FIESTA DE LA EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ: INANEGABLE
Números 21,4b-9; Filipenses 2,6-11; Juan 3,13-17
HABLA LA PALABRA: El estandarte
- En la Antigua Alianza Dios todopoderoso le pidió a Moisés que elevará un estandarte donde colgase una serpiente: bastaría con mirarla para quedar sanado de las mordeduras de las serpientes que atemorizaban el camino de la libertad del pueblo elegido.
- En la Nueva Alianza, será Jesús el exaltado en una cruz porque, como le dijo a Nicodemo: “Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre”.
- Y san Pablo en el himno cristológico de su carta a los Filipenses lo confirmó de un modo solemne y contundente: “Dios lo levanto sobre todo, y le concedió el nombre sobre todo nombre, de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble”.
HABLA EL CORAZÓN: Las verdaderas cruces
- La verdadera cruz no esta en las cruces de oro o de marfil, ni siquiera en las de madera de moda entre los jóvenes. Las cruces visibles tienen un único valor: sirven para recordarnos Quien es el que ésta crucificado en las cruces invisibles, que son las cruces de la vida de cada día, porque cada día tiene su afán, y su cruz. Están tras las puertas de cada uno de tus vecinos, en los nombres de tu agenda, o en la lista que cada mañana se lee en el aula de tu escuela, o en el fichero de tus compañeros de trabajo, porque la cruz está en los ojos de cada hombre, espejos de todas las heridas de su alma y de su cuerpo.
- La cruz está en todos tus recuerdos y en todos los rincones de tu casa. La cruz es siempre una suplica expresada en grito o en llanto, o en lenta y confiada oración: porque la cruz es todo vacío que sólo puede ser llenado por Jesús, toda soledad que sólo puede ser acompañada por Jesús, toda dolor que sólo puede ser curado por Jesús, todo pecado que sólo puede ser perdonado por Jesús.
- La cruz es la vida del hombre cuando este la descubre como una barca a la deriva sin Jesús, como un resplandor de claridad con Jesús.
HABLA LA VIDA: La colina de las cruces
En la Colina de las Cruces en Lituania se encuentran multitud de cruces de todas las formas y tamaños. De las más grandes cuelgan más chicas. Cada cruz responde a una vida desde la Edad Media hasta hoy. En el siglo XX las cruces se multiplicaron, como se multiplicaron en Europa las víctimas del odio racial, de las guerras, de las persecuciones religiosas. San Juan Pablo II y Benedicto XVI rezaron y lloraron en este monte, el monte de los estandartes de Dios:
Situada a trece kilómetros al noreste de la ciudad de Siauliai (Lituania), se presenta a los visitantes una modesta colina, sobre la cual se amontonan una sobre otra, como si de una selva se tratara, cruces clavadas sobre el terreno o colgadas de las más grandes. En el llano frente a la colina se encuentra la Gran Cruz de Leño con Cristo de bronce, donada por Juan Pablo II en ocasión de su visita a la colina, el 7 de septiembre de 1993.
A partir de las primeras cruces, durante las guerras o épocas en las que el pueblo estaba oprimido, las cruces volvían a brotar como símbolo de fe y esperanza. En época soviética las cruces simbolizaban la resistencia lituana. Por ello, en la primavera de 1961, el gobierno decidió terminar con la Colina de las Cruces de una vez por todas. Pasaron bulldozers por encima y las destruyeron, pero no ayudó: nuevas cruces aparecían durante la noche, al principio pequeñas, pero gradualmente mayores y mayores aún. Estalló una verdadera guerra de cruces y continuaron los intentos de devastar la colina. Los bulldozer siguieron interviniendo durante diez años. Hubo incluso un proyecto de anegar el lugar. Pero todo fue en vano, noche tras noche volvían las cruces y, en 1985 , la Colina fue dejada en paz.
Hoy en día hay mas de 50.000 cruces, imágenes, cuadros de santos, y mástiles con estatuillas, muchos adornados con numerosos rosarios. Cada cruz tiene su propia historia. Y hoy nadie pone en duda que nadie puede anegar estas cruces, porque nadie puede anegar la Cruz.
Manuel María Bru Alonso. Delegado Episcopal de Catequesis de la Archidiócesis de Madrid