Infomadrid.- Santiago Tedeschi.

José Cardoso, párroco de la diócesis de Viseu (Portugal), ha sido el invitado de la tercera sesión del X Ciclo de Conferencias para Evangelizadores, organizado por varias delegaciones episcopales de la Archidiócesis de Madrid. Bajo el título «Comunidades parroquiales que viven la comunión», el sacerdote profundizó en el papel fundamental de la vida comunitaria en la misión evangelizadora de la Iglesia.

Cardoso comenzó su intervención compartiendo que visitar Madrid siempre le resulta «muy bonito», aunque reconoció que hasta ahora venía «para recibir, nunca para dar». Esta ocasión, dijo, era la primera en la que venía a ofrecer algo desde su propia experiencia: «Voy a compartir de un modo muy sencillo, casi como una invitación».

La ponencia se articuló en torno a tres preguntas fundamentales:

  • ¿Cómo debe ser una comunidad para que sea evangelizadora?
  • ¿Qué relevancia tiene la vivencia de la comunión para la comunidad cristiana?
  • ¿Qué significa vivir la comunión en el contexto actual?

Cardoso recordó que la comunidad cristiana existe gracias a la acción del Espíritu Santo, que por la fe y el bautismo otorga una nueva identidad y visión. Asimismo, afirmó, la comunión se expresa como don visible e invisible, horizontal, y tiene su modelo en la vida trinitaria. «La comunión es la esencia de la Iglesia y se manifiesta en una comunidad de amor», recordó con palabras de san Juan Pablo II. Esta comunión se alimenta de la Palabra y de los sacramentos, especialmente la Eucaristía.

La comunidad como manifestación de la Iglesia

La comunidad, dijo, va madurando en su fe y se convierte en un signo visible de la Iglesia una y católica. En este sentido, se preguntó si la parroquia debe entenderse como «comunidad» o como «comunidad de comunidades», señalando que en cualquier caso debe ser un verdadero espacio de comunión real y visible.

El ágape, actitud evangelizadora

El sacerdote dedicó una parte central de su intervención al Ágape, el amor cristiano redescubierto por el Nuevo Testamento, y lo presentó como un ambiente privilegiado para la evangelización. «¿Será que el ágape —el amor recíproco— es ya contenido de la nueva evangelización?», planteó. Citando al Papa Francisco en Evangelii Gaudium, recordó que «cada vez que nos encontramos con un ser humano en el amor, quedamos capacitados para descubrir algo nuevo de Dios».

La comunión como condición de la Nueva Evangelización

Recordó además que «el núcleo de la vida comunitaria es la comunión», de donde la Iglesia recibe su fuerza para evangelizar. Promover un «clima de caridad fraterna», con relaciones amigables, conciencia misionera y actitudes de «estima, acogida, servicio, apoyo y perdón», es, afirmó, una condición indispensable para cualquier anuncio creíble.

La catequesis, laboratorio y escuela de comunión

Cardoso desarrolló tres grandes líneas en torno a la catequesis:

  • Laboratorio de comunión
    La comunidad es el lugar natural donde nace y crece la vida cristiana. Más allá de estrategias, lo decisivo es una comunidad de discípulos misioneros que experimentan la presencia del Resucitado. En este contexto, Cardoso destacó el valor de los pequeños grupos —jóvenes, catequistas, equipos parroquiales— como espacios donde pueden desarrollarse relaciones nuevas que nacen de Cristo.
  • Formadora en la comunión
    Recordó que la finalidad de toda catequesis es edificar la comunión. Inspirándose en Novo Millennio Ineunte, evocó el deseo de san Juan Pablo II de hacer de la Iglesia «la casa y la escuela de la comunión», donde cada bautizado es reconocido como alguien que «me pertenece» dentro del Cuerpo místico, «para saber compartir sus alegrías y sus sufrimientos, para intuir sus deseos y atender a sus necesidades, para ofrecerle una verdadera y profunda amistad».
  • La sinodalidad como palabra del Espíritu
    La catequesis, afirmó, está llamada a descentrarse para escuchar la vida real de las personas y acompañarlas con el Evangelio. Retomó el mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2025, que invitaba a una «conversión a la sinodalidad»: «Vamos en la misma dirección, hacia la misma meta, escuchándonos los unos a los otros con amor y paciencia». La Iglesia que camina con todos, añadió, es ya «la primera forma de sinodalidad».

Cardoso evocó también las palabras del papa León XIV en su primera homilía el pasado 18 de mayo, quien convocaba a vivir este tiempo como «la hora del amor», construyendo «una Iglesia fundada en el amor de Dios y signo de unidad»: «La caridad de Dios, que nos hace hermanos entre nosotros, es el corazón del Evangelio».

Cardoso cerró su intervención con cinco preguntas-propuesta que sintetizan su invitación pastoral:

  • Cuidar la comunidad:
    Siendo la comunidad ya de por sí misma anunciadora del Reino, de la fe y del amor, ¿no deberíamos dar más atención a la salud y a la armonía de nuestra comunidad?
  • Catequesis como iniciación real a la comunión:
    Teniendo en cuenta que la comunión es la esencia de la Iglesia, ¿no deberíamos tener como desafío claro que nuestra catequesis sea verdadera iniciación a la comunión?
  • Aprender el ágape de forma concreta:
    Sabiendo que el ágape es la manifestación visible de la comunión, ¿no deberíamos privilegiar en catequesis un aprendizaje del amor recíproco, no solo como idea, sino en gestos concretos de vida?
  • Cultivar la “mística del nosotros”:
    Si la iniciación cristiana es un camino catequético, litúrgico y espiritual, ¿no deberíamos profundizar en la mística del nosotros, en la que el otro es parte de mí, viviendo una verdadera antropología trinitaria?
  • Una catequesis más sinodal:
    Teniendo en cuenta que la sinodalidad es una forma de comunión, ¿no podría nuestra catequesis ser más sinodal, caminando juntos y escuchándonos mutuamente a la luz del Espíritu Santo?