SAGRADA FAMILIA: DIOS COMPARTE LOS SUEÑOS DE LOS HOMBRES
Eclesiástico 3,2-6.12-14; Colosenses 3,12-21; Mateo 2,13-15.19-23
HABLA LA PALABRA: El exilio de Dios
La liturgia de la Palabra de este domingo nos enseña muchas cosas sobre la familia cristiana que tiene como modelo a la Familia de Nazaret:
- El libro del Eclesiástico nos enseña la importancia de la honra y de la obediecia de los hijos a los padres,
- La epístola de San Pablo a los Colosenses nos ofrece ocho valores que se aprenden en la Escuela de la Familia, a saber: La misericordia entrañable, la bondad, la dulzura, la comprensión, la paciencia, el perdón, la corrección fraterna, y la alabanza a Dios.
- Y el Evangelio nos muestra el relato de la Infancia de Jesús, cuando María y José viven la angustia de haberlo perdido durante tres días, mientras él estaba ocupado en las cosas de su Padre del Cielo.
- El Evangelio nos muestra una estampa de la Familia de Nazaret muy distinta a la de los clásicos crismas de cuadros flamencos navideños: María, José, y el recién nacido niño Jesús, huyendo a Egipto, hasta que tras la muerte del tirano Herodes pudieron volver a su tierra.
HABLA EL CORAZÓN: La vida real de la familias
Comentando este Evangelio, el Papa nos ayuda a este “aterrizaje” a la realidad hoy:
- “Lamentablemente, en nuestros días, millones de familias pueden reconocerse en esta triste realidad. Casi cada día la televisión y los periódicos dan noticias de refugiados que huyen del hambre, de la guerra, de otros peligros graves, en busca de seguridad y de una vida digna para sí mismos y para sus familias”.
- “En tierras lejanas, incluso cuando encuentran trabajo, no siempre los refugiados y los inmigrantes encuentran auténtica acogida, respeto, aprecio por los valores que llevan consigo. Sus legítimas expectativas chocan con situaciones complejas y dificultades que a veces parecen insuperables. Por ello, mientras fijamos la mirada en la Sagrada Familia de Nazaret en el momento en que se ve obligada a huir, pensemos en el drama de los inmigrantes y refugiados que son víctimas del rechazo y de la explotación, que son víctimas de la trata de personas y del trabajo esclavo”.
- “Pero pensemos también en los demás exiliados: yo les llamaría exiliados ocultos, esos exiliados que pueden encontrarse en el seno de las familias mismas: los ancianos, por ejemplo, que a veces son tratados como presencias que estorban. Muchas veces pienso que un signo para saber cómo va una familia es ver cómo se tratan en ella a los niños y a los ancianos”.
- “Jesús quiso pertenecer a una familia que experimentó estas dificultades, para que nadie se sienta excluido de la cercanía amorosa de Dios. La huida a Egipto causada por las amenazas de Herodes nos muestra que Dios está allí donde el hombre está en peligro, allí donde el hombre sufre, allí donde huye, donde experimenta el rechazo y el abandono; pero Dios está también allí donde el hombre sueña, espera volver a su patria en libertad, proyecta y elige en favor de la vida y la dignidad suya y de sus familiares”.
- “Hoy, nuestra mirada a la Sagrada Familia se deja atraer también por la sencillez de la vida que ella lleva en Nazaret. Es un ejemplo que hace mucho bien a nuestras familias, les ayuda a convertirse cada vez más en una comunidad de amor y de reconciliación, donde se experimenta la ternura, la ayuda mutua y el perdón recíproco”.
HABLA LA VIDA: Las laderas del amor
En este día viene bien hacer memoria de nuestros padres, estén o ya no estén entre nosotros, y de cómo de ellos tantos hemos aprendido los tres valores de los que nos habla el Papa: la ternura, la ayuda, el perdón. Un día como hoy el arzobispo de Madrid, Cardenal Carlos Osoro, compartió esta memoria: “Todos nosotros estamos aquí porque hemos tenido dos laderas para existir: padre y madre. Sin esas laderas, ninguno de nosotros estaríamos aquí. Esas laderas son necesarias, y esas laderas nos han dado lo mejor de nuestra vida. Cuando a mí me hablan de la familia, tengo que recordar a mi padre y a mi madre. Eran unos hombres sencillos, pero me han dado lo mejor que tengo en mi vida. A mí eso no me lo han dado (me han dado otras cosas) los lugares donde he estudiado: saber amar, saber querer, saber servir, saber respetar, saber acoger, descubrir que yo era de todos, que no solamente era para unos poquitos o para los que pensaban exactamente igual que yo, sino para todos… Todo eso lo he aprendido en mi casa”.