde el primer momento de su existencia pueda iniciarse y empeñarse en dicho logro.

III        Rasgos de la pedagogía mariana

El recorrido por la vida de María y su deseo de conformar su camino con la voluntad de Dios hace posible identificar los rasgos de su pedagogía y las actitudes que de ella se derivan.

La Madre de Dios actúa como pedagoga que acompaña y guía hacia Dios al hombre que busca dar sentido a su vida. Esta tarea la realiza en escondido poniendo su mirada en Jesús y elevándola hacia el Padre. Enseña a mirar apuntando hacia lo alto, promoviendo una mirada de fe y de esperanza.

  1. Pedagogía de la mirada. Aprendiendo a mirar.

En la tradición hebrea la mirada es una figura que expresa el anhelo más profundo del pueblo de Dios.

La elegida de Dios ha aprendido a escuchar en lo más íntimo de su corazón los inexpresables deseos que aparecen siempre en el interior de todo ser humano: la plenitud en el amor.

Su aprendizaje ha requerido el ejercicio de su mirada interior. María ha aprendido a mirar abriendo los ojos del cuerpo y del espíritu a las realidades cotidianas, en las que se descubre un horizonte de sentido.

La Virgen nos enseña un nuevo significado de la palabra “mirar”, que ahora no consiste sólo en abrir los ojos sino en mirar con el corazón. Mirar es entrar en el misterio del Padre y captarnos envueltos y abrazados en ese misterio.

María supo ver en lo cotidiano una ternura infinita que lo sustenta, un abrazo que vitaliza, una presencia inconmensurable que acoge, una huella de Dios. Por eso, nos enseña a reconocer que mirar es abrir los ojos a la acción del Espíritu en cada uno de los hombres.

La pedagogía de la mirada supone dejarse mirar por Dios, dejarse cuidar por Él. Esta pedagogía despierta en nosotros una serie de virtudes que cualquier catequista debe reconocer, cuidar y enseñar. En primer lugar las virtudes teologales de la fe y la esperanza, porque sólo el que confía en otro pone su mirada en Él y abandona el mirar de las otras cosas que le reclaman.

Por otra parte aparece la esperanza, pues sólo el que espera algo mejor, cierto y seguro se lanza a caminar.

A la pedagogía de la mirada la acompañan también actitudes religiosas como el abandono, el temor, el silencio, o el agradecimiento.

  1. Pedagogía del asombro. Aprendiendo a agradecer

El asombro es una facultad elemental del ser humano que nos acerca a Dios de manera que podemos percibirle sin barreras.

Asombrarse supone dejarse maravillar interiormente y arrebatar por la grandeza de lo que acaece en la pequeñez, por el Misterio que se hace presente en nuestras vidas. Supone vencer la fuerza que ejerce el atractivo de lo exterior y que nos dispersa para sentir en el interior la unidad que brota como fuerza del Espíritu.

En María se ve con nitidez la fuerza del asombro ante la elección que Dios hace de su vida para ser madre de Dios, pero, se ve además el impacto que provoca en Ella la distancia entre su ser y el Altísimo, al que se rinde como esclava.

La pedagogía del asombro nos abre, como a María, a anhelar al Espíritu que une, vitaliza y da fuerza a nuestra vida. Nos ofrece la oportunidad de gozar interior y exteriormente del propio ser cuidado y acariciado por Dios desde el primer instante.

  1. Pedagogía del gozo. Aprendiendo la alegría

Dios ha intervenido en la historia personal de María de una manera extraordinaria y esto es la causa principal de su verdadera alegría. Ella se ha abandonado a sus designios esperándolo todo de Él.

La alegría lleva consigo la donación. María entrega al verdadero gozo porque se siente responsable de mostrarlo a los demás hombres.

La alegría se encuentra en el despojamiento, en la indigencia que obliga a poner la confianza en quien posee todos los bienes.

María nos enseña a buscar con ahínco el gozo que surge del abandono y nos invita a llenarnos de su Hijo, a acudir al Señor del que procede la auténtica alegría. La alegría mesiánica viene de lo alto.

  1. Pedagogía del camino. Aprendiendo a andar hacia adelante

La pedagogía del camino tiene como meta enseñar y aprender tres elementos esenciales para el sentido de la vida: “saber de dónde venimos”; “saber en dónde estamos” y “saber a dónde vamos”.

El hombre vive una historia personal, asentado en el momento presente se siente seguro, e incluso orgulloso de los pasos recorridos, pero necesita una meta hacia la que dirigirse. Poco a poco tiene que ir aprendiendo a elegir, entre las distintas sendas, cuál es la que le lleva a Dios.

La propia escritura describe los rasgos que caracterizan el caminar de María. Nos dice que lo hace aprisa, pero sin precipitación; desprendida de todo y buscando hacer el bien; en silencio, meditando en el corazón, pasando desapercibida. Y lo hace de esta manera porque tiene conciencia de llevar el tesoro que ha descubierto en su relación con Dios; no teme, se fía.

En la pedagogía del camino la Madre de Dios muestra la fuente para que no falten las fuerzas, Dios. Y nos enseña el modo de hacerlo: buscar siempre la voluntad de Dios.

  1. Pedagogía de la presencia. Aprendiendo a estar al pie y en pie

La presencia es una conciencia de alguien que está con nosotros, una intercomunicación profunda entre dos o más personas, una relación íntima, un influjo vital y una comunión consciente.

Entre María y Jesús existe una singular relación de presencia viva y personal desde la concepción virginal hasta la cruz. Entre ambos hay una comunión trascendente pero, a la vez, concreta en la vida de cada día, con momentos de luz y de oscuridad.

La presencia de María se concreta en una pedagogía que enseña a los hombres a estar presentes en una vida de comunión con Jesús.

  1. Pedagogía de lo ordinario. Aprendiendo a hacer bien la obra cotidiana

La pedagogía mariana nos habla de ese valor oculto de lo cotidiano, superando monotonías y rutinas que hacen de nuestras acciones algo sin sentido.

María vive en contacto con Jesús y supedita sus tareas al misterio que envuelve a su Hijo. En el clima de trabajo de Nazaret viven una vida sencilla, descubriendo el sentido profundo de cada acción cotidiana en la obra salvadora de Dios con el hombre.

  1. Pedagogía de la cercanía. Aprendiendo a estar al lado

Por último, María nos enseña a estar cerca del otro descubriendo sus carencias. Ser cercano a otro implica aprender a superar diferencias, descubriendo en el que está a nuestro lado el valor de su dignidad que tiene en el ser y no en el hacer

En esta pedagogía María nos enseña a salir de nosotros mismos descentrándonos de nuestros intereses y nuestras necesidades y dando prioridad a las carencias de los demás, saboreando la riqueza que se deriva de servir y experimentando la profunda alegría de entregarse por los hermanos.

IV        María y la figura del catequista 

En María se pueden aprender dos grandes riquezas para ser catequistas. La primera, que existe un plan amoroso y salvífico de Dios con los hombres, en el cual todos somos colaboradores. La segunda, el valor de una vida de comunión con Jesús para poder mostrar a otros la belleza de la fe.

El catequista es un elegido, un llamado por Dios para llevar de la mano a otros en el crecimiento de su fe. En esta tarea encuentra en María su modelo, porque descubre en su forma de vivir una manera nueva de escuchar, de creer, de estar atentos a los designios de Dios, de donarse a los próximos y de obrar bien. Una novedad que procede del Espíritu al que se rinde desde el momento en el que el enviado de Dios le hace saber la gran noticia de que ha sido llamada para ser la Madre del Salvador.

PRESENTACIÓN DE LA PONENCIA EN PDF:

Pedagogía mariana y catequesis