Título: Maestra de la vida
Autor: Juan María Laboa
Editorial: PPC
Si te encuentras con un libro cuyo titulo enuncia el dicho que reza que la historia es maestra de la vida, y si el autor del libro es probablemente el más prestigioso historiador español de la Iglesia, entonces ya sabes que estas ante uno de esos libros que merece la pena leer. Siempre he sostenido como periodista que el mejor analista de la actualidad es el que domina la historia, porque el mejor modo para entender lo que nos pasa hoy (personalmente, socialmente, políticamente, eclesialmente, etc…) es conocer lo que nos paso ayer (el prolongado ayer de la historia), en los mismos ámbitos y encuadres.
Tuve la suerte de tener como profesor de historia de la Iglesia a Juan María Laboa, y de haber disfrutado de sus conferencias a lo largo de muchos años, siempre con la misma sensación de encontrar a alguien que, sobre todo cuando hace una pequeña pausa y parpadea, te abre una puerta hasta ese instante cerrada con la que asomarte a un explicación inteligente y resolutiva sobre los acontecimientos, porque todo lo que ocurre tiene un porqué, tiene un sentido, pero sólo los más sabios y sagaces son capaces de encontrarlo. Y la sabiduría del profesor Laboa es muy grande, pero su sagacidad es mucho más grande todavía. A los pocos días de la renuncia del Papa Francisco le pregunté: “¿Tú cómo crees que pasará a la historia este Papa?” Y me dijo: “hasta ahora te hubiese contestado que por el Papa-sabio, pero sin duda desde ahora habría que decir que por el Papa-humilde”
Su reciente publicación “Maestra de la vida” aglutina al hilo de la actualidad eclesial, cultural y educativa sus “sagaces” visiones de la realidad publicadas en la revista Religión y Escuela a partir de noticias, anécdotas y situaciones de los últimos cuatro años. Y nos habla de las falsa imagen de la Iglesia, de los mártires de la caridad, de la colonización ideológica, de lo políticamente correcto, de la pedagogía de la memoria, del respeto, del discernimiento, del arte, de la fama, del fundamentalismo, del sentido de la muerte y de la fe del carbonero. Vamos, de todo lo habido y por haber.
Para conocer como el autor analiza la realidad social de nuestro tiempo, sirva este botón de muestra: “No podemos resignarnos a cobijarnos en el anonimato, y deberíamos ser capaces de ofrecer una historia equilibrada y veraz. Pasó el tiempo del autobombo, que era mendaz, pero no debemos soportar un minuto más un masoquismo estúpido y autodestructivo igualmente mendaz. El Estado deber ser laico, pero no la sociedad. Los cristianos exigen conocer su larga y sugestiva historia, que, en realidad, es la historia de Occidente, nuestra historia y la de nuestros antepasados. Desde este conocimiento podemos hablar, actuar, reunirnos, defender nuestras ideas y nuestros derechos. Una sociedad civil madura y compacta resulta imprescindible en democracia, y un laicado bien formado, compacto y activo en la vida social enriquece la vida civil y hace creíble una Iglesia que debe estar presente como tal en un Estado moderno equilibrado”.