El jueves 10 de noviembre de 2016 tuvo lugar la tercera sesión del Curso Anual de Catequética de la Archidiócesis de Madrid. Les ofrecemos en este sitio:
- Tres frases destacables de la Ponencia.
- Enlace con el video de la transmisión en directo por internét de la ponencia.
- Resumen de la ponencia de Gregorío Aboin sobre «El catequista, testigo de la fe», elaborado por Mauricio Lavallén.
- Calendarío de las próximas sesiones
Tres frases:
- Jesucristo es el catequista por excelencia. Testigo fiel y veraz del Padre, por medio de sus palabras y sus obras.
- Es posible decir «creo» si estamos sostenidos en el «creemos» de nuestra fe eclesial. La Iglesia es la primera en creer. Nosotros nos adherimos a ella.
- Una de las mejores cosas que podemos hacer en la catequesis es ayudar a los catecúmenos a descubir el sentido de Dios en sus historias personales.
El catequista, testigo de la fe
La fe contiene la memoria de la historia de Dios con nosotros, la memoria del encuentro con Dios, que es el primero en moverse, que crea y salva, que nos transforma; la fe es memoria de su Palabra que inflama el corazón, de sus obras de salvación con las que nos da la vida, nos purifica, nos cura, nos alimenta. El catequista es precisamente un cristiano que pone esta memoria al servicio del anuncio; no para exhibirse, no para hablar de sí mismo, sino para hablar de Dios, de su amor y su fidelidad. Hablar y transmitir todo lo que Dios ha revelado, es decir, la doctrina en su totalidad, sin quitar ni añadir nada.
Antes que nada está la identidad del catequista. Primero es el ser, después el hacer.
Y el catequista es el testigo de la fe.
1. El testimonio de la fe
El catequista es que una persona creyente, una persona de fe.
El Directorio nos habla una dimensión subjetiva (fides qua) de la fe en cuanto adhesión al Señor, y de una dimensión objetiva (fides quae), que hace referencia a los contenidos de la Revelación, revelados por Dios y confiados a la Iglesia.
Tengo fe en Dios y tengo fe en lo que Dios me dice.
Creo en Dios porque es creíble, creo en Dios por lo que me dice, y creo en Él en cuanto me encomiendo a Él. Fe en quien creo y fe en lo que creo.
1.1. El testimonio de la fides qua
El catequista ha de ser testigo de la fe en cuanto la vive y la testimonia en su propia vida. Todo el día. Toda su vida.
Para la Iglesia el primer medio de evangelización consiste en un testimonio de vida auténticamente cristiana.
El catequista primero vive la fe, luego la testimonia.
1.2. El testimonio de la fides quae
El hombre contemporáneo escucha más a los que dan testimonio que a los que enseñan; y si escucha a los que enseñan, es porque dan testimonio.
La renovación de la Iglesia, pasa a través del testimonio de los creyentes, que están llamados a hacer resplandecer la palabra de la verdad que Jesús nos dejó.
Dios cuenta con nosotros para hacer resplandecer su palabra en nuestro mundo.
Fidelidad a Dios y fidelidad al hombre.
El testimonio relaciona el contenido de la fe con la vida concreta.
2. El catequista, testigo de la fe en el Dios Trino, en la comunión de la Iglesia
2.1. El catequista, testigo de la memoria Dei
El catequista es testigo de la memoria de Dios, y para eso debe llevar en su mochila el Catecismo y la Biblia.
El Papa Francisco afirmo que el catequista es el que custodia y alimenta la memoria de Dios, para sí mismo y para despertarla en los demás, como lo hizo la Virgen María, quien recibe el anuncio del Ángel, se pone en camino y, al encontrarse con su prima Isabel, hace memoria de Dios en el cántico del Magnificat. María une la historia de Dios con su propia historia personal.
El papa Francisco pone de manifiesto que el catequista es testigo de una historia que nos precede y que él no puede inventar o modificar a su antojo. Es la memoria de las maravillas de Dios, que obró en el pasado pero que sigue realizándolas en aquellos que saben contemplar esta historia con los mismos ojos de Dios.
La catequesis tiene que brotar de la Revelación de Dios.
Por la Revelación Dios habla a sus amigos.
Por la Revelación el hombre conoce quién es Dios y quién es él mismo, y el catequista es el que debe custodiar y alimentar la memoria de Dios; y despertarla en los demás.
Las historia de Dios con nosotros
Debe hacer presente que la historia de Dios con nosotros es historia de nuestra salvación.
Cuando el catequista da testimonio de la fe, da testimonio de las maravillas que Dios ha hecho con él. La fe contiene la memoria de la historia de Dios con nosotros.
El catequista pone esta memoria al servicio del anuncio, cuidando de no quedar él en el primer plano, sino Dios.
Esa historia de salvación no es algo del pasado, sino que sigue en el presente. No es un mero recuerdo intelectual. El catequista debe alimentar y actualizar esa historia en su vida.
La labor del catequista es ver -y ayudar a ver- la realidad con los ojos de Dios.
Como por ejemplo el milagro del nacimiento de un niño. Hay cosas que damos por supuestas, pero sin embargo son milagros. Debemos ayudar a nuestros catequizandos a tener esa mirada trascendente.
2.2. El catequista, testigo de la memoria Iesu en el Espíritu Santo
El catequista debe ser testigo de la memoria de Jesús en el Espíritu Santo.
La Revelación de Dios, que es ya testimonio de sí mismo, alcanza su plenitud por medio de Jesucristo, el testigo por excelencia de la fe.
Jesús habla de lo que ha visto y oído.
¿Qué lugar ocupa Jesús en nuestra vida? Jesucristo es el catequista por excelencia. Jesucristo da a conocer al Padre.Es el testigo fiel y veraz. Jesús hace presente al Padre por medio de sus signos. Él habla de lo que ha visto y oído. Todo el que escucha la verdad, escucha Su voz.
El catequista debe poner su mirada en Jesucristo, el testigo fiel y veráz.
El catequista se siente llamado con todo su ser a transmitir la Revelación de Dios por Cristo y en el Espíritu Santo.
La tarea del catequista es poner en intimidad con Jesucristo.
El catequista debe ser dócil al Espíritu Santo.
No se puede preparar la catequesis sin oración.
2.3. El catequista, testigo de la memoria fidei Ecclesiae
El testimonio de la fe es siempre dentro de la Iglesia, por lo tanto, un catequista no puede dar testimonio de la fe fuera de la Iglesia.
Existe un solo testimonio: el del Espíritu, corporalizado en la Iglesia.
Nosotros recibimos ese Espíritu de Dios, pero a través de la Iglesia.
Un catequista no puede no-sentirse Iglesia, y la fe tiene que tener una configuración necesariamente eclesial.
2.3.1. Configuración eclesial de la fe
Lo que sostiene nuestra fe es también nuestra pertenencia a la Iglesia. La fe, siendo personal, es eclesial.
El cristiano no solamente debe creer en Dios, también debe creer en la Iglesia como mediación querida por Dios para revelarse al hombre hoy.
La Iglesia es órgano de discernimiento de lo que debe ser creido, y es el camino por el cual llegamos a Dios.
Aunque Dios puede usar otros caminos, la mediación más completa para llegar a Dios es la Iglesia.
En este marco, el catequista ha de situarse como enviado por Dios, a través de la Iglesia.
2.3.2. La Iglesia, primera creyente
Ser cristiano consiste en insertarse en la Iglesia, en la fe del Pueblo de Dios.
La Iglesia es en sí misma catequesis viviente, con su vida y con su culto, transmite a todas las edades lo que ella cree y lo que ella es. El catequista debe transmitir lo que él ha recibido.
Hoy en día hay mucha gente que no conoce a Jesucristo.
El catequista debe transmitir el don recibido de manera significativa para que quienes lo reciban lo vivan como un don y como una gracia.
2.3.3. Catequista, testigo y eslabón de la Traditio apostolica
En virtud de esta voluntad salvífica universal, Dios ha dispuesto que la Revelación se transmitiera a todos los pueblos, a todas las generaciones, y permaneciese íntegra para siempre. Y lo hizo a través de los Apóstoles. Esta Tradición apostólica se perpetúa en la Iglesia y por la Iglesia. Toda ella, pastores y fieles, vela por su conservación y transmisión.
En este marco, el catequista ha de situarse como aquel que es enviado por Dios a través de su Iglesia para que transmita la fe que la Iglesia cree, celebra, vive y ora.
2.3.4. La catequesis al servicio de la comunión eclesial
El catequista habrá de tener presente que la misión de la catequesis consiste en transmitir lo que primeramente ha recibido y deberáesforzarse por transmitir esta Traditio de tal modo que sea significativa para el destinatario concreto al que se dirige su labor.
Por ello, el catequista intentará conseguir que todo aquello que transmite de la fe de la Iglesia sea percibido por los destinatarios como buena noticia para su vida, como luz para su caminar y como sentido concreto para su existencia.
La fe es una buena noticia para la vida, no una carga. La moral es en un segundo momento. No puede ser lo primero. Si la moral es lo primero, vivimos la fe como un peso, no como una buena noticia. La buena noticia de la fe nos tiene que liberar, nos tiene que dar un sentido concreto para nuestra existencia.
Nuestro Dios es un Dios que salva.
3. Espiritualidad del catequista en cuanto testigo de la fe
3.1. Espiritualidad bíblica
El catequista deberá tener como fuente de la catequesis tanto la Sagrada Escritura como la Tradición. Habrá de ser capaz de leer la Sagrada Escritura de un modo creyente y contemplativo. Tendrá que ayudar a descubrir e interpretar desde la fe el paso de Dios en la vida de cada uno.
Ayudará a tomar consciencia de que Dios nos «primerea», Él siempre nos antecede.
3.2. Espiritualidad cristológica
El catequista no transmite su propia doctrina, sino la verdad de Jesucristo.
La catequesis enseña a Cristo, y el único que enseña es Cristo. Cualquier otra persona que lo hace, lo hace como portavoz de Cristo.
La labor del catequista es conducir a los hombres al encuentro con Cristo.
Debe mirarse en el espejo de san Juan Bautista, quien, cuando sus discípulos encuentran a Jesús, comienza a disminuir para que crezca Cristo.
Cristo Maestro
El catequista es icono o imagen de la labor de Cristo como maestro.
El catequista hace presente hoy a Cristo maestro.
Cristo se sirve de cada catequista para hacerse presente en nuestro mundo como maestro.
Por eso el catequista sólo podrá realizar esto en íntima vinculación con Cristo, con el mismo Espíritu conque Él lo llevó a cabo.
La labor de Cristo fue conducir al Padre, en el Espíritu.
3.3. Espiritualidad eclesial
El catequista no debe actuar nunca como francotirador.
Debe prestar atención a los signos de los tiempos. A la historia, a las dificultades y miedos que enfrentan los catequizandos.
Conocer cuál es la acción de Dios en el medio donde se desarrollan sus vidas.
El catequista debe ser paciente y humilde. A él le toca sembrar, y a otro le tocará recoger.
A nosotros nos corresponde sembrar. El catequista hace su parte, y deja a Dios hacer la Suya.
El catequista debe ser consciente de que su misión es insertar a sus catequizandos en la comunidad eclesial.
La comunidad cristiana debe ser origen, lugar y meta de la catequesis.
El catequista testimonia la fe en nombre de la Iglesia.
El testimonio del catequista debe apuntar a acoger en la Iglesia a los catequizandos.
A modo de conclusión
El testimonio eclesial de la fe del catequista debe estar encaminado, por su misma naturaleza, a la incorporación de los que acogen dicho testimonio a la santa Iglesia de Dios.
Las tres ideas principales resaltadas por el Delegado:
1. Jesucristo es el catequista por excelencia.
2. Es fundamental la experiencia de la catequesis en la comunidad eclesial. Estamos sostenidos en la fe eclesial. La Iglesia es la primera que cree y el catequista está adherido a ella.
3. El catequista debe ayudar al catecúmeno a descubrir la presencia de Dios en su historia personal.
Mauricio Lavallén