Título: La nueva evangelización

Autor: Monseñor Rino Fisichella

Editorial Sal Terrae

NOTA DEL EDITOR:

«Nos encontramos al final de una época que nos obliga a tomar en serio la novedad que se perfila en el horizonte». Dios se ha eclipsado en el mundo occidental y, como consecuencia, el hombre ha perdido su puesto dentro de la creación y de la sociedad. Pero para que la «nueva evangelización» no corra el riesgo de aparecer como una fórmula abstracta hay que poner de manifiesto sus contenidos y sus ámbitos. El contenido principal es «Jesucristo, que es el mismo, ayer, hoy y siempre»; sus lugares más inmediatos son la catequesis, la liturgia, la caridad, el ecumenismo, la inmigración y la comunicación.

REFERENCIA EN MI LIBRO «¿HA FRACASADO LA NUEVA EVANGELIZACIÓN»:

Si el origen remoto de la Nueva Evangelización fue esa llamada a un nuevo impulso evangelizador con el Concilio Vaticano II que se visibiliza y entusiasma a la Iglesia con la exhortación Evangelli nuntiandi de San Pablo VI, su origen más próximo, su inmediata intencionalidad, fue lo que podríamos llamar el “espíritu de la nueva evangelización”, tan importante como la idea teológico-pastoral de fondo, que consiste en que no basta con una “reevangelización” (entendida como repetición) de los pueblos en los que históricamente siglos atrás ya fue predicado, y en cierto modo asentado culturalmente el Evangelio, sino que era necesario algo completamente nuevo, un “nuevo inicio” para la misión evangelizadora que da sentido a la Iglesia. La Nueva Evangelización aún esta por estrenar. No pocos la invocan remitiéndose al final a una mera “reevangelización”. Pero ¿acaso lo que San Juan Pablo II pretendía era volver al mismo tipo de evangelización de antaño, renovar lo que siempre se había hecho, o hacer algo nuevo y distinto?

No es un tema baladí si queremos entender lo que realmente él quería. Monseñor Rino Fisichella, prefecto del Dicasterio para la Evangelización, repara en ello de un modo lúcido. Primero advierte que si en Haití, cuando por primera vez San Juan Pablo II pronuncia el concepto de Nueva Evangelización, no utiliza en ningún momento el de “reevangelización”, en cambio en la encíclica Redepmtoris missio, sí que la usa prácticamente como sinónimo al concepto de Nueva Evangelización ¿Realmente para San Juan Pablo significaban lo mismo? Para Rino Fisichella “el problema está en el prefijo re, y en sus múltiples usos en la lengua italiana”. Podemos decir que son los mismos que en lengua española.

Y añade entonces que el concepto re-evangelización “puede expresar diversos significados según el uso que se haga; puede indicar, en efecto, la repetición de una acción, como en el caso de re-poner cualquier cosa, pero también puede expresar el retorno a una fase anterior con sentido de oposición, como en re-adquirir; de igual modo, podría tener también el sentido de conferir un nuevo valor al verbo al que se añade, como, por ejemplo, ri-legare (legare: atar/amarrar; ri-legare: encuadernar). En nuestro caso, ¿qué designa el término re-evangelización? ¿la repetición de la evangelización de siempre o bien una evangelización nueva en oposición a la anterior? Diferente y peyorativo sería si el término se usara en el tercer sentido de conferir un nuevo valor de contenido. En la selva de las interpretaciones considero que es mejor evitar el neologismo re-evangelización para permitirnos hablar de la nueva evangelización como de una forma mediante la que el mismo Evangelio de siempre se anuncia con nuevo entusiasmo, con nuevos lenguajes comprensibles en una situación cultural diferente, y con nuevas metodologías capaces de transmitir el sentido profundo que permanece inalterado».

Para el pastoralista Baldomero Rodríguez, que fue uno de los primeros en estudiar el alcance de la novedad que San Juan Pablo II proponía, esta cuestión terminológica es muy importante, porque, “¿Qué sentida tendrá re-evangelizar, si se hace en los mismos términos, con los mismos criterios, con los mismos planteamientos, sin tener en cuenta las características de los destinatarios de hoy y de su ambiente? ¿Tan importante es entonces este matiz? Pensamos que sí, que es fundamental. Si tenemos en cuenta, además, que la Evangelii nuntiandi consagra como tarea evangelizadora todo el ser y actuar de la Iglesia, tendríamos que afirmar que la Iglesia no ha dejado nunca de evangelizar y que también actualmente está evangelizando. Y, en realidad, así es. ¿A qué se debe entonces, la insistencia en que hay que evangelizar? La respuesta la da el Papa (San Juan Pablo II): en que ha de ser una evangelización nueva. Y desde está clave se comprende perfectamente que siendo, como es, esencial y perenne en la Iglesia la tarea de evangelizar, no siempre será eficaz, ni responda a su destinatario concreto si no lleva el sello de nueva, esto es, adecuada al momento histórico en que se realice”.

Esta es por tanto la propuesta generalmente admitida, la de no usar el término re-evangelización como sinónimo de Nueva Evangelización, sino como comprensión de una apuesta anterior a la de la Nueva Evangelización. Aun así, algunos siguen identificándolas, propiciando una cierta confusión. Normalmente no por mero desconocimiento de la conveniente diferencia terminológica sobre el “continente” de cada una de las dos expresiones, sino porque en realidad no se ha tomado conciencia aun de la diferencia del “contenido” del concepto, en tanto en cuanto se sigue entendiendo la Nueva Evangelización como una mera re-evangelización, que mantendría los mismos parámetros de aquella, marcados no por la novedad proactiva de sus desafíos, sino por la reiteración de una respuesta reactiva ante la avalancha de la secularización. Se pronuncia el mismo término, pero no se dice lo mismo sino se sintoniza adecuadamente con el espíritu de lo que se dice, en este caso, en el espíritu de la Nueva Evangelización (MANUEL MARÍA BRU ALONSO., ¿Ha fracasado la Nueva Evangelización? El desafío misionero de acogida a cercanos, alejados y lejanos de la fe cristiana. San Pablo. Madrid 2024, pp. 281-284).