PILAR ALGARATE. Caritasmadrid.org.

La Vicaría Pastoral de la Archidiócesis de Madrid, con la participación de las delegaciones episcopales de Educación, Salud, Infancia y Juventud,  Catequesis y Cáritas Diocesana, han convocado el IX Ciclo de Conferencias para Evangelizadores, que este año, bajo el título Jesucristo: 2025 años de esperanza, invita a los laicos de la diócesis a profundizar en el significado del próximo Año Jubilar. En la ponencia inaugural, Jesús Vidal, obispo auxiliar de Madrid, subraya que “la esperanza auténtica es siempre esperanza de bien”, marcando el inicio de una serie de encuentros que buscan renovar la fe y la misión evangelizadora en sintonía con la sinodalidad promovida por el cardenal José Cobo.

En su intervención, Jesús Vidal reflexionó sobre la importancia de la esperanza en la vida cristiana, considerando cómo la ausencia de esperanza afecta negativamente nuestra vida cotidiana, llevándonos a la desolación y el aislamiento de Dios. Inspirándose en san Ignacio y en el papa Benedicto XVI, el obispo explicó que la esperanza auténtica se orienta siempre hacia el bien y no debe confundirse con el simple optimismo, la solidaridad o la confianza en el progreso técnico-científico, que aunque necesarios, son respuestas parciales.

Vidal señaló que debemos evitar caer en el activismo y la distracción, que nos impiden detenernos y cuestionarnos si realmente hay esperanza. También identificó algunas respuestas incompletas, como el optimismo superficial o el activismo frenético, que solo enmascaran la falta de esperanza profunda.

Además, recordó que la esperanza se nutre de la fe y de la experiencia de encuentro con Cristo. Citó ejemplos evangélicos como el de Bartimeo, el ciego que recupera la vista y sigue a Jesús, demostrando que la verdadera esperanza radica en encontrarse con Cristo y permitir que ese encuentro transforme la vida.

El obispo subrayó la misión de la Iglesia como signo de esperanza para el mundo, destacando la unidad, el deseo de paz, la transmisión de la vida, y la atención a los pobres como signos vivos de esperanza en la sociedad. Finalizó recordando el papel de María como “Madre de la esperanza,” invitando a todos a vivir esta virtud de forma activa y en comunión con los demás.