FESTIVIDAD DE SANTIAGO APÓSTOL, HACER EL CAMINO
Hechos 4, 33; 5, 12.27-33; 12.2; Corintios 4, 7-15; Mateo 20, 20-28
HABLA LA PALABRA: Iglesia libre, valiente y humilde: Iglesia en salida
El Apóstol Santiago representa el perfil misionero e intrépido de la Iglesia, de una Iglesia nunca cerrada ni a los desafíos del espacio, ni a los desafíos de los tiempos, Las lecturas de esta fiesta nos hablan, si nos fijamos bien, de esta Iglesia:
- De una iglesia que busca siempre ser libre de los tiranos y poderosos de este mundo porque, como dice el libro de los Hechos de los Apóstoles, esta formada por hombres y mujeres que saben que hay que obedecer a Dios antes que a los hombres.
- De una Iglesia en salida como la llama el Papa Francisco que llega a todos los pueblos, porque, como hemos dicho en el salmo, extiende la salvación de Dios a todos para que todos los pueblos le alaben.
- De una Iglesia de valientes que, como dice san Pablo a los Corintios, no silencian el tesoro del Evangelio ni en la mayor de las dificultades, porque aunque tantas veces nos aprieten, no lograrán aplastarnos.
- De una Iglesia de humildes, en la que cuentan, como hemos escuchado en el Evangelio que les dice Jesús a los apóstoles, los que sirven al prójimo, no los que se sirven a si mismos.
HABLA EL CORAZÓN: Caminante no hay camino
- Cada vez que un peregrino llega a Santiago de Compostela al final del Camino, se abre una puerta al misterio, se abre una puerta a la vida. Sólo entraran por ella de verdad quienes hayan hecho el Camino, como en realidad sólo entrarán, no sólo al final de su vida, sino cada día de su vida, en la Puerta de la plenitud humana quienes hayan hecho de su vida un peregrinaje, quienes hayan encontrado un camino verdadero, y hayan tenido el coraje -y sobre todo la gracia- de recorrerlo.
- De ahí la necesidad del peregrinar como signo y don del camino cristiano. Ese continuo peregrinaje en el que es necesario dar los pasos de la experiencia de fe uno a uno, en el que hay que pasar contratiempos y subir por sendas empinadas, porque sino no se puede ni atender a los abatidos de la historia humana que nos ha tocada vivir, ni vislumbrar la inmensidad del horizonte de nuestra propia vida.
- No existe de hecho el cristianismo, como un “ismo”, como algo cosificado y estático, que podemos manipular. Y por eso, siempre que el camino de la vida, como el camino compostelano, tenga una meta -porque sino estamos condenados a girar sobre nosotros mismos- se cumple lo del poeta manchego, que “se hace camino al andar”, no porque no haya camino, sino porque cada uno debe hacer el camino, como Dios quiere, cuando Dios quiere, y hacia donde Dios quiere.
- En el Camino de Santiago, como en el camino de la vida, lo importante no es el camino exterior, que es una mediación, sino el camino interior. Todos nosotros, hagamos o no el Camino a la tumba del Apóstol, estamos llamados a hacer el camino que Dios nos trace con paciencia y perseverancia, con amor y confianza, como hizo aquel intrépido apóstol, que no cerro España, sino que la abrió a la fe en el Dios verdadero y la enseño el secreto de la vida.
HABLA LA VIDA: Adhesión generosa a Cristo
Santiago y Juan, los hermanos hijos del Zebedeo que, junto a Pedro, forman el grupo de los tres discípulos que compartieron con Jesús los momentos más importantes de su vida, como en la Transfiguración y la Oración en el huerto de los Olivos.
Nos dice Benedicto XVI que de Santiago podemos aprender muchas cosas: la prontitud para acoger la llamada del Señor incluso cuando nos pide que dejemos la «barca» de nuestras seguridades humanas, el entusiasmo al seguirlo por los caminos que él nos señala más allá de nuestra presunción ilusoria, la disponibilidad para dar testimonio de él con valentía, si fuera necesario hasta el sacrificio supremo de la vida. Así, Santiago el Mayor se nos presenta como ejemplo elocuente de adhesión generosa a Cristo. Él, que al inicio había pedido, a través de su madre, sentarse con su hermano junto al Maestro en su reino, fue precisamente el primero en beber el cáliz de la pasión, en compartir con los Apóstoles el martirio.
Santiago y Juan son además, nos dice el teólogo suizo Hans Urs von Balthasar, perfiles permanentes de la vida de la Iglesia: el perfil misionero y el perfil contemplativo: Unos cristianos se parecen más a Santiago (impetuoso, valiente, diligente), y otros más a Juan (inteligente, sensible, contemplativo).