Para la pastoral juvenil en general, incluida la catequesis de jóvenes, las experiencias misioneras son una oportunidad inolvidable y magnifica en la maduración y consolidación de su fe y de su espíritu evangelizador, inseparable del don del Espíritu recibido en el sacramento de la confirmación. Informamos de esta experiencia con el reportaje del programa diocesano de Irene Pozo en TV13 Madrid, y con la información facilitada por la Delegación de Misiones del Arzobispado de Madrid:
¡El Verano, es tiempo de misión! Todos los veranos, de Madrid, salen más de dos mil jóvenes a tener una experiencia misionera de corta duración.
Se sienten atraídos por los misioneros y dedican su verano a visitar a nuestros misioneros, darles ánimo y ayudarles.
La Delegación Episcopal de Misiones los invita a participar en la ‘Celebración del Envío’, en la que los reúne en torno a la iglesia diocesana y con el gesto de la bendición y de la imposición de la cruz misionera, los envía como cristianos a colaborar con la tarea evangelizadora de la Iglesia.
Este año, asistieron 19 instituciones, entre parroquias, institutos religiosos, asociaciones, que representaban a casi 500 jóvenes y tuvo lugar el domingo 25 de junio, a las 13:00h., en la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, de López de Hoyos, 73. Presidió el Vicario Episcopal para la Evangelización, don Carlos Aguilar Grande.
En la homilía el don Carlos les felicitó por la opción tomada, sin duda llena de generosidad y de entusiasmo evangelizador. ¡No tengáis miedo! Les decía con palabras del Evangelio, advirtiéndoles que sin duda encontrarían dificultades internas y externas a la decisión de ir a la misión, pero ¡el Señor les acompañaba!
Tras la comunión Teresa Romero, presidenta de ‘Jóvenes para la Misión’, fue llamando a todos los que recibirían la bendición y la cruz misionera. El destino de su misión es tan variado como su procedencia: Brasil, Perú, India, Etiopía, Paraguay, México, Guinea Ecuatorial… pero todos tienen algo en común que quieren compartir: su fe, que les motiva, su generosidad y su alegría por servir a los hermanos.
Para los misioneros que les reciben, este tiempo es una ayuda especial. Y para los jóvenes, es un tiempo estupendo para agradecerles su labor, y es, además, una gran experiencia interior; son muchos los que en tierras de misión han descubierto su vocación y su deseo de servir más de cerca al Señor.