Infomadrid.- Cuatro centros de flores, calas rojas y liliums naranjas, rompían en parte la austeridad y sobriedad de estos días de Semana Santa en la catedral de la Almudena. Sorteando el luto que se avecina, la Iglesia universal celebra este Jueves Santo tres de los grandes acontecimientos que constituyen el corazón mismo de la fe: la institución de la Eucaristía, del sacerdocio y el mandamiento del amor. De ahí las flores, las vestiduras blancas de la liturgia y el canto del gloria, acompañado del repique de campanas.
Comenzaba el Triduo Pascual en la catedral con una solemne celebración presidida por el cardenal José Cobo, arzobispo de Madrid, acompañado de los obispos auxiliares Juan Antonio Martínez Camino, José Antonio Álvarez y Vicente Martín, así como el obispo emérito de Almería, Adolfo González Montes, y vicarios episcopales.
El arzobispo de Madrid aseguraba al comienzo de la celebración, ante un templo a rebosar de fieles, que «Dios hoy quiere intervenir en nuestras vidas y contar con nosotros para convertir esta catedral en un nuevo cenáculo», en un lugar de encuentro con Él.
«Dios está en quien se lava los pies, no en quien se lava las manos»
Ya en la homilía, el cardenal Cobo, aludiendo a la entrega de Jesucristo en un «misterio de amor hasta el extremo», ha hecho un llamamiento a la reflexión: «¿De qué nos alimentamos?, ¿qué es lo que sostiene mi vida?». Tantos menús diferentes, tanto de lo que se ve y se escucha, de las redes sociales, «de lo que otros piensan de nosotros, de nuestro bienestar…».
Pero «esta noche, Jesús nos muestra cuál es su alimento: cumplir la voluntad del Padre entregándose por amor», ha replicado el arzobispo de Madrid. Una noche en la que Jesús deja tres regalos, ha contado: una toalla ceñida, una jofaina y una mesa.
La toalla «nos recuerda que la fe no se puede vivir sin servicio». Es más, «la toalla no es un cleenex para usar y tirar, es un lazo firme entre Dios y el mundo». Con la jofaina, por su parte, «Jesús vierte agua y se arrodilla como lo hizo el día de nuestro Bautismo con cada uno de nosotros». Lava los pies, se rebaja.
«Qué desconcertante es ver a Dios de rodillas delante de mí», ha reconocido el cardenal Cobo, «y sin embargo es su modo de amar». «Dios está en quien se lava los pies, no en quien se lava las manos», ha afirmado con rotundidad. «Nos toca llenar la jofaina de servicio y de ternura», que desde cada parroquia y comunidad «sirve para lavar los pies del mundo».
Y, por último, «nos deja una mesa, una mesa para sentarnos todos», en esta noche en que «contemplamos a Jesús como el verdadero cordero pascual». En esta mesa Jesús deja su Cuerpo y su Sangre «no solo para los buenos», también para los que le traicionan y le niegan, «porque su entrega es absoluta». «Este es el cenáculo hoy donde Jesús actualiza su servicio», ha concluido.
Lavatorio de los pies
La liturgia de este Jueves Santo incorpora uno de los ritos más significativos de la Semana Santa: el lavatorio de los pies, en el que el celebrante hace el mismo gesto que Jesús hizo en la noche santa con sus apóstoles. En esta ocasión, en el presbiterio se han sentado dos seminaristas, unos padres y tres de sus hijos, dos religiosas, dos laicas y el vicario episcopal de la Vicaría VIII, el padre Ángel Camino. Una representación de la riqueza de la Iglesia en Madrid.
La familia, compuesta por Inmaculada, Héctor y tres de sus cuatro hijos, Clara, Virgnia y Héctor, se mostraban emocionados al concluir la ceremonia. Por lo cariñoso que ha sido con ellos el cardenal Cobo, «muy preocupado por si el agua estaba fría» cuando todo lo contrario, «más bien calentita». Y, sobre todo, se les ha quedado clavado en el corazón el beso que les ha dado en el pie a cada uno, «nos hemos sentido muy queridos, con cada uno ha mostrado un cariño especial». Como si hubiera sifdo el mismo Jesucristo, resume la madre.
Para Clara, en concreto (imagen inferior), ha sido toda una experiencia justo este año, porque en unos días recibirá su Primera Comunión. Parece que se ha anticipado a una de las peticiones del cardenal Cobo, «por todos aquellos a los que Jesucristo lavará los pies a través nuestro», porque ella ya lleva mucho tiempo siendo muy atenta con su familia y abuelos, sobre todo después de su primera Confesión.
Adoración al Santísimo Sacramento en el monumento
Al concluir la Eucaristía, el Santísimo ha sido llevado en procesión al monumento, donde permanecerá para la adoración de los fieles hasta las 24:00 horas.
El Triduo Pascual continúa en la catedral de la Almudena el Viernes Santo con la celebración de la Pasión y Muerte del Señor, a las 17:00 horas.